Hace cuatro años, Harry y Meghan saltaron a las primeras planas del mundo por su escandaloso retiro como miembros en funciones de la monarquía británica, la más prestigiosa y conocida del planeta. Eso significaba que ya no representarían más a la entonces reina Isabel II, abuela de Harry, ni a la Corona, en instancias oficiales, diplomáticas o benéficas, por lo cual recibían un sueldo. Tras su abrupta partida, el príncipe y la actriz estadounidense conservaban el título de duques de Sussex, que la monarca les concedió cuando se casaron en 2018, pero no el tratamiento de altezas reales.

Él fue despojado de los rangos militares que alcanzó en diez años de carrera en el ejército y el patronazgo de organizaciones solidarias, algunas de las cuales contaron con la protección de su madre, la inolvidable Lady Di, fallecida hace 27 años.

Así mismo, las relaciones con los Windsor quedaron fracturadas, al punto que hoy la prensa británica sostiene que el rey Carlos, padre del duque y quien lucha contra el cáncer, no recibe sus llamadas, ofendido porque ventilaron las intimidades del clan real en público, a través de su explosiva entrevista a Oprah Winfrey, un documental en Netflix (firma para la cual trabajan) y el volumen de memorias Spare o En la sombra, como se tituló en español, el libro de no ficción mejor vendido de la historia.

¿Qué sería de Harry y Meghan por fuera del buen árbol de la realeza? Era la pregunta que se hacían muchos. A la postre, lo único que se llevaron del palacio fue su alto perfil en la filantropía, campo en que trabajan con mayor ahínco desde esos turbulentos días, tanto para contribuir a la solución de problemas que aquejan a la humanidad, como también, la verdad sea dicha, a evitar ser olvidados.

En la historia se recuerda el caso del rey Eduardo VIII, tío bisabuelo de Harry, quien sumió el trono en la peor de sus crisis al abdicar por amor a otra divorciada estadounidense como Meghan, Wallis Simpson. Desterrados de la realeza, los duques de Windsor, como los nombró Jorge VI (padre de la reina Isabel), pronto se volvieron irrelevantes y murieron en la penumbra. Con los Sussex, las cosas parecen ser diferentes y ellos quieren hacer de su rebeldía un legado.

Visitas reales

El escándalo de su renuncia a la monarquía también hizo furor en Colombia, donde toda la prensa hizo eco diario de cada nueva revelación, de las acusaciones de racismo, de los pensamientos suicidas de Meghan por la incomprensión de la rígida corte, de la pelea de Harry con William y de las recriminaciones del primero a su madrastra, la reina Camilla. En ese momento, a nadie se le pasaba por la cabeza que las celebridades más perseguidas del mundo pondrían un pie en el país, pero, en agosto pasado, inesperadamente, se unieron a la lista de miembros de la familia real británica que han pisado tierra colombiana.

El príncipe Felipe, abuelo de Harry, llegó en representación de la reina en 1962. Once años más tarde, su hija Ana hizo escala en el país durante su viaje de bodas por el mundo con su esposo, el capitán Mark Phillips. Ese mismo año, decepcionado por su primera ruptura con la hoy reina Camilla, el rey Carlos, en ese momento príncipe de Gales, desembarcó como miembro de la Armada Real en Cartagena, donde fue fotografiado en la playa con María Victoria de Zubiria Piñeres, hija del gobernador de Bolívar, Álvaro de Zubiría. Tiempo después, siendo el soltero más codiciado del jet set, salió con una linda vallecaucana, María Eugenia Garcés Echavarría. Carlos volvió, esta vez en visita oficial y con Camilla, en 2014. Y más recientemente estuvo aquí Sophie, duquesa de Edimburgo, cuñada del rey.

Harry y Megan no vinieron en representación del trono sino en nombre propio, bajo ese rol de filántropos en el que quieren afincarse desde su Fundación Archewell. | Foto: 2024 Eric Charbonneau

La diferencia es que Harry y Meghan no vinieron en representación del trono, sino en nombre propio, bajo ese rol de filántropos en el que quieren afincarse a través de su Fundación Archewell, que ha recaudado unos 15 millones de dólares. Como todo lo que la pareja hace, el plan despertó controversia apenas fue anunciado. El Daily Mail, enemigo de los duques, que lo han vencido en los estrados judiciales, cuestionó si estarían a salvo en el país, al que un exescolta real calificó como “uno de los más peligrosos, si no el más peligroso del mundo”.

Sin embargo, una vez más, Colombia demostró que afronta con valor la adversidad y sabe recibir con hospitalidad, eficiencia y dignidad a los huéspedes ilustres. En ello, Cali cerró con broche de oro, al ser la última parada del programa de cuatro días, que incluyó además a Bogotá y Cartagena. Para la muestra, hoy el nombre de la ciudad circula por el mundo, en particular gracias al emocionante momento (quizá el más vibrante de la visita) en que, con su muy buen español, Meghan tradujo el mensaje de agradecimiento de su marido durante el Festival Petronio Álvarez.

Los Sussex tomaron viche, bailaron al son de los aires nacionales y vivieron de cerca la herencia afro, de la cual Meghan también es partícipe, pues, por el lado de su madre, Doria Ragland, proviene de esclavos estadounidenses.

