Las colombianas Sofía Rojas y María Claudia Ramírez están en la lista de astrónomos del mundo que tendrán el privilegio de tener acceso a los datos del telescopio James Webb Space (JWST, por sus siglas en inglés), próximo a ser lanzado desde el Puerto Espacial de Kourou, en la Guayana Francesa. Ambas llevan años trabajando para conseguir un lugar en este selecto grupo que aprobaron las agencias espaciales de Estados Unidos (NASA), Europa (ESA) y Canadá (CSA), para participar en el programa General Observers.
Rojas y Ramírez se postularon en un proceso de selección al que llegaron más de mil propuestas, de las cuales solo el 30 por ciento fueron aprobadas. Ahora están listas para observar galaxias, estrellas y planetas que se formaron hace millones de años a través del James Webb, llamado a ser el sucesor del telescopio espacial Hubble.
Como en la ciencia no hay espacio para el azar o la improvisación, Ramírez comenzó a escribir la propuesta desde noviembre de 2019. “Es un proceso muy competitivo, se requieren ideas claras y saber qué vas a hacer con los datos”, comenta. Por su parte, Rojas confiesa que aunque la idea la tenía en mente desde que se graduó, llevarla al papel representó un desafío. “Se debe plasmar de la mejor manera para convencer al Comité de Asignación de Tiempo en cuatro páginas”.
Con el foco en las estrellas
Alcanzar este logro representó largas horas de estudio y de trabajo constante y disciplinado. Rojas siempre tuvo claro que iba a estudiar astronomía, pero no dónde. Después de participar en las olimpiadas astronómicas que se realizaron en Colombia en el 2013, descubrió que las matemáticas y el universo hacían una pareja perfecta. Decidió aplicar a universidades en Estados Unidos y para ello tuvo que mejorar su inglés. Durante un año se postuló a distintas instituciones hasta que la Universidad de Texas la aceptó en los programas de astronomía y física.
Logró pagar el primer semestre, pero sabía que no podría con el segundo y buscó alternativas con la Oficina Internacional y la Escuela de Ciencias Naturales. Finalmente encontró una vacante como asistente de investigación. Era un trabajo de 20 horas a la semana con el profesor Steven Finkelstein, quien se convirtió en su guía.
Juntos empezaron a buscar las galaxias más lejanas y brillantes del universo, un campo en el que no hay muchos investigadores, por la especificaciones de los equipos que se necesitan (telescopios de gran potencia) y en el cual Finkelstein es un experto.
Desde hace un año y seis meses continúa su carrera académica en Alemania, donde fue aceptada como la mejor postulante del doctorado en astronomía del Instituto Max Planck. Ingresó gracias a una beca Fellowship.
Científica ‘de pura cepa’
Cuando Rojas cursaba décimo grado, María Claudia Ramírez finalizaba su carrera de física en la Universidad de los Andes. Era el año 2012. “Desde el colegio ya había decidido que quería estudiar algo con ciencia porque me gusta pensar que usando las matemáticas podía entender el mundo que nos rodea”, comenta. Luego de participar en una escuela de astronomía observacional se acercó al conocimiento de los astros.
Alemania siempre le llamó la atención; incluso aprendió el alemán mientras estudiaba en Colombia porque tenía la idea de que algún día se mudaría. Ya instalada en el país germano, mientras cursaba una maestría en astronomía en la Universidad de Heidelberg, decidió que la vida académica era lo suyo.
“Mi proyecto de maestría estaba basado en la formación de estrellas”, un tema que le apasionaba y que la motivó, años más tarde, a realizar un doctorado en la Universidad de Ámsterdam, en Holanda. En el 2019 volvió a Heidelberg para continuar estudios posdoctorales en discos protoplanetarios, en regiones de formación de estrellas masivas.
“Suena fácil, pero cada aceptación a un programa ha tenido previamente muchos no”, cuenta Ramírez y hace énfasis en el sacrificio que ha tenido que hacer para estar más cerca a las estrellas: separarse de su familia. “Aquí se vive muy bien y el nivel académico es excelente, pero Colombia siempre jala”.
Un programa de largo alcance
Aunque se espera que solo hasta junio del 2023 lleguen los datos procedentes del telescopio espacial James Webb, desde ya se trabaja en programación y códigos que permitan limpiar las imágenes que se van a recibir. “De hecho, si hay un telescopio en la tierra con el cual se pueda complementar la observación del James Webb, estamos aplicando a estos”, comenta Rojas.
Entre tanto, Ramírez y su equipo, conformado por 25 científicos en Europa y Estados Unidos, esperan que en el 2024 se produzcan las primeras conclusiones del estudio. “Como todo en la ciencia las cosas no son inmediatas, así que el proyecto durará muchos años, pero seguro nos vamos a sorprender”. Los datos que arroje el telescopio serán exclusivos para los investigadores que participan del programa durante los primeros 12 meses, después se harán públicos.
Su lanzamiento al espacio está programado para octubre de este año y se ubicará en una órbita estable alrededor del Sol, a 1.5 millones de kilómetros de la Tierra. Tendrá la capacidad de detectar cualquier galaxia en el universo y de observar y registrar, como nunca antes, los lugares de formación de estrellas y planetas.
El James Webb es hoy el desarrollo más importante para la investigación espacial. Sus datos servirán para desarrollar investigaciones fundamentales en el avance de la ciencia y podría contribuir de forma significativa a responder la pregunta que se han hecho los científicos a lo largo de la historia: ¿de dónde venimos?
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