Los Kogui son reconocidos por buscar preservar prácticamente intacto el lugar en el que habitan: la Sierra Nevada de Santa Marta. Para ellos, “el corazón del mundo”. Fascinada con la conexión que tiene este pueblo con su entorno y sus raíces, Luz Myriam Gutiérrez, autora y editora de los libros infantiles Así Soñaron los Antiguos y Tras las Huellas del Jaguar Azul, se ha dedicado a profundizar y visibilizar los significados de sus máscaras y la relevancia de ese vínculo que tienen con el sol.
Gutiérrez también trabaja escribiendo y editando para Viento Ediciones, que hace parte de la Fundación Cultural Viento Teatro, un escenario de obras y encuentros interculturales con distintas comunidades indígenas. Desde este espacio se han gestado puestas en escena basadas en las creencias y en las diferentes representaciones de los dioses de los Kogui. Algunas, por ejemplo, cuentan el origen de las máscaras que tallan y de elementos de su pasado que tienen una connotación importante en su relación con la naturaleza. Estas historias están asociadas a su concepto sobre la muerte o buscan rendirle un homenaje al sol, a los pájaros, al jaguar y otras especies.
Gutiérrez explica que para la comunidad Kogui las máscaras son los rostros de los dioses que vienen de la montaña, les dejan a los hombres su propio rostro y con ellos bailan para rememorarlos y llamarlos. “Toda esa mitología se ha llevado al teatro de manera sencilla porque este arte se basa en las historias y la mitología está conformada por distintas narraciones, eso lo que permite es situar a los actores en esos elementos distintivos, en los espacios tradicionales”.
Manuel Alberto Torres, antiguo director del grupo Viento Teatro, cuenta que crear un lenguaje en la dramaturgia les ha permitido rescatar la historia y simbología de la cultura Kogui. “Los indígenas le ponían rostro a toda la naturaleza para lograr una conexión maravillosa a partir del respeto. Los Kogui han sobrevivido a catástrofes muy fuertes y eso permitió que construyeran una cultura de la paz con su propia gente para sobrevivir”.
La fundación también publicó 11 libros de la literatura precolombina que han traído al presente esas historias y han cautivado la atención de las nuevas generaciones. Gutiérrez recuerda que es durante la niñez cuando las personas están en una etapa propicia para fascinarse con los temas, interpretarlos, recrearlos y pintarlos. “Me parece que los libros son una herramienta clave para abordar esta mitología, sobre todo desde la parte educativa. Soy colombiana y eso significa tener raíces indígenas. Cuando tenemos esa conciencia ancestral, tenemos en el corazón la necesidad de acercarnos a esta parte y eso es lo quiero despertar en los más pequeños”.
Las historias, acompañadas de personajes increíbles, hacen que los niños se sientan muy atraídos por la cultura precolombina. Incluso el Ministerio de Cultura ha respaldado esta oferta educativa y ha propiciado las condiciones para llevar los textos a bibliotecas municipales y departamentales.
Edwin Rubiano, profesional en literatura con experiencia en trabajo social en la primera infancia, asegura que la relevancia que han logrado los textos se debe a la magia de las historias. “Los niños tienen la capacidad de impresionarse muy fácilmente y esa es una oportunidad que han aprovechado estos creadores para transmitir conocimiento de manera divertida y colorida”.
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