Durante las últimas décadas el bosque amazónico ha sido transformado en pasturas para la ganadería, que luego de un tiempo se degradan y se disminuye notablemente su capacidad productiva. Una problemática con consecuencias dramáticas, no sólo para el bosque húmedo tropical, que disminuye sus funciones ecológicas, sino para los seres humanos pues en la medida en que se pierden las capas boscosas disminuye el agua.
¿Qué pasa si no se frena la deforestación? El territorio puede convertirse en una sabana. Sin árboles, se libera más carbono a la atmósfera y aumenta la temperatura del planeta. “Si no hacemos un ejercicio de restauración ecológica en Colombia, vamos a terminar ‘sabanizando’ la Amazonia, es decir, perdería todas sus características”, advierte Luz Marina Mantilla Cárdenas, directora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas, SINCHI.
Ante la necesidad de recuperar el bosque amazónico, el SINCHI propone 14 modelos viables de restauración ecológica. Estas son soluciones basadas en la naturaleza y en el conocimiento científico de la entidad, sobre especies que permiten recuperar los escenarios degradados y transformar la manera de ver el bosque; pasar de tumbarlo a usarlo de manera sostenible. En el proceso de restauración participan activamente las comunidades locales y desarrollan negocios verdes e incursionan en la bioeconomía.
“La gente siempre había pensado que los bosques son para tumbar y no. Son para conservar y también para usar de manera sostenible. Ese es el otro mito que tenemos: que no podemos hacer las dos cosas, pero sí es posible hacer un uso sostenible beneficiando económicamente a las comunidades locales, y también hacer una conservación de estos bosques”, explica Mantilla.
El trabajo de investigación del SINCHI ha permitido la identificación de las especies más importantes de los bosques amazónicos y determinar su nivel de amenaza.
“La respuesta a la deforestación tiene que ser la restauración, y en este escenario nosotros necesitamos que las personas que habitan la región sean las promotoras de su propio cambio a través del conocimiento científico que nosotros les transferimos”, resalta Mantilla y agrega que con esta estrategia también se contribuye significativamente a la meta del Gobierno de sembrar 180 millones de árboles.
La restauración ecológica es fundamental para contrarrestar los efectos del cambio climático global. De hecho, el período comprendido entre el año 2021 y el 2030 fue declarado como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. Para 2022, Colombia se ha fijado la meta de restaurar 1.4 millones de hectáreas, de acuerdo con el Plan Nacional de Desarrollo.
Esfuerzo comunitario
El Instituto SINCHI gestó la conformación de un grupo de jóvenes campesinos para liderar y construir conocimiento y compartir conceptos y herramientas claves que contribuyan a la restauración de los bosques. Como resultado se consolidó la primera Escuela de Científicos Locales del Caquetá, a través de la cual se fortalecieron los saberes socioecológicos territoriales de más de 250 familias campesinas de los municipios de San José de Fragua, Belén de los Andaquíes, Morelia y Florencia.
“Investigamos desde 2013 para saber con qué intensidad y especies restaurar, que no es simplemente ir a sembrar. Es un proceso planificado de acciones conjuntas con las comunidades pensando en recuperar en el mediano y largo plazo las funciones ecológicas y productivas de un área degradada”, puntualiza Carlos Hernando Rodríguez León, coordinador de la sede Caquetá.
En otro frente, el SINCHI ha llevado a cabo un proceso de restauración ecológica en la Serranía de La Lindosa, en el Guaviare, en donde las formaciones rocosas albergan una vegetación singular que se diferencia de la de los bosques amazónicos.
“Desde mediados del siglo pasado, La Lindosa tuvo unos procesos de intervención antrópica muy fuertes”, cuenta Dairon Cárdenas, director curador del Herbario Amazónico Colombiano. En total existen 136.9 hectáreas en proceso de restauración de áreas degradadas. “Hicimos un estudio de las coberturas de la Serranía, caracterizamos la flora y comenzamos ese proceso de sensibilización con las comunidades, para que, a través de capacitaciones, conocieran el valor de las bellezas escénicas y la importancia de la restauración ecológica”, agrega Cárdenas.
En el 2020, con el apoyo de dos viveros comunitarios, se intensificó la propagación e incorporación a las áreas degradadas de los afloramientos rocosos de 10.690 especies emblemáticas de la Serranía de la Lindosa.
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