¿Sigue viendo incierto el panorama de la transición energética o ya ve una hoja de ruta más clara?
Natalia Gutiérrez: la transición energética no es un tema solo de Colombia, sino una conversación a nivel mundial que busca atacar el cambio climático. En ese sentido, el sector eléctrico es uno de los más apropiados para mostrar resultados en poco tiempo debido a que se puede disminuir la huella de carbono de una manera mucho más rápida. Ese camino lo tomó Colombia hace varios años -con diversos gobiernos- que han llevado al país a tener una matriz eléctrica que se ha diversificado y es supremamente limpia. Sin embargo, se han efectuado unos cambios tributarios a nivel de impuestos para que energías como la solar y la eólica puedan entrar a competir al país. Aunque en ese proceso se hicieron dos leyes y se ofrecieron varios beneficios, desafortunadamente con este gobierno perdimos el 75 por ciento de ellos, como efecto de la reforma tributaria. Sumado a lo anterior, en este momento hay una incertidumbre constante porque las reglas de juego no están claras y hay gran inquietud sobre qué tan viable son las inversiones en este sector a nivel nacional. Colombia -como el resto de países del mundo- compite por estos recursos, pero cada vez son más los desincentivos en comparación a países como Estados Unidos, que de hecho, acaba de sacar una de las leyes más ambiciosas para promover las energías renovables.
¿Cómo se podría evitar que haya retrocesos en el sector?
N.G: Nosotros le hemos hecho un llamado al Gobierno en dos sentidos, por un lado pidiendo que nos de señales de políticas públicas claras y estables para que las empresas le sigan apostando al sector, y por el otro, recomendando que se aceleren los proyectos atrasados y que se están construyendo en este momento, por ejemplo, tenemos más de 4 mil megas atrasadas de años anteriores, lo que hace que se pierda la seguridad energética. De acuerdo con un estudio de la Universidad Nacional, ya podríamos estar en riesgo de desabastecimiento para el 2025 en adelante. Por esta razón, las señales de política pública se deben dar pronto, de tal forma que se puedan hacer las inversiones correspondientes y ampliar el parque generador que atenderá la demanda que está creciendo todos los días. No nos podemos quedar atrasados ni en el tema de generación, ni en el tema de transmisión, ese es el gran reto. Como todavía estamos a tiempo de corregir le hicimos un llamado al Presidente para hacer una mesa en la que se le diera prioridad y seguimiento a todos los proyectos.
¿Están listos los generadores para enfrentar el fenómeno de El Niño?
N.G: Colombia tuvo que pagar un precio muy alto hace 30 años con el apagón, en el que perdimos casi tres puntos del PIB, tuvimos 16 horas de apagón diarios, las termoeléctricas estaban totalmente estatizadas y no prendieron, y la economía tuvo un gran golpe. A raíz de esa situación, Colombia planteó un nuevo diseño de mercado, que es el gran modelo con el que contamos hoy. De hecho, en los últimos 30 años el país no se ha apagado ni una sola vez. En este orden de ideas, sí estamos preparados para el fenómeno de El Niño y no debería haber problemas de energía, además se está haciendo un seguimiento casi semanal. Sin embargo, no hay que bajar la guardia.
¿Siente que hoy avanzan a buen tiempo los proyectos de generación de energías renovables?
N.G: En este momento la matriz solar y eólica debería estar casi en el 15 por ciento, pero actualmente no llega ni al 3. Aunque se hicieron grandes esfuerzos de política pública que se perdieron en la reforma tributaria, aún hay muchas apuestas que continúan en pie para poder sacar los proyectos adelante. Pero reitero que es necesario darle confianza a los inversionistas del país, darles señales regulatorias y terminar de conformar la CREG. El llamado que estamos haciendo es muy importante porque este es un sector que le ha apostado a este país a riesgo propio, son inversiones muy altas que se recuperan a los 30 o 40 años, que no pelean contra los proyectos de comunidades energéticas, o contra los proyectos de generación distribuida o de autogeneración. No podemos olvidar que necesitamos generar seguridad energética en el país, y que son muy pocas las empresas que están haciendo esta apuesta, no solo en Colombia sino en el mundo entero.
¿Qué impacto tienen para los colombianos las dos leyes asociadas a este sector, la de servicios públicos y la ley de energía eléctrica?
N.G: La ley 142 y 143 nacen del apagón, sobre todo la eléctrica. A través de ella se dan los lineamientos principales para garantizar la estabilidad económica y la inversión de las empresas, pero además, asegurar una entrega de servicio confiable y eficiente al usuario final. Esta es una ley muy importante, que a pesar de tener algunos aspectos por mejorar, funciona y no se debe señalar como completamente fallida, lo que a veces expresan los mensajes del gobierno. Por ejemplo, ya casi el 97 por ciento de los hogares colombianos tienen penetración de energía eléctrica, aunque el porcentaje restante de familias sin energía aún es preocupante, todavía tenemos uno de los mejores índices de la OCDE. Decir que el modelo falló no es cierto, o que el tema de precios se debe a un modelo fallido, tampoco es lo correcto. De hecho, históricamente Colombia ha tenido los precios más eficientes de la región. Además, la mayor parte del tiempo a través de la energía hidráulica generamos energía eficiente, limpia y barata, mientras que lo que estamos viendo ahorita es una coyuntura de precios por otros temas, como la inflación, la pandemia, prender las térmicas con gas y carbón costoso, entre otros.
¿Cree que hoy los ciudadanos son más conscientes de la importancia de usar de manera más eficiente los servicios públicos?
N.G: Yo creo que nos falta mucho y ese es un reto gigantesco. Parte de lo que es la transición energética en el mundo entero requiere que haya una demanda supremamente activa y eficiente en las decisiones de consumo. Específicamente en el sector eléctrico tenemos que hacer dos tareas muy importantes, por un lado terminar de modernizar el mercado a través de medidores inteligentes para que la gente pueda tomar decisiones de consumo educadas y conscientes. Por el otro, yo creo que hay que hacer una campaña muy importante de ahorro de energía. Si de verdad todos queremos hacer una contribución al medio ambiente, se debe consumir energía de manera eficiente.
Ustedes están liderando dos campañas para ese propósito…
N.G: Una de ellas se llama “Que tu foco sea ahorrar” y la lanzamos en agosto de este año previendo que venía el fenómeno del Niño. Nos enfocamos en las zonas donde hace más calor porque entendemos que estos son los lugares en los que el consumo de aire acondicionado aumenta, en gran parte porque todo tiene que estar más refrigerado. lo que buscamos es generar mayor conciencia sobre el consumo de energía, tanto en los hogares, como en las empresas. Con el fenómeno de El Niño debemos estar muy pendientes de esa demanda adicional de energía y en lo posible evitar que crezca o que esté controlada, para que todo el sistema esté funcionando bien.
La segunda campaña y más reciente se llama “Colombia es energía” y tiene el propósito de eliminar los mitos que existen en la opinión pública, en entrevistas u otros espacios, por ejemplo: que los embalses están llenos y por eso los precios son altos, que las empresas hidroeléctricas botan agua, que los generadores de energía se ponen de acuerdo para poner precios en la bolsa, entre otros. Debido a que mensajes como estos han generado desinformación, estamos haciendo una tarea pedagógica para explicar cada uno de los casos y fomentar que los ciudadanos se informen.
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