El gran Santander tiene un potencial hídrico enorme gracias a sus fábricas de agua y geografía: imponentes y múltiples lagunas en municipios como Arboledas, Salazar y Cáchira; nacimientos de agua bajo las rocas en Silos, los bosques de niebla en Tona y Pamplona, y refugios en alta montaña para especies como el cóndor en Cerrito, Suratá y San Andrés. Los páramos de Santurbán y Almorzadero son cuna de importantes ríos como Peralonzo, El Zulia, Sardinata, El Pamplonita, de afluentes del río Catatumbo, el Caraba o Chitagá, que dan inicio al río Arauca, que desemboca en el Orinoco. Sin embargo, a pesar de toda esta riqueza, la región no está a salvo del desabastecimiento de agua que puede causar el cambio climático asociado a las fuertes sequías.

La fauna local también siente el efecto del aumento en la temperatura y cada vez es más común ver animales tomando agua en abrevaderos artificiales que solo se adecúan para el ganado, además de una disminución en la cantidad de aves e insectos que en años anteriores eran muy comunes en el páramo de Tierra Negra, en el municipio de Pamplona, o las lagunas del Salado y Comagüeta, en el páramo del Almorzadero. Pero no solo el cambio climático puede poner en riesgo estas especies, también lo hace la acción humana.

Un grupo de ambientalistas en conjunto con la Fundación Neotropical y Birding Norte de Santander realizaron talleres sobre el cuidado del cóndor andino en la región. | Foto: Getty Images

La mayoría de incendios forestales en épocas de sequía son generados para abrirle espacio a la ganadería en los páramos, causando, además, desabastecimiento de agua al mover masas vegetales. Otra problemática que se evidencia son los cambios en el paisaje debido al desmonte de la vegetación nativa, que provoca desertización de los suelos, potrerización, pérdida de fauna local y flora sobre todo frailejones, especies de crecimiento muy lento, vitales para la formación de riachuelos que se convierten en importantes ríos; la transformación del suelo para tareas agrícolas, que también dependen del agua; la minería de carbón y oro en zonas de alta montaña, la construcción de carreteras y expansión urbana en zonas de páramo.

Todo esto afecta a su vez la calidad del agua, que muchas veces es contaminada por químicos utilizados en la agricultura y la minería ilegal. También es importante resaltar los cambios en el cauce de los riachuelos o incluso la desecación de los nacimientos de agua. ¿Qué debemos hacer para proteger el agua, motor de la vida? Podemos evitar los problemas de desabastecimiento con medidas de conservación en lugares de alta montaña; generar propuestas de preservación, sembrar árboles nativos para recuperar áreas deforestadas.

Adicionalmente, todos deberíamos conocer estos desafíos a los que se enfrenta la región, pues el agua no es una fuente inagotable y es clave apostar por una gestión eficiente. También es necesario tener presente que dependemos de todas las personas para generar un cambio y este cambio es necesario. El hecho de crear programas de educación ambiental con el fin de educar bien a los futuros habitantes del planeta, que sean conscientes de las problemáticas, pero también generen soluciones, es una apuesta que estamos haciendo en las escuelas rurales de los páramos Santurbán y Almorzadero. Les apostamos a los más pequeños, a los niños de primaria, los futuros guardianes del páramo.

En conjunto con la Fundación Neotropical y Birding Norte de Santander hicimos un gran equipo para llevar talleres sobre el cuidado del cóndor andino. Si llevamos esta semilla de conservación a las escuelas, no solo estaremos protegiendo a futuro esta especie, también el páramo y el agua.