La sobrecarga del trabajo doméstico de las mujeres en Colombia afecta sus posibilidades no solo de crecimiento profesional sino de disfrutar espacios y actividades que favorezcan su desarrollo personal, salud emocional y física. Solamente en Bogotá, para el año 2019, 807.368 mujeres se dedicaban a las labores domésticas. Con la pandemia esta cifra llegó el año pasado a 1.4 millones de mujeres. La Secretaría de la Mujer calcula que el 55 por ciento tienen más de 50 años y el 90 por ciento pertenecen a los estratos 1, 2 y 3 de la ciudad.
Ana Victoria Correa, 51 años, es responsable del cuidado de su mamá y su hermana. Reciclar cartón y plástico es su forma de obtener ingresos. Cuando no está trabajando ni ejerciendo el rol como cuidadora, cocina, limpia la casa o lava la ropa de ella y su familia. Al igual que Ana Victoria, el 36 por ciento de las mujeres que residen en Usme son cuidadoras de tiempo completo. La nueva manzana del cuidado y las lavadoras comunitarias que se instalaron recientemente en la localidad, como parte de la estrategia de la administración distrital para redistribuir las cargas y reducir el tiempo que dedican a atender a otros para que puedan invertirlo en ellas, contribuirá a que puedan aprovechar el tiempo libre.
“Normalmente lavo a mano, pongo la ropa de un día para otro en jabón y al siguiente la lavo. Ahora la llevo a las lavadoras y mientras se lava y está en la secadora hago aeróbicos. El Sena va a dictar unos cursos y está la posibilidad de aprender otras cosas y de invitar a quien uno quiera para que también aproveche este espacio. Yo fui con las dos personas que tengo a mi cargo”.
Lo que describe Ana Victoria es lo que sucede en la primera lavandería comunitaria del Sistema Distrital de Cuidado, una articulación de servicios que brindan las distintas secretarías de la Alcaldía de Bogotá con el propósito de reconocer a las cuidadoras y darles la posibilidad de que dediquen algunas horas del día a su educación y esparcimiento personal.
Diana Rodríguez, secretaria de la Mujer, afirma que la estrategia tiene tres frentes: las cuidadoras, las personas que cuidan y la ciudadanía en general. El objetivo es apoyarlas para que puedan confiar la atención de sus familiares mientras aprenden y se ejercitan al mismo tiempo. “Las Manzanas del cuidado atienden un frente del sistema. En Ciudad Bolívar, Bosa y San Cristóbal operan estos espacios físicos hace algunos meses, además de las dos unidades móviles que atienden las necesidades de las mujeres en zonas más alejadas de la ciudad”, detalla la funcionaria.
Por su parte, Juliana Hernández, coordinadora nacional de la campaña Paridad Ya, explica que como todo proceso inicial todavía requiere involucrar a otros sectores sociales en la economía del cuidado. Por ejemplo, para desnaturalizar la idea de que estos procesos son exclusivos de las mujeres es necesario involucrar a otros actores de la esfera pública y privada que puedan asumir la responsabilidad colectiva que implican dichas tareas.
“Redistribuir las cargas que tenemos las mujeres también implica un compromiso activo a partir del reconocimiento del Estado a una labor que ha sido invisibilizada. Esta mirada intersectorial permite que las instituciones se articulen en torno a una oferta de servicios que no se base únicamente en tener tiempo libre para el gimnasio. Debe estar enfocado en tener posibilidades reales y de inserción de las mujeres en el mercado laboral. Eso requiere medidas en diferentes niveles, no solamente desde el distrito”, puntualiza Hernández.
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