Jota Villaza es un maestro de la cuentería antioqueña. Desde los 28 años –o desde siempre– ha contado cuentos: de un borracho que llega al cielo, pero San José le impide la entrada; de un conejo con las orejas enormes; de un espantapájaros. Su avezada narración se vuelca en las historias tradicionales, en la esencia paisa: el hogar, los valores humanos. Eso le encanta. Villaza tiene 67 años y una voz cautivadora, familiar. Casi inmortal.
Del 3 al 11 de agosto se llevará a cabo el Festival Internacional de Cuentería: Entre Cuentos y Flores en Medellín (Antioquia). Este evento, que llega a su edición número 24, convocará a cuenteros expertos y aficionados de diferentes regiones del país y del mundo. Entre su programación se destaca la participación de las renombradas narradoras Carolina Rueda (Colombia) y Ana Cristina Herreros (España). Villaza es su director.
Para este cuentero, su historia más memorable es sobre un espantapájaros que brillaba en la montaña y alumbró su camino. Se iba a convertir en padre y eso lo atemorizaba. Entonces buscó respuestas en un retiro espiritual y las encontró.
“A lo lejos vi una cosa de colores. Era un espantapájaros que habían hecho con una colcha de retazos. Me senté pensando en mi hijo, que yo quería que fuera niña. En ese momento lo supe todo. Cuando regresé a ver a mi esposa, se me ocurrió la historia de una niña con un espantapájaros y un papá que no la entiende. Ese cuento la gente lo aplaude, le encanta. Lo publicaron hasta en Argentina”, recordó Villaza.
El hijo de Villaza nació varón. De hecho, sus otros dos hijos y sus dos nietos también lo son. En su casa, afirmó el cuentero, todos aguardan la llegada de una niña. Mientras tanto, ella vive en la ficción de su cuento. Un cuento que desde los cuatro años sus hijos empezaron a narrar.
“El festival nació en el año 2000 con la corporación Viva Palabra. Antes había uno en Medellín, pero lo cancelaron por falta de plata. Empezó con una muestra de 15 personas y luego se nos unieron los cuenteros de la ciudad. El festival se conserva relativamente pequeño, pero lo preferimos así”, comentó Jota Villaza, codirector de la corporación.
En el marco de la Feria de las Flores, el Festival Entre Cuentos y Flores ofrecerá una programación cultural con más de 30 narradores que conquistarán al público paisa con sus épicas e intrigantes historias. Según Villaza, este espacio también es una oportunidad para suscitar reflexiones, cultivar la imaginación y propiciar el encuentro con el arte y la literatura.
“Yo creo que los cuentos son vitales para el desarrollo de la imaginación y del pensamiento. Todos podemos llegar a ser excelentes cuenteros. Hay personas con gran capacidad y personas con gran decisión”, agregó el cuentero.
“Este festival es uno de los más importantes y con mayor trayectoria. Siempre ha tenido una programación incluyente, varias categorías para la participación de artistas aficionados e interesados. Es un lugar para compartir la oralidad a todos los actores de la sociedad”, afirmó la cuentera Carolina Rueda.
Hace 12 años que Rueda, una de las cuenteras más reconocidas del país, no participaba en el festival. Su voz mantiene una dicción perfecta. Cuando Rueda habla, pareciera que su voz fuera la única cosa viva. Se roba la atención.
“Es un oficio misterioso que no se sostiene en cánones. El hecho de tener una buena voz o presencia no significa que el cuento funcione. La comunicación es un coctel, en la que participan tanto los narradores como el público. Eso es una chiripa y la experiencia a veces me ayuda a buscarla. Pero la maravilla de esto es que siempre estás aventurando”, mencionó.
La prestigiosa cuentera describió su oficio como una aventura y agregó que era “una construcción a dúo de una escenografía que nos sale a nosotros por la boca y al público de su propia imaginación. Uno entra a las funciones con una ebriedad consciente, pero la bolita que guía el cuento se mueve sola. Yo solo ajusto el juego”.
A veces, cuando Rueda se prepara para contar un cuento, esculca en su memoria y busca en los recuerdos que se le escaparon: indaga en el olvido. “Leo mucha ciencia ficción, crónicas y relatos de la vida cotidiana. Sin embargo, creo que hay un montón de historias que están guardadas en la memoria y que de repente, en otro momento de la vida, sirven para contarse y las cuento”, comentó Rueda.
De España a Colombia
Ana Cristina Herreros vive muchas vidas, tantas que algunas las tiene que inventar. Es doctora en Literatura lírica, pero abandonó el verso y lo sustituyó por la narración. Tomó la decisión después de experimentar algo que para la cuentera española fue inaudito: ver al público de Madrid concentrado y callado por una hora.
“Por casualidad me encontré con dos narradores que hacían una presentación, uno de ellos era la colombiana Carolina Rueda. Ella hizo la magia de convertir el teatro en un lugar donde sucedían un montón de cosas. Una de ellas, mantener en silencio al público madrileño por más de una hora. Por ella soy narradora oral”, expresó Herreros.
En 2023 obtuvo el Premio Nacional al Libro Mejor Editado (España) y The New York Times lo seleccionó como uno de los mejores libros infantiles del mundo. Es una versión de La verdadera historia de la rata que nunca fue presumida, un cuento que habla de la necesidad de identificar al predador y no caer en sus brazos, que en el fondo es una historia que alerta a las niñas más pequeñas a discernir quién puede hacerles daño.
“Los cuentos siempre acaban con la reparación del daño y la justicia. Los cuentos transmiten la posibilidad de habitar un mundo donde se repare el daño. Con la supervivencia de todo eso que llamamos cultura, es que podemos mantener nuestra propia vida. Los cuentos son para vivir”, concluyó Herreros.