Todos quieren cumplir años, pero nadie quiere envejecer, cuando le toque véngase para el ancianato Nicolás Medrano”, dice entre risas Basilia, una abuela de 84 años que desde 2016 llegó a este hogar del adulto mayor ubicado en Quibdó. Del pasado guarda tres recuerdos: a sus hermanos, la casa donde vivía en San Isidro –un asentamiento ubicado junto al río Quito-, y a su mejor amiga que hasta hoy la acompaña: su mamá Felipa, una señora de 112 años con quien duerme, baila y pasa los días tranquilos.
Basilia es el testimonio vivo del poema que José Saramago le dedicó a la vejez: “tiene la edad que quiere y siente, la edad en la que puede gritar sin miedo lo que piensa y hacer lo que desea sin miedo al fracaso o a lo desconocido”. Su memoria le dice que tiene 28 años y bajo esa lógica participa de los desfiles, las obras de teatro, danzas y de cuanto concurso realizan en el ancianato Nicolás Medrano pensando en el bienestar de los 78 adultos mayores que allí conviven.
“Quibdó tiene un sentido de pertenencia muy grande por el adulto mayor. Aquí no hay horarios para brindarle atención inmediata a un abuelo. Por ejemplo, cuando hay alguna necesidad yo hago el anuncio por la emisora y de una vez se suman los dueños de supermercados y los comerciantes para ayudar, la gente siente amor por las personas que edificaron esto y ese trabajo en equipo nos ha permitido brindarles buen cuidado a los abuelos”, cuenta el padre Cesar Augusto Perea, de la Parroquia de Fátima en Quibdó.
El padre hace referencia tanto a la atención que se les brinda a los adultos mayores que viven en el ancianato como a los que llegan en el día a recibir alimentación a los Centros Vida. “En estos lugares tienen médicos, terapeuta, recreacionista, enfermera, trabajadora social, psicóloga, y cada uno desempeña un papel con amor y entrega, siempre buscando que la vida que les queda la vivan con dignidad”, enfatiza.
Todo esto se ha logrado gracias a un trabajo en conjunto entre la Alcaldía de Quibdó, la Gobernación del Chocó, la Diócesis de Quibdó y la Fundación Esperanza, Amor y Vida. De acuerdo con el padre, “en el aspecto económico ha habido un gran compromiso por parte del gobernador Ariel Palacios y del Alcalde Martín Sánchez, quienes nos han permitido estar al día con el pago del personal que allí trabaja. Esta era una deuda que teníamos atrasada con el ancianato Nicolás Medrano, que ya logramos sanear”.
Según la Organización Mundial de la Salud los entornos tienen una influencia importante en el establecimiento y mantenimiento de hábitos saludables para los adultos mayores. Por eso en diferentes puntos de la ciudad se han dispuesto gimnasios biosaludables accesibles para todos y se viene trabajando en brindar espacios seguros para ellos. El gran reto, precisa el padre Cesar Augusto, es llegar a más población. “Yo creo que debemos mirar los sectores donde hay más pobreza, pero hay que ir a la zona periférica. Porque la pobreza y la dignidad no tienen religión. Un sacerdote no puede excluir a nadie, debe ser pastor y desde ahí estamos trabajando con amor”, afirma.
Un amor que se hace evidente al ver el rostro sonriente de abuelas como Isa, quien también está en el ancianato Nicolás Medrano desde hace un año. “Gracias a Dios aquí estoy muy bien, amañada con este personal que me quiere y al que quiero. Me la paso feliz acordándome de todas las diabluras que hacía. Aquí soy la pelota del juego porque a todo le hago. La vejez es muy linda”.
*Contenido elaborado con apoyo de la Alcaldía de Quibdó.
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