Pasadas estas alegres estampas, que seguirán siendo promocionadas en profusión por la prensa de todo el planeta durante mucho tiempo, no faltaron los cuestionamientos a la presencia de los duques, a veces influenciados por las rencillas políticas. La discusión se volvió a encender hace poco, cuando se conoció que la visita le costó al país 244 millones de pesos, aunque su Fundación Archewell corrió con los gastos de desplazamiento, como lo informó la oficina de la vicepresidenta, Francia Márquez. De ella, precisamente, fue la idea del periplo.

Según el diario The Times, el más influyente del Reino Unido, en principio, la idea de Márquez fue invitar a Meghan, pues reconoció en ella un ejemplo para las jóvenes y mujeres afrodescendientes, objeto de las causas sociales que ha liderado. Pero los duques prefieren no viajar en solitario cuando se trata de su fundación y Harry se sumó al programa.

Otra prueba del barullo que causan los Sussex a donde quiera que van es que no hubo polémica cuando la reina Letizia de España vino en uno de sus viajes de cooperación, que la llevó también a la Sultana del Valle y Yotoco, en junio de 2023. En febrero de este año también estuvo aquí la reina Máxima de los Países Bajos para promover la inclusión financiera y tampoco hubo alboroto.

El peso de la filantropía

A pesar de que todas las opiniones y cuestionamientos son respetables, resulta conveniente tener algunos datos para tener una mirada un poco más compasiva y razonada de por qué son importantes estas visitas a Colombia y todos los lugares del mundo cuyos habitantes pueden verse beneficiados con el trabajo benéfico.

Resulta que después de un siglo, la filantropía se ha convertido en un actor relevante en la cooperación para el desarrollo y las relaciones internacionales. Estas organizaciones, que ascienden a unos 10 millones en los cinco continentes, han alcanzado el poder de moldear y alterar la agenda política global, pero de maneras distintas a cómo lo hacen los Estados y otros entes no estatales.

En ese marco, la realeza (que ha reemplazado el poder político por el poder del carisma), es, si no la principal, al menos una de las mayores recaudadoras de fondos para estas causas. Cuando un rey, reina, príncipe o princesa apadrina una fundación, los donantes se animan, porque quieren ver sus nombres asociados al prestigio de la sangre azul.

Diana de Gales, una pionera de esta visión, apoyó en vida a unas 100 organizaciones con indudable éxito. Aun después de desaparecida, sigue siendo poderosa, al punto que la colecta que se organizó con motivo de los diez años de su muerte recogió unos 150 millones de dólares. Y no en vano, su exesposo, el rey Carlos, otro gran líder en el asunto, proclamó en su coronación, el año pasado, que el motor de su reinado sería el servicio. Por eso, el último de los tres días de festejos se dedicó al voluntariado.

Eso sí, no hay que negar que la monarquía a la vez que ayuda, se favorece, conserva su trascendencia, porque la filantropía le facilita permear los capilares más profundos de la sociedad, dada la variedad de temas sensibles en que interviene: salud, educación, saneamiento, ecología, infancia, paz y muchos otros.

Harry, testigo del trabajo de su madre, quien los llevaba a él y a su hermano William a visitar a los indigentes de las calles de Londres, seguro aprendió de ella y de su propia experiencia uno de los grandes principios de esta labor hoy: la filantropía solo es efectiva si comienza por escuchar a aquellos que viven en necesidad. Por eso, la realeza y los millonarios se desplazan; su trabajo social dejó de ser, hace tiempo, la mera limosna del domingo.

La voz de Meghan

Así se explica que los Sussex cantaran y bailaran en Colombia, pero su Fundación Archewell también impulsó el diálogo sobre los temas que más les interesan, como son juventud, seguridad en la red, raza y género. Acorde con ello, su agenda en Cali incluyó la participación de Meghan junto a la vicepresidenta en el foro Mujer, raza y poder.

“Debo decir que desde muy temprana edad tuve la fortuna de sentir que mi voz como mujer era escuchada. Cuando sabes que tu voz tiene poder desde tan joven, representa un éxito en tu vida y eso es lo que debemos inspirar a todas las mujeres del mundo”, señaló la duquesa, mientras su marido la escuchaba como un espectador más en el simbólico Teatro Municipal.

Estaban allí también unas 400 lideresas del Pacífico colombiano que se han abierto paso por sí solas en sus causas y ello es muy meritorio. Pero su acción puede verse reforzada si entran en contacto, de viva voz, frente a frente, con personajes como Harry y Meghan, que tienen la facilidad de influenciar a un variado grupo de personas, como donantes, otros filántropos, voluntarios y legisladores. De hecho, su red incluye a Bill Clinton (un gran amigo de Colombia) y su esposa Hillary, Barack y Michelle Obama, Oprah Winfrey, y Gavin Newson, gobernador de California y presidenciable, otros pesos pesados en temas solidarios.

Todo eso estaba en juego en aquel histórico encuentro y no en vano el alcalde, Alejandro Eder, declaró que “esta visita demuestra que Cali está en el foco de los líderes del mundo y es nuestro deber seguir impulsando la integración, la reconciliación y, sobre todo, generando oportunidades”. Por lo demás, la imagen que juntó al burgomaestre, a la primera vicepresidenta mujer y afrocolombiana, al descendiente de los reyes de Inglaterra y a la primera mujer de color en emparentar con la realeza británica, quizá sea un testimonio de que, así sea lentamente, el mundo está cambiando: aquellos que ayer se miraban con recelo, hoy son capaces de sentarse a dialogar en favor de los que no tienen voz y mucho mejor si ello sucede bajo el cielo del Valle del Cauca.

*Periodista experto en realeza.