El Valle del Cauca, marcado por años de violencia y narcotráfico, ha iniciado una transformación profunda que surge en respuesta a las crisis económicas y sociales, especialmente tras el estallido social de 2021. Esta protesta fue un punto de inflexión para la región, impulsando a la sociedad civil, a los sectores público y privado a colaborar de manera más efectiva en la reconstrucción del tejido social y económico.
La protesta social fue un llamado al Gobierno, así como a las empresas y organizaciones para participar activamente en esta reconstrucción. En medio de esta transición, el papel de la Fundación ProPacífico ha sido fundamental. A través de alianzas estratégicas entre diversos sectores, esta organización ha logrado catalizar proyectos de alto impacto, que buscan no solo cerrar las brechas socioeconómicas, sino generar un cambio estructural en la región.
Uno de los ejemplos más visibles de estos esfuerzos es la iniciativa Compromiso Valle, impulsada por Propacífico, que desde el estallido social ha reunido a más de 705 empresarios y líderes sociales para generar nuevas oportunidades en el departamento y cerrar brechas socioeconómicas. María Isabel Ulloa, directora ejecutiva de esta organización sin ánimo de lucro, explicó que la interacción entre los líderes empresariales, los jóvenes y el sector público ha sido clave para avanzar en esta nueva etapa de desarrollo regional.
Pedro Felipe Carvajal, presidente de la Organización Carvajal, coincide en que el estallido social expuso un malestar que iba más allá de lo económico. “Fue un llamado a la transformación integral del Valle”. Por eso, este empresario ve en iniciativas como Compromiso Valle la oportunidad de crear espacios genuinos de diálogo con las comunidades.
“Hoy veo un Valle que se atreve a liderar conversaciones difíciles y que ha encontrado en su gente el motor para transformarse”, aseguró Carvajal, líder de una organización con más de 14.000 empleados, que solo en 2023 destinó más de 46.000 millones de pesos en proyectos que beneficiaron a 223.000 personas, con la meta de reducir la pobreza 25 por ciento al 2026 en comunidades priorizadas. “Porque no puede haber una empresa sana en un entorno socialmente enfermo”, sentenció.
Por su parte, Ulloa aseguró que los empresarios del Valle han comprendido que su responsabilidad no se limita a la generación de riqueza, sino que deben ser actores activos en el bienestar de sus comunidades; colaborar con líderes sociales y el sector público. “Este compromiso no nace de la culpa, sino del reconocimiento de que pueden hacer una gran diferencia”, afirmó la directora ejecutiva de Propacífico, que a la fecha ha logrado movilizar a más de 69.500 participantes y generado más de 3.598 empleos, consolidándose como una fuerza transformadora en la región.
Para Diana Rojas Atehortúa, directora de Cali 500+ y excandidata a la Alcaldía de la ciudad, el gran reto que tiene hoy el sector productivo es reconocerse como parte de un ecosistema y preguntarse cómo transformarse para impactar de manera positiva a la sociedad y el territorio. “Considero que ahí es donde se deben dar las alianzas, porque encontramos muchos esfuerzos valiosos, pero no necesariamente transformadores”, señaló.
Como parte de su labor al frente de Cali 500+, Rojas se ha propuesto escuchar a caleñas y caleños, entendiendo cómo se toman las decisiones. “Necesitamos escuchar qué esperan de esta ciudad y transformarla; debemos ser un territorio para prosperar, no solo para sobrevivir. El reto es inmenso porque la Cali que soñamos es la que van a liderar las generaciones que hoy tienen 15, 16 años; y el estallido social nos mostró que nos escuchamos poco y que los proyectos que nos hemos propuesto realizar no están solucionando problemas estructurales de la ciudad”, precisó.
Cali 500+ es la iniciativa que integra actores, instancias, agendas, planes e instrumentos de planificación para construir una ruta marco, que oriente a los tomadores de decisión y lograr que la visión de futuro de Cali tenga continuidad, a través de la gobernanza colaborativa. “Visualizo una ciudad en la que los jóvenes decidan vivir y puedan hacerlo, porque hoy no estamos logrando eso. Hay estudios que muestran cómo el desempleo entre jóvenes llega al 20 por ciento, o que, en 47 de cada 100 asesinatos, las víctimas son ellos (Cali Cómo Vamos, 2021). Y en las conversaciones que hemos tenido encontramos que la mayoría están pensando en irse de la ciudad o del país”, explicó Rojas.
