A los 11 años Melissa Herrera llegó a Medellín a jugar fútbol. Venía de San Juan de Urabá, un municipio antioqueño que ha sido cuna de talentos deportivos, pero en donde el apoyo a este deporte era insuficiente.
Las ganas, la pasión y la capacidad eran su carta de presentación para que el Club Deportivo Formas Íntimas la recibiera en la casa hogar que tiene en el barrio Boston, donde alberga a jóvenes mujeres futbolistas de varias regiones del país. Recuerda que se sentía desorientada y angustiada porque estaba en una ciudad que era gigante, no conocía a nadie, estaba lejos de su familia y además tenía que mostrar que era una buena jugadora.
Melissa es una de las muchas jóvenes futbolistas que viven en regiones olvidadas del país, en busca de una oportunidad para practicar un deporte que tradicionalmente ha estado reservado para los hombres.
Pero el panorama está cambiando, dice Carlos Paniagua, director técnico de las selecciones Colombia Sub 17 y Sub 20, quien explica que después de recorrer el país ha visto el talento que hay en Antioquia, Valle, Bogotá, Atlántico, Santander, Bolívar, Risaralda, Boyacá, Putumayo, Córdoba, Magdalena o Caldas.
“El talento está oculto por todo el país. El reto es aprovecharlo de manera adecuada. Podría decirse que hay un despertar del fútbol colombiano. Lo hecho en los últimos años por las selecciones de fútbol ha animado a muchas niñas y jóvenes a practicar este deporte”, indicó el seleccionador.
¿Y el apoyo?
Pese a que el talento es bastante, el fútbol femenino aficionado todavía sigue esperando más apoyo para fortalecer los procesos. Melissa Herrera cuenta que tuvo la suerte de tener el respaldo del club deportivo Formas Íntimas. “Diría que el club es el más grande que tiene Colombia porque les brinda a las jugadoras de fútbol la oportunidad de tener una mejor calidad de vida. Ojalá muchas niñas tuvieran la posibilidad que yo tuve porque no solo recibí hospedaje en la casa hogar, sino que también me dieron una beca por mi desempeño futbolístico para estudiar psicología en la Universidad María Cano, donde pronto me graduaré”.
Liliana Zapata, presidenta de dicho club, aseguró que en la casa hogar hay jóvenes de varias regiones como Antioquia, Chocó, Magdalena, Nariño, Magdalena y Bolívar, quienes se forman no solo en fútbol, gracias a que detrás hay un equipo interdisciplinario de profesionales que buscan un crecimiento deportivo, profesional y personal.
“Pero el apoyo es desigual en muchos departamentos, donde hay mucho talento. Hace falta todavía empresas y dirigencia comprometidas con los procesos”, apuntó.
Ivanova Huertas, directora deportiva de fútbol femenino de la escuela Sarmiento Lora, de Cali, cree lo mismo. Los clubes aficionados están huérfanos debido a que la organización se enfoca en los clubes profesionales, a lo que se suma la falta de presupuesto del sector privado y de la propia dirigencia.
“El fútbol femenino está dando resultados, pero es por cuenta de escuelas y clubes deportivos organizados. Por ejemplo, en la Sarmiento Lora tenemos cerca de 30 niñas por categoría en sub 13, sub 15 y sub 17 que apoyamos, pero hace falta más respaldo. Hay talento, pero se requiere de una organización deportiva que permita un recambio constante”, concluyó Huertas.
Melissa está enfocada en el fútbol y en terminar su carrera de psicología. Con 21 años dice que seguirá trabajando para que la rama femenina del balompié tenga la visibilidad que se merece. “Necesitamos niñas empoderadas que no solo tengan la formación deportiva, sino también en lo personal y profesional para ser jugadoras integrales”, apuntó.