En la ronda final del Conducting Competition Rotterdam, el colombiano Carlos Ágreda dirigió magistralmente la Orquesta Sinfónica Rotterdam y fue elegido por el jurado como uno de los seis ganadores de la competencia para jóvenes directores orquestales más importante del mundo. “Fue algo que me emocionó mucho porque este concurso es especial”, comenta y explica que a diferencia de otras competencias, en esta se miden todas las habilidades que debe tener un director de orquesta. “Más allá de una buena técnica y de ser claro en la gestualidad corporal, se necesita ser elocuente, eficaz, saber manejar el tiempo, entender y escuchar la totalidad de la orquesta”. Pero lo más importante, puntualiza, es el liderazgo humano.

A todas estas cualidades se suma que, al igual que en la cocina, los directores desarrollan más habilidades en ciertas áreas. “Así como hay el que es experto en pastas o carnes, en la dirección está el que le gusta más la música contemporánea, la ópera, la música del siglo XVIII o lo sinfónico”, cuenta Agreda. Por esta razón fueron elegidos seis ganadores de Reino Unido, Bélgica y Chile que seguirán compitiendo en mayo del 2022.

El comienzo

Este es solo uno de los números éxitos que ha alcanzado Ágreda en la música, una pasión que se le despertó a los siete años en Cali cuando su papá le regaló una organeta de juguete. “Empecé a jugar tratando de imitar las melodías del carrito de los helados”, y recuerda cuando un amigo le mostró por primera vez una partitura. “Fue fascinante descubrir que se podía escribir la música y que no era necesario invertir tanto tiempo tratando de sacar a oído las canciones del carrito”, añade con humor.

Para ser elegido entre los ganadores, Agreda superó la convocatoria internacional y la fase de eliminación en la que 24 jóvenes directores se enfrentaron al jurado. | Foto: Cortesía: Empire State Youth Orchestra

Con el tiempo empezó a tomar clases de piano que lo siguieron envolviendo en el mundo musical, tanto que perdió noveno grado. “Era un colegio muy religioso y tradicional, entonces me expulsaron porque yo estaba enfocado en el arte y la música”, señala. Lejos de que fuera una tragedia, encontró un plan perfecto que le permitió terminar el bachillerato y empezar sus estudios de música. “Inicié mi carrera a los 15 años en un programa que tiene la Universidad Juan N. Corpas, una institución sorprendente en la formación musical”.

Eligió el piano como su instrumento de enfoque junto a la maestra Pilar Leyva Durán, con quien descubrieron que su gusto por la música era más general. “Ahí cambié mi enfoque a la dirección de orquesta, porque me gustaba pensar en componer, hacer arreglos musicales y poder tocar tangos, salsa, jazz, Mozart, Brahms”.

A los 17 años se paró por primera vez en el pódium de manera formal ante la Orquesta Sinfónica Juan N. Corpas para dirigir la quinta sinfonía de Schubert. Al mismo tiempo y para entender mejor la orquesta, empezó a componer y enviar sus creaciones a concursos, donde fueron interpretadas por orquesta como la Sinfónica Nacional de Colombia. “Ver maestros como Baldur Brönnimann y Felipe Aguirre trabajar en mis obras junto a los músicos fue una experiencia muy enriquecedora a mis 18 años”, agrega.

En el Royal Northern College of Music de Manchester, Ágreda estudió su maestría en dirección musical que le permitió ser elegido fellow en el Instituto de Música Curtis, el cual tiene la menor tasa de aceptación de cualquier colegio o universidad del mundo. “Pararme al frente de la Orquesta Sinfónica de Curtis fue una maravilla, además aprendí del maestro Yannick Nézet-Séguin, director musical de la Orquesta de Filadelfia y la Metropolitan Opera House de Nueva York”, comenta.

Este joven director de música ha tenido la oportunidad de actuar con 20 importantes orquestas internacionales entre las que sobresalen Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, Manchester Camerata, Pittsburgh Symphony y la Orquesta Filarmónica de Bogotá. Actualmente dirige la Empire State Youth Orchestra de Nueva York y se prepara para radicarse en Alemania.

“Es muy importante que regalemos instrumentos musicales a niños desde los primeros años, en vez de un iPad para que se distraigan, mejor que experimente con un clarinete”, añade y sostiene que por medio de la música se puede crecer como sociedad. “El arte es belleza y eso es lo que los colombianos nos merecemos”, concluye.

Lea también: Este es el plan de la Gobernación de Cundinamarca para reactivar el sector del entretenimiento nocturno

Lea también: El dueto de jóvenes de Cajicá que a través de la música andina rescata la identidad campesina