Una de las banderas de la Cámara de Comercio de Bogotá ha sido la economía popular, ¿cuáles han sido las estrategias para impulsar este concepto?

Ovidio Claros: Para nosotros en la Cámara de Comercio de Bogotá y Cundinamarca la economía popular corresponde a todos esos pequeños emprendedores que no están formalizados. Desde el vendedor ambulante hasta aquel que está intentando la formalización, pero que no está registrado. A ellos les estamos dando la mano para que construyan sus sueños a través de la realización de sus emprendimientos. Que puedan entre ellos integrarse y que podamos nosotros decir como Cámara que hemos dado un gran salto en lo social a través de la asociatividad y construyendo país.

¿Qué se han encontrado al llegar a los territorios?

O.C.: Yo me siento feliz de lo que estamos haciendo en los territorios, porque la Cámara de Comercio siempre se había visto como algo lejano de los comerciantes. Lo que hemos hecho es sacar del escritorio a muchas y a muchos, incluyéndome a mí, como presidente de la entidad, e ir al territorio, ir a buscar a los comerciantes, compartir con ellos, orientarlos y asesorarlos. Lo estamos logrando. Eso nos genera una gran satisfacción dentro de los objetivos propuestos. Yo he llegado a sitios donde la gente se sorprende, y nos dice que nunca en la vida habíamos visto al presidente de la Cámara de Comercio con ellos.

Y una de las formas de consolidar más esos esfuerzos en la Universidad de la Cámara de Comercio…

O.C.: Una de las grandes apuestas que hemos hecho, entendiendo que la transformación se da por la educación, es Uniempresarial, la Universidad de la Cámara de Comercio de Bogotá. Con esto queremos impulsar la formalización en torno a la oferta educativa que no había. Estamos trabajando en programas de tecnología, ofreciendo diplomados, contratando con las localidades, el departamento y la Nación. Además, con el Sistema Dual, en tres años y medio graduamos unos chicos, principalmente de sectores populares, que terminan siendo profesionales con empleo. Así damos respuesta al empresariado y al empleo.

Ovidio Claros, presidente de la Cámara de Comercio de Bogotá. | Foto: Juan Carlos Sierra

Otro de los grandes esfuerzos son los centros de reindustrialización, ¿en qué consiste esto?

O.C.: Nosotros tenemos lo que llamamos los centros de reindustrialización ZASCA, que son unos puntos distribuidos en los barrios. Por ejemplo en el Restrepo, un sector representativo para el cuero y calzado. Allí vamos a tener unas máquinas que les van a permitir a las personas trabajar con estos materiales. Aparte de brindar los servicios habituales de registro, afiliación, conciliación y todo lo demás que hemos brindado siempre, también lo hacemos a través del ZASCA, donde la persona llega, aprende, puede probar con la máquina, y aprender cómo funciona. Así ya esa persona se va a convertir en un emprendedor. Luego lo podemos formalizar y lo vamos ayudando en la línea de financiación, en la línea de construcción de su precio, y lo vamos formalizando. Los ZASCA permiten todo ese tipo de cosas, y por supuesto hay también en otros sectores, como confección o tecnología. Este año esperamos terminar con diez centros de estos; ya vamos en los dos primeros.

¿Qué otras formas están usando para impulsar la formalización?

O.C.: Es como con un matrimonio. Primero hay que enamorar. La gente se resiste a la formalización a veces porque cree que es mejor ser informal y vivir el día a día. Es mostrarles que pueden llegar muy lejos pero tienen que creernos, dejarse ayudar. Lo que hacen con las manos, lo podemos pulir y lo podemos llevar a algo que se empieza a denominar empresa. Pueden ser empresarios y empezar a tener empleados. Quienes han creído, salen de la informalidad, y luego de la formalización pasan al registro y terminan siendo afiliados en la Cámara de Comercio, con todas las ventajas que eso da. Tenemos muchos casos. Recuerdo a una señora en la localidad de San Cristóbal, que vimos todo el potencial que tenía y le dije que podía llegar a ser exportadora y no creía. Hoy ya está exportando. Le cambió la vida, los ingresos, todo. Cuando la gente entiende que la Cámara de Comercio es un filón de oportunidad efectivamente lo logra, pero tienen que creer. Por eso mi tarea ha sido bajarme del pedestal del edificio tan bonito que tenemos, e ir a los barrios y compartir con la gente, no solamente en Bogotá sino en la región.