Para Ulloa la juventud ha demostrado ser un motor de cambio, reclamando espacios de participación y generando un impacto tangible en sus comunidades. “Es posible unirnos, a pesar de nuestras diferencias, para construir un futuro mejor”, reflexionó y destacó la necesidad de crear oportunidades que permitan a la juventud ser protagonista en la transformación del Valle. Sin embargo, el camino por recorrer es largo. Del total de desempleados de la ciudad de Cali, el 40,1 por ciento son jóvenes, según datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares del Dane. Además, es bajo su acceso y tránsito a la oferta de formación posmedia: solo cuatro de cada diez transitan a educación técnica, tecnología o profesional.
Buscando hacerle frente a esta realidad, iniciativas como ‘Aprendizaje para la Vida Productiva’, liderada por Comfandi, trabajan por conectar la educación, la empleabilidad y el desarrollo empresarial en un solo proyecto, ayudando a cerrar las brechas entre la oferta educativa y las demandas del mercado laboral. El objetivo es impactar a 20.000 personas, enfocándose en la formación integral desde la educación preescolar hasta la posmedia, con el fin de preparar a los jóvenes para su vinculación laboral o para emprender.
Símbolos de resistencia y orgullo
La cultura también ha cumplido un papel decisivo en la transformación del Valle del Cauca. El Festival Petronio Álvarez, que celebra las tradiciones musicales del Pacífico colombiano, ha sido un motor clave para fortalecer el tejido social. Ana Copete, exdirectora del festival, señala que la música y las tradiciones afrocolombianas no solo unen a las comunidades, sino que conectan al Valle con sus raíces africanas y americanas. “Las músicas tradicionales del Pacífico, como las de marimba, son un símbolo de resistencia y orgullo para la región”, afirmó.
El Petronio Álvarez ha trascendido el ámbito cultural, convirtiéndose en un espacio de expresión para las comunidades afrodescendientes, que encuentran en él una plataforma para visibilizar sus luchas y contar sus historias. “De esta forma ha contribuido a la construcción de nuevas narrativas sobre lo que significa ser vallecaucano y reconocerse desde la diversidad”, puntualizó Copete.
En esto coincidió Leydi Higidio, secretaria de Cultura de Cali, para quien el festival es mucho más que un evento musical: es un espacio de reivindicación social y política, que “permite a las agrupaciones expresar sus realidades, no solo como un espectáculo, sino como una manifestación genuina de sus vidas”, señaló.
Además, a lo largo de los años, el Petronio ha crecido y se ha expandido hacia colegios y espacios públicos, democratizando el acceso a la cultura del Pacífico. Esta expansión ha fomentado un diálogo intercultural que ha roto estereotipos y ha promovido una mayor comprensión de las comunidades afrocolombianas. “Las agrupaciones participantes se convierten en referentes para las nuevas generaciones, inspirándolas a valorar su identidad cultural y usar su voz para el cambio social”, advirtió Hidalgo.
Ana Lucía Llano Domínguez, directora del Museo La Tertulia, también destacó el papel del arte en la transformación social del Valle, por eso este espacio se ha comprometido a mantener un diálogo constante con la ciudad, conectando territorios, públicos y artistas. Las exposiciones del museo han abordado temáticas sociales y políticas relevantes, creando espacios de reflexión y encuentro. “El arte es un vehículo para el cambio social, nos invita a cuestionar y repensar nuestras realidades”, explicó Llano, resaltando la importancia de proyectos como ‘21 obras en el cambio de tiempo’ y ‘Wilson Díaz. Gusto y conflicto’, que destacan la relevancia de movilizaciones sociales y la trayectoria de artistas en contextos críticos como el narcotráfico.
El Valle del Cauca está construyendo una nueva identidad basada en la colaboración entre los sectores público y privado, la cultura, y la participación activa de la sociedad civil. La cultura y el desarrollo sostenible son ahora pilares fundamentales en el proceso de transformación de la región, que aspira avanzar hacia un futuro más equitativo, donde se valore la diversidad cultural y se promueva el bienestar social para todos.