Laika, la principal startup especializada en servicios para mascotas de Colombia, y una de las más importantes de América Latina, es un ejemplo de innovación y resiliencia. Pese a que el mercado no atraviesa por su mejor momento debido al desabastecimiento y la inflación global, la compañía ha sabido entender las dinámicas comerciales para adaptarse y expandirse.

A principios de 2022, Laika levantó una ronda de inversión por 48 millones de dólares liderada por Softbank, y en la que aparecieron nombres como el de Jam Fund, cofundador de Tinder, y Carlos García, cofundador de Kavak. Pero, más allá del dinero, esta inyección económica fue un voto de confianza para un proyecto que está presente en Colombia, México y Chile.

En ese marco, no es fortuito que Colombia se ubique en el tercer puesto del ranking regional de venture capital (capital de riesgo), con 1.559 millones de dólares recaudados, por detrás de potencias como Brasil (7.570 millones de dólares) y México (3.571 millones de dólares), según publicó la Asociación para la Inversión de Capital Privado en América Latina.

Camilo Sánchez, director ejecutivo y cofundador de Laika, habló con SEMANA sobre el futuro de la empresa y de un tema coyuntural para el país: la reforma tributaria y cómo afectaría a los emprendimientos emergentes y startups consolidadas.

Hablemos de Laika y sus números. ¿Cuáles son las proyecciones para 2023? ¿Esperan convertirse en ‘unicornio’?

CAMILO SÁNCHEZ: Las proyecciones para 2023 son más o menos vender 300 millones de dólares. Eso incluye Colombia, México y Chile, que son los tres mercados en los que estamos. En las proyecciones del próximo año no está volvernos un unicornio (compañías que están valoradas en más de 1.000 millones de dólares), entre otras cosas, porque esto depende mucho del mercado y de la liquidez del mismo que, por lo menos este año, no está bien. En definitiva, nuestro objetivo principal es crear una gran empresa.

¿Qué retos nuevos llegaron con la pospandemia?

C.S.: Esta época trae retos para el sector e-commerce y para la economía digital, porque la gente está volviendo a las tradiciones de consumo previas al coronavirus. En el mundo vemos que las ventas por internet venían subiendo rápido y la pandemia las aceleró diez años, pero hoy están un poco más estables. Por otro lado, el gran reto de todos las startups -y en general de las empresas- tiene que ver con la cadena de abastecimiento y la inflación.

Es un problema local, por supuesto, pero también global. Normalmente hay un alza de precios anual en los sectores como el nuestro que es el de las CPG (Consumer Packaged Goods). Ahora bien, durante los ocho meses de 2022 hemos tenido tres alzas y creo que podemos terminar el año con cinco o seis. Ese reto es muy grande porque en la medida que suben los precios, y se aumenta la inflación, se crea un mal círculo.

Ya están en varios países de América Latina, ¿esperan entrar al mercado de Estados Unidos?

C.S.: No, nuestro foco será siempre América Latina. Estamos en Colombia, Chile y México, y los siguientes mercados probablemente serán Perú y Argentina. No entramos a Estados Unidos porque nuestra solución está más diseñada para las personas latinoamericanas que no tienen carro y que, además, tienen pocas opciones cerca. El mercado norteamericano es muy distinto y no seríamos de mucho valor para los clientes en este país.

¿Todos las ‘startups’ deberían buscar inversiones de capital de riesgo para crecer?

C.S.: Yo creo que también hay otras opciones. Nosotros no necesitamos de venture capital porque empezamos con recursos propios y después recibimos capital de riesgo. Un error es que la gente mide el éxito por la cantidad de capital recaudado y eso no tiene nada que ver. Hay muchas startups malas que han levantado capital y, en cambio, hay unas muy buenas que nunca logran ese recaudo. En lo que hay que enfocarse es en generar valor al cliente. Aquí regreso a lo de ser un unicornio, eso realmente importa para el ego, pero no es lo fundamental para una startup. El mensaje que les debe quedar a los emprendedores es que hay que crear valor, no levantar capital. Y los nuevos, sobre todo en esta coyuntura, se verán más obligados a eso.

Por otra parte, ha surgido un debate en relación con la reforma tributaria y el llamado ‘impuesto antistartups’. ¿Qué opinión le merece este tema?

C.S.: El impuesto más que ser un antistartup, es un impuesto antiinversión. Obviamente, el sector de las startup es el que recibe liquidez de manera más rápida. Pero acá es importante explicar que si una startup recibe 50 millones de dólares de inversión o, en su defecto, tiene ese mismo dinero en la caja, su patrimonio va a ser de 45 millones de dólares. Por lo tanto, el patrimonio de cualquier founder que tenga el 10 por ciento de dicha empresa será de 4,5 millones de dólares y tendrá que tributar sobre ese monto.

Esto no solo pasa en las startups, sino en cualquier empresa. Para una compañía sana y sin deudas que tiene 100.000 millones de pesos en inventario, sus socios van a tener que pagar el impuesto sobre el inventario como si fuera capital. Eso lo que hace es desincentivar la inversión, que es principalmente la razón de existir de las startups.

Se habla de un impuesto antistartup básicamente porque los founders somos normalmente ilíquidos. Y por eso somos los que más duro nos vamos a ver afectados por este punto de la tributaria.

Para decirlo de manera más simple, ¿las ‘startups’ no pagarían impuestos con base en lo que tienen en caja, sino en lo que se dice valen en el mercado?

C.S.: No exactamente. Es sobre lo que tiene en caja la empresa. Lo que pasa es que mezclar el patrimonio personal con el patrimonio de las empresas genera incertidumbre. Que una compañía tenga 100.000 millones de pesos en la caja no quiere decir que el founder tiene su equivalente. Poner a pagar impuestos sobre algo que no es cierto es, creo yo, algo incorrecto.

El 70 por ciento de los emprendimientos que nacen en Colombia fracasan antes de los primeros cinco años de haberse fundado. ¿Un impuesto de esta naturaleza podría ahogar a los nuevos emprendedores?

C.S.: Así es y empezar es muy difícil. Se está desincentivando a aquellos que logran alcanzar la barrera de los cinco años y también recaudan capital. Al final, las pocas startups que superan la media década y además buscan capital extranjero, estarán en una situación muy compleja y les tocará irse. Los founders van a buscar residencias fiscales de otros países y, en consecuencia, lo que ocurría es que la plata no terminará en Colombia.

En este contexto, ¿cuál es el mensaje que le envía al Gobierno?

C.S.: Hay que dialogar. Desde el sector startup, y junto con varios emprendedores, estamos hablando con el Gobierno a través del director de la Dian (Luis Carlos Reyes) y con el Ministerio de Hacienda, porque creemos que este punto de la reforma tributaria es un error. Así haya más dinero en un año, en realidad a largo plazo habrá mucho menos recaudo.