Hace pocos días, con la alegría de volver a una vida con mayor interacción social, me encontré a una amiga de la juventud que hace casi dos años no veía. Conversando con ella, supe con sorpresa que renunció a su trabajo como ejecutiva de una compañía y se dedicó a vender una experiencia en torno a comida campestre. ¡Suena bien! Me contó con entusiasmo que ahora la contratan vía redes sociales y que está feliz. Nos despedimos, pero mi mente no logró dejar de pensar en cómo esta historia no es aislada, en cómo la pandemia nos cambió la forma de ver el trabajo y en cómo las organizaciones tenemos un reto mayor para retener y atraer al mejor talento.
Si bien no hay una fórmula mágica y los académicos tienen diversas teorías sobre iniciativas a adoptar, quiero exponer tres puntos específicos en los cuales nos enfocamos para lograr retener el talento presente y futuro de la organización en la cual trabajo. Primero, valoramos el bienestar por encima de todas las cosas. Es por ello que, día a día, buscamos que las personas que trabajan en la compañía se sientan en equilibrio. Hemos dado apertura al retorno a la oficina de forma voluntaria, gradual, flexible y segura. El fin: que el espacio laboral deje de invadir la casa y permita disfrutar del hogar como sitio de descanso y reunión familiar.
Segundo, formación como herramienta de fidelización: el objetivo es desarrollar en los empleados conocimientos que favorezcan el contexto no solo de la organización sino suyos como individuos. Mi teoría es que un empleado que esté a la vanguardia, que sienta que su conocimiento es valorado y que la organización le brinda espacios de formación de todo tipo, es un empleado fidelizado.
Así, hemos orientado acciones para responder a las demandas actuales, sobre todo en temas de desarrollo, programación y diseño. En ese sentido, en medio de la pandemia, adelantamos Bancolombia Tech y la Academia Bintec, dos espacios de conocimiento abierto para conversar con expertos sobre temas que son tendencia en el universo de la tecnología y la innovación.
Tercero, retarnos. Estoy convencido de que cuando las personas nos sentimos retadas y con metas altas, somos capaces de poner el máximo potencial desde el ser, el hacer y el saber, logrando grandes resultados. Nuestro foco no solo es retar a los empleados actuales sino atraer talento joven y nuevo. Un ejemplo es la incubadora de talento, en la cual convocamos estudiantes que desde temprana edad se incorporan a la organización y amplían su capacidad de pensamiento mientras exploran en dónde se sienten cómodos para el futuro.
Para finalizar, la nueva normalidad nos llevó a ver personas de todas las edades cambiando sus puestos de trabajo para dedicarse a vivir de sus hobbies, a montar sus propios negocios, a retirarse del mundo corporativo más temprano de lo imaginado, y, como mi amiga, a vivir de entregar experiencias que la hacen feliz. Ofrecer bienestar, formación y retos superiores es nuestra estrategia para atraer y retener empleados. Sin embargo, ante esta nueva realidad, concluyo que tenemos otro competidor sobre la mesa: la vida misma.
(*) Vicepresidente Corporativo de Bancolombia.
*Contenido elaborado en colaboración con Bancolombia.
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