La creación de Reservas Naturales de la Sociedad Civil en municipios como Gachantivá, Ráquira, Sutamarchán, Villa de Leyva, Arcabuco y Samacá, en Boyacá, se ha disparado. La razón es que le están apostando a convertirlas en jardines botánicos que incentiven la protección y la conservación de especies nativas y de los recursos naturales de la zona. Hoy, ya son ocho las reservas convertidas en jardines.

Ángela Zuluaga, líder del proyecto Red Jardines Botánicos de la provincia de Ricaurte (REDJAB), explica que se “está perdiendo mucha biodiversidad porque no la conocemos, no sabemos su uso, su importancia ni su rol en el medio ambiente. Hace unos años, la problemática de la minería en Gachantivá era muy fuerte y la solución  fue establecer las fincas y terrenos aledaños como reservas naturales”.

En los ocho jardines botánicos de REDJAB hay más de 500 especies de plantas de ecosistemas de bosque andino y subpáramo, y más de 40 colecciones de especies nativas. Los jardines cuentan con viveros de propagación y senderos interpretativos, y se enfocan principalmente en restaurar, educar e investigar, por lo que necesitan del apoyo de universidades, comunidades y personas apasionadas por la naturaleza.

En Gachantivá se encuentra el Jardín Jacamaki, que acoge a las artesanas y tejedoras de la región para utilizar de manera responsable, respetuosa y sostenible, las fibras y la materia prima como el fique, para realizar cestería, amarres, estructuras y decoraciones como un homenaje a la herencia Muisca. “Inicialmente, el territorio de Jacamaki era un potrero, por lo que empezamos a restaurar la reserva para recuperar el bosque. Con la pandemia, muchas personas han decidido alejarse de las ciudades y migrar al campo, por esto es importante que se sepa que pueden hacer un aporte al ecosistema y a la creación de corredores naturales, no importa si tienen una o diez hectáreas de terreno”, agrega María Andrea Otero, encargada de Jacamaki.

Este modelo de jardines botánicos ha permitido impulsar la apropiación social de la conservación ambiental. La idea es que los visitantes vivan experiencias sostenibles que los conecten con la naturaleza y puedan participar de capacitaciones sobre botánica para no botánicos, el uso de plantas medicinales, botiquines naturales,  conservación del ecosistema; todo esto articulado bajo una estrategia de turismo responsable, desarrollo sostenible y conservación de la flora y fauna.

Zuluaga reconoce que el esfuerzo ha dado resultados y ahora hay más personas que quieren aprender sobre los bosques, las fuentes hídricas y los ecosistemas. El reto es poder replicar este modelo para que más reservas se puedan convertir en jardines botánicos y así fortalecer las redes de apoyo, restauración, conservación, educación e investigación de los bosques.