Susana Caballero se enamoró del mar en los viajes que de niña hacía a Cartagena con su familia. Estudió biología y microbiología, y durante los últimos 20 años de su trayectoria profesional decidió dedicarse a investigar la llegada de las ballenas jorobadas desde la Antártida a Colombia para dar luz a sus crías. Fue así como identificó en la Región Caribe colombiana poblaciones de manatíes, una especie en peligro de extinción.
Junto a un grupo de estudiantes de la Universidad de Los Andes, emprendió en 2019 una travesía para identificar a través de la técnica del ADN ambiental los lugares en donde habitan estos animales. El río San Juan en el Magdalena Medio, la ciénaga de Lorica, el canal del Dique y una de las desembocaduras del río Atrato, en el Golfo de Urabá, fueron las zonas identificadas.
La técnica del ADN ambiental permite obtener información de la biomasa de diferentes especies en puntos específicos de los ecosistemas acuáticos. Para ello se toman muestras de agua, que se filtran, y al estudiarse evidencian restos de ADN de los manatíes y otras especies. Sin embargo, existe una limitación y es que no permite determinar la cantidad de animales que se encuentran en la zona.
Aunque en la actualidad la casería de manatíes es menos común, la destrucción de su hábitat y la contaminación del agua se han convertido en amenazas para su subsistencia. A esta realidad hay que sumarle que se trata de una especie con una tasa de reproducción muy baja.
James Murillo, director ejecutivo de Cabildo Verde, una ONG que se dedica al cuidado del medioambiente, explica que “esta especie está en peligro principalmente por la pérdida de las condiciones de su hábitat, la contaminación del agua y la intervención de los humedales.” Otra de las preocupaciones son los hipopótamos que también habitan en el río Magdalena, pues ambas especies son herbívoras y se alimentan de las mismas plantas.
Desde esta organización y entidades como la Fundación Omacha se realizan esfuerzos de conservación monitoreando las poblaciones para identificar cuántos manatíes hay y los lugares en los que se están alimentando.
Por su parte, Caballero busca involucrar a los habitantes en un proceso de ciencia comunitaria que también permita fortalecer prácticas de ecoturismo y pesca responsable para contribuir a su preservación.
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