Aproximadamente, el 7 por ciento de la población colombiana es portadora de biopolímeros, sustancias no compatibles para el cuerpo humano que cada vez son más populares entre quienes buscan mejorar su apariencia física, y que pueden producir daños a nivel local en el sitio donde se administran, afectando de manera irreversible los órganos, aparatos o sistemas, debido a que producen una reacción inmunológica crónica en el cuerpo.
¿La razón? Los biopolímeros que más se usan son en un 90 por ciento polidimetilsiloxano o silicona líquida; y en un 10 por ciento sustancias como polimetilmetacrilato, un cemento óseo indicado únicamente como sustituto oseo en fracturas complejas; parafina, producto con el cual se fabrican las velas, y aceites industriales, petrolatos, vencenos, parabenos y synthol, entre otros. El doctor Jaime Pachón, cirujano plástico reconstructivo y pionero a nivel mundial en el procedimiento y tratamiento de extracción de biopolímeros, explica por qué este tipo de procedimientos no autorizados deben ser considerados un problema de salud pública.
¿Por qué inyectarse biopolímeros afecta la salud?
JAIME PACHÓN: El problema radica en que los biopolímeros se comercializan como productos con fines estéticos, de rápida recuperación, sin dolor o molestias aparentes, que tarde o temprano generan reacciones de índole inmunológica en el cuerpo. Esto desarrolla una condición que describí y publiqué en la Revista Americana de Cirugía Plástica que se conoce como Enfermedad Adyuvante Humana causada por Biopolímeros (EAHB), la cual puede afectar órganos, aparatos o sistemas como la glándula tiroides, glándulas salivales y glándulas lacrimales, debido a un compromiso del sistema inmunológico. En consecuencia, surgen además otras enfermedades como tiroiditis de Hashimoto, Sindrome Sjogren, Artritis o Lupus like. A lo anterior se suma el riesgo de que estos tejidos inyectados por biopolímero desarrollen de forma crónica cambios precancerigenos.
¿Cuáles son los signos de alarma?
J.P.: Aunque los síntomas pueden empezar a aparecer de forma inmediata a su administración, lo más común es que al sexto año de haberlos inyectado empiecen las molestias en el 35 por ciento de los pacientes. Por lo general, después de 30 años todas las personas portadoras del producto presentan alguna condición o síntomas asociados. Normalmente, los pacientes suelen padecer dolores musculares y articulares, cansancio, somnolencia, fiebre, pérdida de memoria, dolor de cabeza, inflamación del colon, intolerancia a la luz fuerte o a los sonidos, cambios en el estado de ánimo e irritabilidad. La administración del producto en glúteos, cara, senos, genitales y extremidades superiores o inferiores debuta con enrojecimiento, calor, inflamación y sensación de quemazón.
Después de confirmar la presencia de biopolímeros, ¿qué se debe hacer?
J.P.: El biopolímero siempre debe ser retirado, así el paciente esté asintomático, pues en estos casos lo importante es minimizar la posibilidad de secuelas o complicaciones derivadas de su administración. Tratar esta problemática es como tratar asma, diabetes, hipertensión arterial o cualquier otra enfermedad crónica. ¿Qué pasa si no se retiran? La respuesta es sencilla: los riesgos de no retirarlos son mucho mayores y graves que cualquier riesgo quirúrgico.
¿Cuál es la técnica adecuada para extraerlos?
J.P.: Nunca se va a poder extraer el ciento por ciento de los biopolímeros, y no por la experticia de los cirujanos o la dificultad del caso, sino porque extraerlos completamente implicaría quitar piel, grasa, fascia, músculo, órganos o sistemas en su totalidad, y esto no sería factible. Las técnicas cerradas no las recomiendo porque favorecen la migración y desencapsulamiento del producto, lo que puede empeorar el problema. En ese sentido, la recomendación es la técnica abierta, que busca retirar la mayor cantidad posible de producto.
¿En qué consiste la técnica MASK creada por usted?
J.P.: Meticulous Approach Safer and Keeper (MASK), es una técnica abierta que también llamo ‘en antifaz’. Este tipo de procedimiento consta de un componente paliativo, donde se retira la mayor cantidad de biopolímero y se mejora la calidad de vida, un componente funcional, que mejora signos y síntomas, y un componente reconstructivo, porque aunque el procedimiento no es de índole estético, en la técnica en algunos casos preserva una posibilidad estética dependiendo de la severidad del caso y la gravedad del compromiso de los tejidos.
¿Cómo saber si un producto del mercado es el adecuado?
J.P.: Hay que sospechar de los precios económicos, de ofertas especiales, de los productos que se enmascaran con otro nombre: músculo estriado, células expansivas, colágeno inyectable, ácido hialurónico o peptona. Sepa quién es el profesional y si el producto está categorizado dentro del registro sanitario o registro invima, porque hoy existe gente inescrupulosa que ofrece soluciones rápidas y sin molestias que pueden complicar su estado de salud.
¿Qué actividades se deben evitar para no activar los biopolímeros que quedan?
J.P.: Los síntomas empeoran con el de porte de alto impacto, consumo excesivo de carbohidratos y de alcohol, actividades que generan calor como sauna, turco, jacuzzi, cámara de bronceo y exposición solar directa.
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*Contenido elaborado con apoyo del doctor Jaime Pachón