Cazucá es una comuna del oriente de Soacha que limita con la localidad de Ciudad Bolívar, en Bogotá. Sus lomas están tapizadas por un laberinto de viviendas en las que habitan casi 70.000 personas, con vías precarias y dificultades de acceso a servicios públicos. Se trata de una de las zonas más afectadas por la pobreza y la violencia en el municipio. Justamente, por eso, desde hace más de 15 años aquí abrió sus puertas la Fundación Tiempo de Juego, una organización que busca alejar a los jóvenes de la drogadicción y de las pandillas mediante actividades deportivas que promueven la convivencia y el liderazgo juvenil.
En 2019, Tiempo de Juego hizo una alianza con la Fundación Pazífico para conformar un equipo que pudiera participar en competencias de alto rendimiento y llevara en alto el nombre de la comuna: el Cazucá F.C. El club, integrado por 60 niños, niñas y adolescentes en tres categorías, ya ha cosechado un éxito notable: el mismo año de su creación se coronó campeón de la Copa Independiente Santa Fe, un torneo organizado por el equipo capitalino, y ha logrado ascender de la división C a la A de la Liga de Fútbol de Bogotá.
“Es una gran oportunidad”, exclamó Edward Quiñones, de 17 años, tres de los cuales los ha pasado en el Cazucá F.C. “Pagar para estar en una escuela sería muy difícil para mí. Pero aquí nos dan los uniformes, arbitraje, transporte de ida y vuelta a los lugares de entrenamiento. Lo único que piden es seriedad”, señaló. Parte del compromiso es también seguir estudiando en el colegio y no perder el año, un requisito indispensable para permanecer en el equipo y que Edward cumplió hasta su graduación como bachiller hace pocos meses.
Más allá de los premios, el Cazucá F.C. busca asegurar un futuro mejor para los jóvenes de la comuna y de Soacha. Julián Palacios, asistente técnico del club, explicó que la posibilidad de pertenecer a este grupo incentiva a los jóvenes a enfocarse en el deporte y a experimentar una vida alejada de las problemáticas del barrio. “Estamos cambiando la historia: el referente de ellos ya no es el delincuente que anda con plata, sino que admiran al chico que tiene más nivel en el equipo”, añadió.
Para Tomás Martínez, quien de niño fue beneficiario de Tiempo de Juego y hoy es el preparador de arqueros del equipo, la disciplina y dedicación que exige el deporte evita que los jóvenes más vulnerables sigan malos pasos. “Si no fuera por el fútbol, quién sabe si yo estaría vendiendo droga o peleando por ahí. Entonces intentamos que eso mismo pase con los muchachos de ahora: los formamos en valores y contamos con psicólogos que los aconsejan. El objetivo principal es que sean buenas personas”, afirmó. Así, el Cazucá F.C. promete romper, poco a poco, y a punta de goles, el ciclo de violencia y pobreza de la comuna.
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