En Puerto Carreño, capital del Vichada, el clima ha alcanzado este año cifras récord, llegando a una temperatura de hasta 44 grados centígrados. “Si tuvieran que dormir en Puerto Carreño sin energía, entenderían. El calor es impresionante. Hay que sacar un chinchorro afuera de la casa. Los niños sufren mucho, se trasnochan, no pueden ir al colegio, los más pequeños lloran toda la noche”, aseguró su alcalde, Jaime Ariel Rodríguez, sobre la intermitencia del servicio de energía.
Su prioridad ha sido justamente intentar resolver esta problemática y la del servicio de agua, también intermitente debido a la antigüedad y falta de mantenimiento de la infraestructura del acueducto.
En el mediano plazo, buscará fortalecer el turismo a través de proyectos como el malecón turístico del Muelle de Puerto Carreño, para el que ya tiene garantizados los recursos de la consultoría: 1.700 millones de pesos de regalías.
“Se trata de un lugar emblemático para enamorar a los visitantes, donde puedan disfrutar de la salida de la luna roja y verla luego reflejada en el agua. Podría costar unos 40.000 millones de pesos. La gobernación está dispuesta a ayudarnos invirtiendo la mayor parte de este recurso “, precisó el alcalde.
SEMANA: ¿Cuáles han sido las prioridades durante este año y medio de gestión?
J.A.R.: Hemos venido trabajando sin descanso en uno de los temas de los que hablé de forma insistente en campaña. Me refiero a la necesidad de planear y organizar el municipio; que está creciendo pero de forma muy desorganizada. Por eso, a la par del plan de desarrollo, nos enfocamos también en el esquema de ordenamiento territorial. En mayo arrancamos con la actualización catastral. Todo esto ha representado una oportunidad única que teníamos que aprovechar para proyectar el municipio que queremos a futuro.
SEMANA: ¿Dónde están las grandes necesidades de Puerto Carreño?
J.A.R.: En estos momentos el principal problema de Puerto Carreño es el acueducto. Por eso un equipo nuestro viene avanzando de la mano del Ministerio de Vivienda, para lograr que nos den la consultoría del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado. El actual fue hecho en los años 90, cuando como mucho éramos 4.000 carriñenses, y en una visita a la infraestructura pudimos constatar que está a punto de derrumbarse. Si se eleva un poco el nivel del agua, se empieza a filtrar a través de los muros estructurales de contención.
La verdad nos asustamos. Hoy solo podemos llenar el tanque cuatro horas, hasta cierto nivel, con lo cual prestamos servicio de cuatro mañana a ocho de la mañana; y cubrimos un poco más del 40% de la población; y esto es el colmo, si tomamos en cuenta que nos rodean tres ríos. De hecho, nos tocó ir hasta la Unidad de Gestión de Riesgos para solicitarles su apoyo.
SEMANA: ¿Cuántas personas viven hoy en Puerto Carreño?
J.A.R.: Aunque según el DANE y el DNP tenemos 21 mil habitantes, la realidad es que son más de 40 mil. Solo las personas extranjeras con Permiso por Protección Temporal (PPT) suman ya más de 11.000; y de acuerdo a un censo electoral la población supera los 22.000 habitantes. Así que por lógica hay más de 40.000 habitantes en el municipio.
SEMANA: ¿Qué está pasando con el tema de la energía?
J.A.R.: Aunque la alcaldía de Puerto Carreño no hace parte de la mesa directiva y de las acciones de Electrovichada, venimos trabajando de la mano del gobernador para resolver los problemas de la inestabilidad del servicio. Tenemos una planta de biomasa, de la empresa Refoenergy, que debe suplir la energía 24 horas, es decir, los 4.800 kilovatios que consume Puerto Carreño; pero hay muchas fallas, mucha inestabilidad, no es confiable.
Hay semanas en que los comerciantes reciben solo seis horas al día de energía y se les dañan los alimentos perecederos; a la gente los electrodomésticos, el único televisorcito que tienen; o hay casos como el de mi mamá que vive de una máquina de coser y esta situación la deja de brazos cruzados. Sin embargo, más que sacrificar a Refoenergy hay que ayudarla.
SEMANA: ¿Cómo podría ser esa ayuda?
J.A.R.: Son varias acciones. Se está tratando de concretar el proyecto de un parque de energía solar que nos ayude con unas diez horas al día de servicio. Sería una solución para ayudar a Refoenergy a solventar la energía, al menos durante el día. Por otra parte, la gobernación está en un proceso de compra de cinco equipos electrógenos en diésel, que pueden representar una redundancia más para solventar esta problemática.
Si el Ministerio de Minas y Energía nos da el parque solar, tendríamos un híbrido entre biomasa, diésel y fotovoltaico. Con esto estaríamos dando una solución, en el corto plazo, en al menos un 95% de lo que realmente la población requiere. Sin embargo, tenemos que pensar que a futuro hay que llevar la interconexión eléctrica nacional a Puerto Carreño. Esto sería lo más estable realmente.
