Como si se tratara de una fábula infantil, el jaguar y el oso andino emprendieron camino para encontrar un hogar en el que estuviera el bosque que los alimenta, el agua limpia que calma su sed, el verde que los hace felices. Esta travesía la hacen porque su casa fue destruida, muchos de sus amigos desaparecieron y, a la fuerza, debieron salir a explorar nuevos paisajes. Pero este no es un cuento infantil, es la realidad de dos especies amenazadas por la deforestación en Antioquia.
Con un área superior a 63.000 kilómetros cuadrados, Antioquia representa el 5,6 por ciento del territorio colombiano. Según el informe ‘Cuánto vale la Naturaleza’, del grupo de investigación en Servicios Ecosistémicos y Cambio Climático (SECC), el 49 por ciento de las especies de mariposas, el 30 por ciento de las especies de plantas, el 52 por ciento de las especies de aves, el 51 por ciento de los mamíferos y el 30,6 por ciento de los anfibios del país habitan en este departamento.
Sin embargo, mientras el país reporta una disminución del 10 por ciento en las áreas deforestadas, Antioquia registró casi 30 alertas durante el primer semestre y un aumento del 28 por ciento con respecto al primer semestre de 2022. Silvia Elena Gómez, secretaria de Medio Ambiente de Antioquia, explicó que la declaratoria de emergencia climática, establecida en 2020, ha conducido a la adopción de un plan integral de cambio climático orientado a la protección de la biodiversidad. “Dentro de las acciones que se han implementado hay avances en agricultura resiliente y regenerativa; energía y transporte; soporte a la biodiversidad, los ecosistemas y sus servicios; desarrollo urbano más sostenible e iniciativas más competitivas, y nuevas economías más asequibles a todas las comunidades y actores”, precisó.
Antioquia es el primer departamento de la región andina en áreas deforestadas, “y eso nos obliga a hacer un esfuerzo que detenga este flagelo que impacta directamente a las especies de fauna y a ecosistemas como bosques, ciénagas y manglares”. Una de estas estrategias es la de los guardacuencas, que son guardianes de la naturaleza y trabajan en la restauración ecológica. Además, está el programa Antioquia Reverdece, que busca la recuperación de los ecosistemas mediante la siembra de 40 millones de árboles durante cuatro años en el departamento.
A esta iniciativa se vinculó la empresa privada a través de una alianza que promueve campañas de siembra en las organizaciones como parte de los programas de bienestar y responsabilidad social. De la mano de las autoridades ambientales del departamento se interviene en las comunidades de las regiones afectadas en temas de sensibilización y participación social. “Tenemos más de 5.000 familias en el departamento que sirven como guardafincas, en una labor que les representa pagos por servicios ambientales, a la vez que se convierten en líderes de la protección de los ecosistemas”.
La secretaria de Ambiente añadió que la meta es asegurar la conservación de especies sombrilla como el oso andino, el jaguar y el manatí. Según el World Wild Fund, estas requieren de grandes extensiones de tierra para subsistir de manera natural y actúan como un canal para la conservación de todo el ecosistema asociado: si la especie está bien, su entorno también goza de buena salud.
Proteger la biodiversidad
Las autoridades ambientales del departamento (Área Metropolitana, Corantioquia, Cornare y Corpourabá) han alertado sobre la necesidad de reforzar el cuidado de la biodiversidad como un bien estratégico de la nación. La directora de Corantioquia, Ana Ligia Mora, afirmó que desde esa corporación autónoma se trabaja en fomentar en todos los actores –públicos, privados, sociales y comunitarios– la apropiación de los elementos naturales.
Parte de esa apropiación tiene que ver con el correcto uso de los mismos. “Tenemos el programa de negocios verdes con el Ministerio de Medio Ambiente que impulsa en las comunidades el aprovechamiento sostenible de los elementos naturales, y genera líneas de emprendimiento o soluciones a las problemáticas qué hay en el territorio”, indicó la directiva.
Parte de la estrategia también comprende la gestión sostenible de los bosques, legalizar el uso de los recursos naturales a partir de la siembra, restaurar áreas degradadas y declarar áreas protegidas, todo para tener unos focos prioritarios de conservación, blindar los territorios de otros usos y poderlos utilizar de manera sostenible. “Adicionalmente, buscamos la protección de nuestra fauna silvestre. Para ello, hemos priorizado el cuidado de la biodiversidad como una forma de crecimiento”, señaló Mora.
A pesar de los esfuerzos, la deforestación es implacable para el territorio antioqueño. Y cuando se habla de este fenómeno también se hace referencia al impacto de la actividad minera, gran responsable de la pérdida de bosques. Mora advirtió que la minería es un renglón fundamental en la economía del departamento, “pero se requieren espacios de conversación para complementar las acciones institucionales y de las empresas de manera que la minería sea una línea económica sostenible. Sobre todo, es prioritario fomentar la formalización y la legalidad en el uso de los recursos naturales, una implementación adecuada de las compensaciones ambientales y ahondar en la responsabilidad social y ambiental de las empresas”.
El gran problema, reflexionó, está en la minería ilegal. “Este es un fenómeno histórico especialmente en las regiones del Bajo Cauca y el nordeste antioqueño, en donde se concentra el sector minero informal e ilegal. Hemos venido haciendo jornadas de formalización para que ellos tengan los instrumentos ambientales requeridos. Ese es el reto fundamental”, concluyó.
Tesoros de la selva
El oso andino, también conocido como oso de anteojos o jardinero del bosque, es una de las especies que se ha visto afectada por el acelerado proceso de deforestación de Antioquia. Este animal de pelaje negro y mirada intrigante hace parte del segmento de especies sombrilla, establecidas por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), que habitan en el departamento. En este grupo también está el jaguar, el tercer felino más grande del mundo y el primero en el continente. Este animal requiere de vastas áreas para su supervivencia, por lo que preservar su hábitat requiere de la protección de otras especies que habitan los mismos territorios.