En el municipio de Calarcá, Quindío, entrando un kilómetro por el parque Baudilio Montoya, entre las veredas Potosí y La Bella, sobresale un gran domo donde cacatúas, pericos y canarios se posan en las manos de los visitantes.
En la finca Domo Aves y Café es posible interactuar directamente con estas pequeñas aves, disfrutar un café especial, aprender sobre el cuidado y conservación de la avifauna, y llevarse un grato recuerdo de la cultura cafetera.
Este atractivo turístico inmerso en el bello paisaje cafetero entró en operación en el mes de octubre del 2021 y desde entonces se hizo muy popular entre turistas colombianos y extranjeros que visitan el Eje Cafetero, no solo por la experiencia de interactuar con las aves, sino por toda la labor de rescate y conservación que hay detrás de los 150 ejemplares de aves que habitan el domo.
Los artífices de esta iniciativa son una pareja de esposos calarqueños que por su amor a las aves decidieron emprender este proyecto, y así darles un mejor hogar a las aves y ofrecer una experiencia turística y ecológica única.
“Siempre nos han gustado mucho las aves, de hecho, en la casa teníamos un par de loritos. Los dejábamos salir a que volaran, se posaran en los árboles y volvieran por la noche a la casa. Nosotros les enseñamos eso, pero veíamos que la gente desconocía mucho del tema porque solo usan estas aves pequeñas como ornamento, para escucharlas o verlas ahí metidas en una jaulita. Entonces, empezamos a hacer una labor para cambiar eso y en ese proceso, se nos ocurrió la idea de hacer una voladera gigante para que esas aves pudieran estar libres, y se hizo en forma de domo para permitir un vuelo continuo, sin bordes, ni esquinas”, recordó Luz Aída Jiménez Gutiérrez, propietaria de Domo Aves y Café.
En el domo, las personas pueden avistar e interactuar con las 150 aves de especies como Nymphicus hollandicus (cacatúa ninfa), Agapornis fischeri (periquito africano), Melopsittacus undulatus (periquito australiano), Taeniopygia guttata (pinzón cebra) y Serinus canaria (canario doméstico).
De hecho, en este espacio, las pequeñas aves suelen posarse e incluso caminar en las manos de los visitantes, quienes aprovechan para tomarse fotos con ellas y alimentarlas un poco.
De acuerdo con Luz Aída, muchas de las aves que tienen en su finca son donadas por pobladores de Calarcá, a veces por sus mismos dueños o en otros casos son rescatados y luego puestos en cuarentena. Después entran en un proceso de adaptación a su nuevo ambiente, a la intemperie, a la convivencia con otros individuos, a una nueva alimentación y, finalmente, son adiestrados para que se acostumbren a la interacción con humanos.
“Nosotros lo que hacemos es recibir todas esas aves donadas o la gente nos dice dónde podemos ir y nosotros mismos las rescatamos para evitar que quienes adquieren este tipo de aves, las tengan en malas condiciones. Nosotros recibimos hasta las aves enfermas y acá se recuperan”, señaló Jiménez.
“Generalmente, cuando la gente tiene aves ornamentales, como no conoce mucho del tema, les dan solo alpiste de comer, es decir, solo la golosina y agua. En cambio, nosotros acá les tenemos una alimentación muy balanceada, que se está cambiando diariamente y cuando llegan los visitantes, les damos un poco de alpiste para que le den a las aves y que ellas salten amistosamente a sus manos. La experiencia es única y emocionante”, agregó.
Oferta turística
La entrada al domo tiene un valor de 20.000 pesos por adulto y 15.000 por niño, que se destinan al sostenimiento de las mismas aves. Pero, además del domo, los asistentes pueden recorrer la hacienda, ver otros animales de granja y disfrutar un delicioso café especial cultivado en la vereda La Bella, y visitar la tienda de recordatorios y souvenirs de la cultura cafetera.
Este lugar funciona todos los días de 9:00 a. m. a 7:00 p. m. y en temporada alta recibe la visita diaria de cerca de 300 turistas de ciudades como Bogotá, Cali, Armenia y países como Australia, Estados Unidos, España, México y Chile.
“La mayoría de las personas que vienen aquí, cuando les explicamos nuestra labor con las aves y en qué consiste el domo, salen satisfechas y con una perspectiva diferente de estas aves. También nos manifiestan que es importante dar a conocer lo que hacemos aquí y nos han dicho que es un lugar maravilloso, de donde salen renovados, por el hecho de disfrutar la tranquilidad del lugar y compartir con las aves y con los demás animales como las gallinas, los perros, los minipigs; como que todo este ambiente hace que ellos se sientan felices”, aseguró Sara Arango, trabajadora del Domo Aves y Café.
Educación ambiental
En este lugar, además, se llevan a cabo ecotalleres en articulación con algunos colegios de la zona, dando a conocer la labor del domo. Los niños que llegan hacen una actividad pedagógica con sus maestros y allí se les enseña sobre las aves endémicas, la diferencia con las aves ornamentales, la importancia de las aves en el ecosistema. También se realiza una actividad de artes plásticas para representar figuras de aves. Según Aída Jiménez, cada taller se adecúa dependiendo de la necesidad de cada colegio.
“En estos ecotalleres con los colegios lo que hacemos es enseñarles a los niños que no compren más este tipo de aves para uso ornamental, pues son seres que merecen un mejor hábitat. También, la idea es enseñarles que las aves son seres muy sociables y que requieren mucho cuidado y amor”, indicó Jiménez.
Por último, Jiménez agregó que su visión a largo plazo es que “estas aves dejen de ser ornamentales en el país y que las personas que decidan tener un ave, la tengan responsablemente como una mascota y no solo como un ornamento”.