Desde la pandemia, nadie había caminado por el bosque ni visitado la Laguna de Iguaque, el principal atractivo turístico del Santuario de Flora y Fauna de Iguaque, en Boyacá. Una reserva natural que abastece de agua diariamente a cerca de 30 mil personas. Con un área de 6.889 hectáreas, distribuidas entre los municipios de Villa de Leyva, Arcabuco y Chíquiza, este parque natural es la fuente hídrica más importante del territorio y un destino reconocido para el ecoturismo.

A los habitantes de Villa de Leyva y de las veredas aledañas los ha perseguido un temor: que el ecoturismo acabe con la vegetación o, incluso, con el agua. Proteger la reserva era la decisión más oportuna. Sin embargo, la noticia de su reapertura fue emocionante. Era inexorable: todos deberían conocer ese santuario.

“El cierre inició con la pandemia. Había inconvenientes con la opción de ecoturismo al interior del área, justamente por ser un área clave para la provisión del recurso hídrico. Aun así, el ecoturismo en parques es también una estrategia de conservación que se ejecuta de manera ordenada y regulada. Para nosotros, el ecoturismo es la forma de vincular a los colombianos para que valoren las áreas protegidas”, afirmó Luz Adriana Malaver, jefe del Santuario.

Con un área de 6.889 hectáreas, distribuidas entre los municipios de Villa de Leyva, Arcabuco y Chíquiza, este parque natural es la fuente hídrica más importante del territorio y un destino reconocido para el ecoturismo. | Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

Por eso, Parques Nacionales Naturales de Colombia estableció una mesa de gobernanza que convocó a 29 actores sociales de la región. El propósito primario era ofrecer un espacio participativo para la toma de decisiones relacionadas con el ecoturismo en la reserva y así poder reabrir el parque.

En los corrido del mes de septiembre, el Santuario de Flora y Fauna de Iguaque ha recibido 130 visitantes. En su mayoría, turistas intrigados por contemplar la Laguna de Iguaque, que es, además, la laguna del mito Muisca. Esta reserva natural boyacense es, entre otras cosas, la cuna de la raza humana.

Una laguna mítica

Cuenta la leyenda Muisca que el origen de los humanos se gestó en el agua. No había tierra, tampoco hombres. Entonces, de la laguna emergió Bachué, una mujer bellísima, con un niño en brazos. Después, el niño se hizo hombre y procrearon siete generaciones de hijos que poblaron la tierra. Al final, Bachué y el hombre desaparecieron en la laguna convertidos en serpientes.

El agua siempre ha sido dadora de vida. Más allá de la leyenda, para las comunidades aledañas al Santuario de Flora y Fauna de Iguaque este recurso es invaluable.

Parques Nacionales Naturales de Colombia estableció una mesa de gobernanza que convocó a 29 actores sociales de la región. | Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

“Gran parte de la importancia de la conservación de estos ecosistemas responde a que este santuario tiene cerca de 30 mil usuarios directos del recurso hídrico, más la población flotante de Villa de Leyva, que son los turistas. Tenemos 19 concesiones de agua: acueductos regionales, veredales y municipales. Todos alrededor toman el agua del santuario”, explicó Malaver.

“Villa de Leyva es el principal beneficiario. Un municipio cuya actividad socioeconómica principal es el ecoturismo. En menor proporción, lo hacemos en Chíquiza y Arcabuco. Estamos suministrando agua a más de 17 veredas de estos municipios. De hecho, son casi 50 mil beneficiarios, incluyendo los cascos urbanos y el sector turístico”, señaló Héctor Villarreal, profesional de apoyo del Santuario.

En un área de montaña entre los 2.450 y los 3.800 metros sobre el nivel del mar, este parque natural reúne, además, muestras representativas de ecosistemas de páramos, bosque andino y bosque subxerofítico, el tipo de bosque con la radiación más intensa.

Hacía más de 25 años que el Viejo de monte, una especie de mamífero carnívoro que habita en bosques y selvas tropicales, no merodeaba por el Santuario. De repente, algunos profesionales del santuario lo vieron. Así se ratificó su presencia en el ecosistema. Parece un hurón, pero en la cordillera oriental lo conocen como “la pequeña nutria”.

Desde 2009, Parques Nacionales Naturales de Colombia comenzó a registrar los incendios que sobrevenían en el territorio. | Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

“Entre las demás especies, las personas pueden apreciar al venado de cola blanca o al venado soche. El más fácil de ver es el de cola blanca, es el más conspicuo. También, tenemos otras especies como puercoespines, tigrillos y una especie de ave que hacía mucho que no veíamos: el ave tinamú”, mencionó Villarreal.

“Es flora y fauna representativa de los ecosistemas de páramo, bosque andino y del sistema subxerofítico. En el parque tenemos nueve especies de frailejón, entre ellas la Espeletia tunjana, que es una especie endémica del departamento de Boyacá y de distribución restringida. Hay robledales, fauna mamífera y 123 especies de aves registradas”, apuntó Malaver.

Otra de las especies de frailejón que habita el Santuario es la Espeletia garciae, la cual se encuentra en peligro de extinción, según el Libro Rojo de Especies de Plantas Amenazadas.

La amenaza del fuego

Son muchos los riesgos, pero el más peligroso es el fuego. Un riesgo latente para el parque natural. Desde 2009, Parques Nacionales Naturales de Colombia comenzó a registrar los incendios que sobrevenían en el territorio. En los casos más extremos, el Santuario ha tenido incendios con afectaciones que superan las 1.250 hectáreas.

Históricamente, el Santuario ha estado expuesto a la ocurrencia de incendios forestales. Todos los años tenemos incendios de diferente magnitud. | Foto: Parques Nacionales Naturales de Colombia

Uno de los agravantes es el límite sur de la reserva con el casco urbano del municipio de Villa de Leyva: se encuentra a menos de un kilómetro. Entre los demás riesgos latentes están el ecoturismo no regulado por sitios prohibidos y la provocación deliberada de incendios.

“Históricamente, el Santuario ha estado expuesto a la ocurrencia de incendios forestales. Todos los años tenemos incendios de diferente magnitud. Este año ya van dos incendios: uno en febrero y otro en julio. Entre 170 y 180 hectáreas afectadas en cada incendio”, señaló Villarreal.

“Es un lugar donde los incendios son la presión más recurrente. Anualmente, tenemos uno o dos incendios. Todas las acciones de prevención van hacia la mitigación de este riesgo. Los suelos han perdido bastante humedad. Las lluvias se esperaban desde hace más de tres semanas, pero el régimen de lluvias ha cambiado en la región. Todos estamos esperando la lluvia”, completó Malaver.

La noche del 22 de septiembre cayó la primera lluvia en el sector oriental del Santuario, entre Arcabuco y Villa de Leyva. Sin embargo, en la otra vertiente del macizo no ha caído ni una sola gota. Tanto la organización de Parque Naturales como los habitantes del territorio aguardan por la temporada de lluvias.