La educación y el emprendimiento son quizás los focos más relevantes de la Fundación Luker, ¿por qué apostarle a esto?

Pablo Jaramillo: Decidimos ser una fundación que tiene foco. Eso suena fácil, pero no lo es. Generalmente, las fundaciones quieren contribuir a muchas causas sociales pero no se concentran en algo. Nosotros nos concentramos geográfica y temáticamente, y decidimos  no usar el verbo ‘apoyar’ sino ‘transformar’. Eso significaba que lo que hiciéramos necesitaba resultados significativos. ¿Por qué educación y emprendimiento? Porque con ese par de variables juntas (o individuales) pasa que las personas en una situación de vulnerabilidad pueden salir adelante. Tratar de que una persona progrese sin tener educación es el camino más difícil. Si les damos la educación pertinente, él solito va a tener las herramientas para transformarse a sí mismo y a su entorno.

Ustedes lideran muchos proyectos que buscan mejorar la calidad educativa del país. ¿Cuál ha sido su impacto?

P. J.: En educación pasa que el panorama de acción es muy amplio. Pero nosotros escogimos tres temas en los que empresarios y diversas organizaciones han investigado bastante. Lo primero son competencias socioemocionales, porque en muchas consultas al sector productivo la conclusión es que buscan personas que sepan trabajar en equipo, resolver problemas, ser autónomos. Por eso tenemos toda una metodología, llamada Escuela Nueva, para desarrollar ese tipo de competencias. El segundo tema es que sepan  utilizar las matemáticas y leer y escribir. Las Pruebas Saber y las pruebas Pisa llevan años diciéndonos que solo la mitad de niños en Colombia comprende lo que lee a los 10 años. Eso imposibilita cualquier progreso. Nos propusimos que en Manizales eso no ocurra. Aún hay mucho por hacer, pero lo estamos logrando. Y el tercer punto es el acceso a la educación superior. Descubrimos que una formación técnica de dos años abre demasiadas puertas. Hoy estamos logrando que más del 80 por ciento de jóvenes de colegios públicos de Manizales tengan la posibilidad de acceder a educación superior; antes ese porcentaje era apenas del 30.

‘Manizales Más’ es el proyecto estandarte de la Fundación Luker en temas de emprendimiento, ¿cuál ha sido su impacto en la ciudad?

P. J.: En Manizales tenemos unos 5.000 graduados por semestre. No hay aparato productivo capaz de asimilar todos esos estudiantes. Es imposible. Pero hay muchas más oportunidades para emprendedores. Lo que queremos es que quienes tengan una buena idea o habilidad se les apoye desde la ciudad. Los emprendedores son terriblemente solitarios y tienen la característica de que saben mucho de algo pero poquito del resto. Muchos son genios fabricando o reparando algo, pero no saben de impuestos, negocios, finanzas. Lo que queremos es que la ciudad apoye a quienes están eligiendo este camino tan duro. Eso se hace con mentorías, capacitaciones, reconocimiento en el sistema bancario. De esa forma, en 10 años hemos creado más empleos que cualquier empresa de Caldas.

Hablemos de El Efecto Cacao, ¿cuál es el gran reto con este proyecto?

P.J.: Luker, una empresa de alimentos, particularmente de chocolate, trabaja con productores con muchas dificultades. Por eso decidió mejorar las condiciones para toda la cadena, para lo cual buscó mercados en el exterior de mayor valor agregado. Así, replicamos lo implementado en Manizales con pequeños productores cacaoteros en varios territorios, gracias a un trabajo conjunto con USAID.

¿Qué tan importante es la asociatividad entre el sector privado y público para lograr ese tipo de iniciativas?

P.J.: Para nosotros son muy importantes las alianzas. Todo lo que hacemos es con la Gobernación o la Alcaldía o un ministerio. Siempre están las universidades porque son las que captan los aprendizajes, investigan y evalúan. Y siempre buscamos a las empresas u organizaciones que les interesa que se resuelva el problema que hemos identificado para lograr alianzas formales con muchos participantes. Eso es bueno porque cuando hay muchos socios, hay muchos jueces. Entonces lo que uno hace siempre está en constante evaluación y esa es la mejor forma de un control de calidad en una intervención social.

¿Cuál es el principal logro de la fundación en estas casi tres décadas de trabajo?

P. J.: Darnos cuenta de que somos capaces de transformar un territorio en el mediano plazo. Eso lo veíamos imposible, nadie nos creía. Pero los resultados no están dando la razón.