Sara Ordoñez, 15 años, es la voz principal de Colores de mi tierra. Un dueto que conformó al lado de Juliana Moreno, de 13, que acaba de ocupar el segundo lugar del XVIII Concurso Nacional de Duetos y Música Andina Colombiana realizado en el municipio de Cajicá. Este exitoso proyecto musical nació de un semillero y del gusto que desde pequeñas ambas sintieron por este tipo de música.
“Recuerdo que en el primer concurso no sabía muy bien qué hacer, la verdad es que así como me parecía emocionante, me daban nervios, pero una vez nos subimos al escenario fue distinto porque Juli me apoya no solo musicalmente, también me ayuda a no sentirme como solista”, cuenta Sara.
El nombre del dueto nació luego de la explicación de una de sus profesoras de que la música se percibe por sensaciones y para ellas los sonidos colombianos se asemejan a un mundo de colores. “La música andina no es una sola cosa, es un arcoiris con diferentes posibilidades de disfrutar, de ritmo y eso representa nuestro nombre como grupo”, explican ambas.
Santiago Ordoñez, padre de Sara, profundiza en el significado de Colores de mi Tierra, y advierte que en realidad es un nombre que les permite retomar sus raíces culturales. Las canciones que ambas jóvenes interpretan, dice, les da identidad y un diferencial. Al cantar están evocando los temas de la vida campesina y de las zonas rurales y eso, puntualiza, les permite comprender quiénes son y de dónde vienen.
Juliana y Sara se inscribieron en clases de música en el Instituto Municipal de Cultura y Turismo de Cajicá. Esta entidad tiene el propósito de rescatar y preservar los sonidos de la región andina colombiana desde la infancia. Héctor Moncada, director ejecutivo, advierte que es indispensable que los géneros andinos sean transmitidos desde la primera infancia para que perduren en el tiempo. “Es sorpresivo que en esta globalización de la música persista este interés de los niños por los géneros andinos colombianos y, al mismo tiempo, es una alegría que haya una representación fuerte e importante del talento municipal a nivel nacional”.
Paula Alvarado, directora y mentora de Colores de mi Tierra, cuenta que Sara y Juliana tuvieron una gran empatía en el color de sus voces, en su interacción y en el objetivo que comparten y que las llevó a cantar. “Eso nos dio el espacio de plantear un dueto desde hace tres años y así nace la agrupación, con un trabajo en el desarrollo técnico, en la conciencia de la voz y en el entrenamiento constante. Por ejemplo, ambas trabajan ahora en el formato tradicional de guitarra y tiple, y así, poco a poco, vamos encontrando similitudes en la voz y el timbre”, detalla Alvarado.
A través de sus canciones Sara y Juliana contribuyen a posicionar ritmos como el bambuco, el pasillo y la guabina, entre otros géneros tradicionales de la región. Esta además es una bella oportunidad para que ambas crezcan como personas y como artistas y contagien a otros jóvenes de interés por conocer y dejarse fascinar con este tipo de música que nos recuerda de dónde venimos.
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