Yurani tenía 3 años cuando su papá fue asesinado, su hermana apenas 18 meses y el mayor de la casa solo 15. Los niños de la familia David Berrío crecieron en un territorio marcado por la violencia, en el municipio de Dabeiba, Antioquia. Yurani recuerda en su infancia y juventud siempre la sombra de una guerra que no les pertenecía.

“No teníamos recursos, faltaba la comida, no tuvimos educación, excepto un profesor que iba una vez al mes. Las circunstancias fueron muy difíciles, pero, gracias a Dios, mi mamá tuvo energía para sacarnos adelante, nunca pensó llevarnos a la ciudad. Siempre dijo, ‘nos quedamos aquí, de la mano de Dios, así sea con miedo’. Ella se aferró a la finca y a sus hijos”.

Al dolor de perder a su padre cuando era una niña se sumó la pérdida de su hermana, que en medio de una frenética búsqueda por un futuro mejor terminó en la guerrilla de las Farc.

El arraigo, la persistencia y una fe inquebrantable mantuvieron a esta familia en su rincón en Dabeiba. Cada uno buscaba el sustento trabajando la tierra, de manera muy precaria. En 2023 su destino y el de otras 29 familias de Urabá cambió al vincularse con un proyecto de investigación financiado por el Fondo Nacional Francisco José de Caldas, del MinCiencias y la IU Digital de Antioquia.

En total, 30 familias participan con diferentes iniciativas en la región. | Foto: Archivo particular

Diana Guzmán, docente e investigadora principal del proyecto por parte de la IU Digital, explicó que el objetivo era fomentar el “agroecoturismo como modelo bioeconómico a través de la transferencia de conocimiento de los Nodos Subregionales para la pervivencia y la construcción de paz en los municipios de Dabeiba y Arboletes”. Las familias, en su mayoría afectadas directamente por el conflicto armado, podrían generar un negocio productivo a partir del potencial turístico, ecológico y ambiental de sus territorios.

“Estas familias han vivido en condiciones muy precarias. Sin embargo, sus sueños siempre han sido tener un emprendimiento, un negocio propio que les permita mejorar su calidad de vida. Ellos sueñan con permanecer en su tierra”. Gracias a ese anhelo, las 30 familias han mostrado una enorme disposición para el aprendizaje. “Ellos suspendían su actividad productiva cuando era necesario para recibir la asesoría, entre todos construyeron las rutas agroecoturísticas a través de las cuales se desarrolló el proyecto, eso significaba identificar caminos con fuentes de agua, con fauna y flora endémica, con potencial para desarrollar estos negocios”, detalló Guzmán.

El proyecto ha incorporado varias innovaciones para que en estos municipios se fortalezca el potencial para el turismo ecológico y en las rutas definidas prevalezca la riqueza natural, ancestral y cultural. El quiosco de las David, por ejemplo, tiene restaurante, alojamiento y rutas turísticas para el visitante. Es uno de los emprendimientos de Dabeiba, pero hay otros en Arboletes; y todos significan la posibilidad de un futuro prometedor para estas 30 familias. “Ha sido una experiencia maravillosa compartir con todas estas personas, aprender del negocio, mirar que hay mucho por hacer. Económicamente la situación ha cambiado, hay un mejor ambiente, hay más oportunidades. No somos ricos, pero ya no somos pobres”, aseguró Yurani.