El mundo está en plena transición energética y el cobre es hoy uno de los minerales con mayor demanda para proyectos de energías renovables debido a su alta conductividad eléctrica y térmica, gran resistencia a la corrosión, alta capacidad de formar aleaciones metálicas y ser ciento por ciento reciclable. En efecto, se utiliza en al menos ocho tecnologías con energías limpias y de almacenamiento que pueden contribuir a frenar el calentamiento global.

“Por cada MW de energía eólica se requieren 3,6 toneladas de cobre; por cada MW de capacidad solar son necesarias de cuatro a cinco toneladas. De hecho, los sistemas de energías renovables requieren entre cuatro y doce veces más cobre que fuentes tradicionales de generación eléctrica”, precisa Hamyr González, presidente de Minera Cobre de Colombia, empresa que avanzan en el conocimiento geológico del país, la confirmación de la existencia y ubicación del cobre, el desarrollo de procesos de consultas previas y estudios ambientales para la exploración.

Según cálculos del Banco Mundial, los paneles solares y los sistemas eólicos producirían el 39 y 35 por ciento, respectivamente, de la energía eléctrica del planeta en 2050. En ese escenario el cobre es clave para el proceso de transición energética en Colombia. González advierte que el cobre cuenta con todo el potencial para convertirse en la estrella de la economía nacional. “En diez años podría ser uno de los tres productos con mayor poder exportador y esta característica no la puede ofrecer ningún otro sector o producto”. De hecho, el Gobierno nacional lo ha definido como uno de los minerales estratégicos y factor clave para impulsar la reactivación económica que requiere el país.

Hamyr González, presidente de Minera Cobre de Colombia. | Foto: Esteban Vega La-Rotta.

Los cálculos señalan que en Colombia se pueden desarrollar entre cuatro o cinco proyectos de talla mundial y que el país se puede convertir en un actor activo de la que puede ser una de las transformaciones económicas más significativas de los últimos tiempos.”Hay que desarrollar y consolidar la industria del cobre para materializar sus beneficios en toda la población, por lo menos por tres generaciones, si se tiene en cuenta que el promedio de vida de una mina de cobre como las que esperamos desarrollar es de alrededor de 40 años”, concluye González.

Según la opinión de expertos y estudios en desarrollo, el Batolito de Mandé, en la cordillera Occidental, es el área con mayor potencial, el cinturón de pórfidos de cobre está ubicado en Antioquia y Chocó.

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