El municipio de Tumaco, en Nariño, encontró en el turismo una oportunidad para cambiar los imaginarios que tiene la gente de este territorio debido a la violencia y abandono estatal que por años ha padecido. Natalia Bendek, CEO de Esariri.com, una plataforma digital que conecta viajeros con experiencias turísticas en todo el país; asegura que “hay un estigma social sobre Tumaco y, como todo estigma, genera miedos y preocupaciones”. Para comenzar a cambiar esta percepción y que los viajeros se sientan seguros de visitarlo, Bendek asegura que el primer paso es que todos sepan que está creciendo el turismo comunitario como un mecanismo para salvaguardar el patrimonio cultural, proteger al medioambiente, generar ingresos y reducir la pobreza.
Como quienes prestan los servicios turísticos son las mismas comunidades, existen mayores garantías de seguridad porque ellas conocen el territorio y sus dinámicas, así que los visitantes siempre estarán en rutas y zonas alejadas de cualquier tipo de peligro.
Lo siguiente que muchos se preguntan es qué hay para hacer en Tumaco y la variedad de actividades y planes es justamente uno de sus atractivos: desde probar platos típicos con recetas ancestrales, vivir experiencias agroturísticas con campesinos que reemplazaron sus cultivos de coca por cacao, experimentar la práctica pesquera tradicional de la extracción de pianguas, conocer en chivatour la cultura precolombina ‘La Tolita’, de la que se habla muy poco; hasta avistar ballenas jorobadas, finalizar el día en bares o fogatas nocturnas, acompañadas de historias, bailes y curao, una exquisita bebida tradicional.
Del mar a la olla
Siete mujeres desplazadas y víctimas de la violencia encontraron en la cocina un espacio para sanar. Comenzaron cocinando para ellas, entre ellas, construyendo un lazo que más tarde las impulsó a crear el colectivo Del Mar a la Olla, con el que se propusieron rescatar recetas que dejaron de prepararse hace más de 30 años por cuenta de la violencia, para compartirlas con los visitantes y la comunidad.
Uno de los platos típicos que rescataron es la Panda, una preparación ancestral, similar a un envuelto, hecha con peces pequeños y filete de corvina. Hace décadas era el plato preferido de los campesinos por su facilidad para llevar a todas partes, pues no necesita estar refrigerado. La Panda se hace ahumada y anteriormente era el fiambre que cargaban al recorrer grandes distancias.
Campesinos resilientes
El cacao de Tumaco es considerado uno de los mejores del mundo debido a sus altos estándares de calidad. Los viajeros podrán vivir una experiencia agroturística en la fábrica de chocolate. Además, las fincas han adaptado recorridos para dar a conocer todo el proceso de este grano, desde su cosecha, recolección, separación, fermentación, secado y añejamiento, hasta el almacenamiento de los distintos derivados. Estos recorridos también permitirán escuchar las historias detrás de estos emprendimientos, cuyos protagonistas recuerdan cómo cambiaron la coca por el cacao, para luego adentrarse en el turismo con propósito.
La extracción de pianguas
La piangua es un tipo de molusco que crece en las raíces de los manglares y es parte fundamental de la alimentación de los habitantes del Pacífico colombiano. Su extracción es una actividad tradicional, pues este molusco es el ingrediente principal de exquisitos platos como tamales, ceviche, sudado, arroz y encocado de piangua. Uno de los planes imperdibles es trasladarse en lancha hasta el manglar, caminar hundido en el lodo, palpar las raíces y extraer pianguas para preparar algún plato delicioso como el ceviche.
Esta es además una de las experiencias del turismo regenerativo, pues la Piangua es una especie amenazada, reportada en el Libro Rojo de Invertebrados Marinos en Peligro, debido a su extracción indiscriminada para la venta internacional que ha ocasionado la drástica disminución de su población. La extracción de pianguas como actividad turística contribuye a la regeneración de la especie, puesto que se hace de una manera controlada para garantizar su reproducción.
Planes nocturnos en Tumaco
Como en cualquier otra ciudad de América Latina, hay zonas más seguras que otras. En este sentido es importante tener en cuenta las recomendaciones de las comunidades, quienes harán las veces de guías.
Las noches se pueden vivir de varias maneras. En la cabecera municipal hay bares culturales como Elegguá, la Casa del Curao de Helen y otros lugares temáticos que están surgiendo en la Playa el Bajito, para bailar currulao y salsa choque. Estos bares solo contratan a personas del Bajito para hacer frente a problemáticas locales y contribuir al empoderamiento económico. Otro lugar temático para visitar es Knalete, un bar cultural donde se podrá degustar deliciosos tragos tradicionales como el curao y el viche.
En islas como Bocagrande se arman fogatas en la playa, al ritmo del currulao y bajo la luz de las estrellas.
Avistamiento de ballenas
La temporada de avistamiento de ballenas comienza en julio y se extiende hasta octubre. Para estas fechas las zonas más populares del pacífico colombiano registran un alto volumen de visitantes, así que Tumaco es una opción menos congestionada, en donde además se evitan impactos naturales negativos, pues en ocasiones las prácticas densificadas de avistamiento son poco controladas y van en detrimento de las mismas ballenas.
Un viaje con propósito
Estos son solo algunos planes, pero hay mucho más por hacer en Tumaco. De hecho, existen tres reservas naturales, una de ellas custodiada por el Resguardo Indígena Awá, con quienes pueden generarse experiencias de intercambio cultural.
Plataformas como Esariri.com visibilizan la oferta de 20 organizaciones de la región, que están trabajando de manera colaborativa para consolidar el Corredor Turístico San Andrés de Tumaco y Barbacoas, enmarcado en el Programa Territorios de Oportunidad liderado por Travolution, que busca fortalecer las iniciativas de turismo comunitario en Colombia.