SEMANA: Al tema de la energía se suman otros factores que han impactado principalmente al sector comercio, como las inundaciones de 2018 que afectaron al 70% de la población, la pandemia, el cierre de la frontera con Venezuela…
J.A.R.: Particularmente el cierre de la frontera nos ha afectado muchísimo. Necesitamos que el Gobierno nacional abra el punto de Puerto Carreño, porque nosotros vivimos del comercio con Venezuela. Para explicarlo más claramente, los comerciantes venezolanos son el cliente número uno de más de la mitad de nuestros comerciantes. Lo que ocurre actualmente es que el transporte es muy costoso por el precio de la gasolina, y toca cruzar el río Orinoco. En invierno este mide más de dos kilómetros de lado a lado; y durante el verano llega hasta los 1.400 metros.
Esto quiere decir que un pasaje a Venezuela o rentar un bongo tiene un costo bastante elevado. Para que a un venezolano le sea rentable este trayecto, debe llevar mucho más que lo que le permiten, que creo que son las 46 Unidades de Valor Tributario (UVT) para subsistencia. En conclusión, no hay comercio.
SEMANA: Antes del cierre, ¿qué era lo que más se comercializaba de Puerto Carreño hacia Venezuela?
J.A.R.: De todo, víveres, mercancías, bicicletas, dulcería. Ellos vienen por muchas razones. Esta dinámica generaba mucho empleo, porque cada comerciante tenía que contratar por lo menos 5 o 6 personas para cubrir su operación. Hoy, con la frontera cerrada, nuestros comerciantes están ahogados, pidiendo a gritos ayuda, que se reabra este punto fronterizo. De lo contrario, y además sin energía, ahora sí les va a tocar empezar a cerrar.
SEMANA: ¿Cómo está la seguridad?
J.A.R.: Como en el resto del país, lo que más está afectado es la extorsión a los comerciantes. Hace 10 años, Puerto Carreño era la capital mundial de la paz. Dormíamos con las puertas abiertas, en los corredores. De hecho, llegábamos a la casa y dejábamos la moto con las llaves pegadas, nunca pasaba nada. Era un pueblo muy sano, y en los últimos años nos ha arropado la descomposición social que se ha extendido por todo el país y al otro lado de la frontera.
Hoy se reportan hurtos a mano armada, casos de sicariato, atracos, robos. En las viviendas, a la gente se le meten y les roban hasta las gallinitas y los marranitos. El problema es que el pie de fuerza es insuficiente y es una de las solicitudes que se le hizo ya al Presidente.
SEMANA: Entre sus planes está incentivar el turismo…
J.A.R.: Tenemos un recaudo para los turistas que pagan 22.000 pesos por venir a Puerto Carreño y que suele alcanzar los 290 millones de pesos al año. Este 2024, el plan es utilizarlos para la creación del plan de desarrollo turístico y del plan y desarrollo de producto; además de la asesoría de cómo vender del destino. Si bien no soy un experto en el sector turístico, puedo afirmar con propiedad que Puerto Carreño tiene muchas cosas bonitas que ofrecer. Tenemos unas playas espectaculares y el río Orinoco es una belleza. Uno realmente puede encontrar la paz cuando lo navega.
Está el Cerro de la Bandera, donde queremos hacer unos miradores, porque aquí la puesta de sol es impresionante, además se puede hacer avistamiento de aves y de delfines rosados, y recorrer senderos turísticos. Adicionalmente, somos la entrada al Parque Nacional Natural El Tuparro; y tenemos muy cerca la Reserva Doña Ana, el Caño San Roque, el Rancho Barú, la Isla Santa Elena y el Chorro de Ventanas.
Sin embargo, tenemos una deficiencia en el sector hotelero, aunque hay muchas personas interesadas en invertir; además de una reducida oferta de rutas y frecuencia aéreas. Solo está Satena prestando servicio. En este sector vamos a invertir porque consideramos que allí están nuestras oportunidades de ingreso.
SEMANA. ¿Cuál es la mejor época del año para visitar Puerto Carreño?
J.A.R.: Definitivamente enero, febrero y marzo; apenas pasa la temporada decembrina hasta Semana Santa. Por las playas, por el espectáculo que se ve. Te vas a una playa en la noche y puedes arroparte con la arena y dormir en el lugar; y eso es espectacular. No lo vas querer cambiar por nada del mundo. El invierno también tiene sus atractivos especiales. El agua se rebasa en las piedras, en las estribaciones del macizo guayanés. Es un espectáculo hermoso.
SEMANA: Por último, ¿cómo está la producción agrícola?
J.A.R.: Nuestro principal producto es el marañón. Tenemos cerca de 18 mil hectáreas sembradas, pero no todas han empezado a producir, pues se tarda unos cinco años en comenzar a ver la ganancia. En estos momentos hay una posibilidad de negocio para los inversionistas en las plantas de procesamiento de marañón, porque hoy solo se cuenta con una planta que procesa unas 4.000 hectáreas. La región demanda una planta pública para el pequeño productor, que a la par de las privadas generen empleos.
Adicionalmente, tenemos producción de bosques para generar bonos verdes o la materia prima de la biomasa. Desde este sector se generan 1.500 empleos y estamos por elevar la cifra a 4.000 en este cuatrienio. Lo otro en lo que tenemos potencial es en las llamadas vegas de río, con 20 mil hectáreas disponibles para cultivar; y ahora necesitamos capacitación para fortalecer el cultivo de algodón. La fibra del algodón de Puerto Carreño es la mejor que hay en estos momentos en Colombia, pero se produce a menor escala porque la planta desmotadora que tenemos está obsoleta, tiene más de 40 años. Los campesinos deben poder sembrar sabiendo que les van a comprar el producto.