A solo 10 minutos de Cartagena, en un área 6 kilómetros más pequeña que la isla de San Andrés, flota Tierra Bomba. Una isla con más de 12.000 habitantes, dividida en cuatro corregimientos -Caño de Loro, Punta Arenas, Bocachica y Tierra Bomba- sin acueducto, con un precario sistema de basuras, muchas necesidades pero el entusiasmo todavía intacto de una generación de niños y jóvenes que en el mar descubrieron nuevas oportunidades.
No siempre fue así. Hubo un tiempo en el que sus pobladores solo se mostraban interesados en el ocio y la diversión. Maicol Pitalúa, historiador cartagenero, explica que durante el siglo XX la isla fue en realidad un lugar para descansar. “Pescadores y comerciantes encontraron en Tierra Bomba donde pasar la noche. Entonces comenzó un poblamiento espontáneo de la isla”.
En 2010 un grupo de amigos comenzaron un trabajo social para combatir la deserción escolar y aportar desde sus saberes al desarrollo de Tierra Bomba. Ese esfuerzo se refleja hoy en varios diplomas de bachillerato, playas más limpias y contribuciones comunitarias a este proyecto educativo.
Fundación Amigos del Mar es el nombre de la iniciativa que crearon para garantizar la permanencia escolar de los estudiantes a través del surf y prácticas de conservación ambiental. Pedro Salazar, director de la organización, explica que “después de los 15 años muchos de los chicos no iban más al colegio, a los 16 o 17 algunos ya tenían hijos”.
Esta realidad comenzó a cambiar con la posibilidad de participar en torneos nacionales e internacionales de surf y desde el 2015 las competencias se convirtieron en un estímulo para que niños y jóvenes se animaran a aprender inglés, conocer herramientas tecnológicas y graduarse del colegio. “Junto a la Cancillería de Colombia logramos llevar a varios de ellos al Perú y gracias a eso se fortaleció el programa, pues la comunidad vio que estaban viajando a hacer deporte náutico, surf y a conocer. Se dieron cuenta que el proyecto valía la pena”, advierte Salazar.
Escuela de sueños
La fundación también tiene un voluntariado internacional para la Escuela de Sueños, un recinto en el que se promueven actividades educativas complementarias. En este espacio se realizan talleres de arte sostenible, idiomas extranjeros y sesiones en las que se socializan herramientas para prevenir la violencia de género.
Desde el año pasado comenzó a implementarse un sistema de intercambio de tapas plásticas por servicios. Tapas por quillas (las quillas son los alerones de las tablas de surf), tapas por dos horas de clase de deporte náutico e, incluso, tapas por estudiar. En la medida en que los jóvenes entendieron la importancia de recoger y aprovechar los residuos plásticos para poder surfear, se empoderaron y se fueron perfilando como agentes de paz.
Tierra Bomba se enorgullece de tener una campeona suramericana de surf, de nueve años, patrocinada por la Federación Colombiana de Surf y Adidas. Actualmente muchos jóvenes de la isla son Selección Colombia en esta modalidad. Robert Córdoba es uno de los principales exponentes del Paddle Surf Race a nivel nacional. Obtuvo la medalla de oro en los Juegos Nacionales de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. Gracias a la fundación, asegura, aprendió que lo más importante es “valorar las oportunidades que tengo, que Dios me ha dado”.
En los otros tres corregimientos de la isla también se han adelantado trabajos comunitarios gracias a los cuales se adecuará próximamente un CAI y se dará solución a las principales fallas eléctricas. En Tierra Bomba todavía persiste la problemática de los residuos plásticos, pero jóvenes y adultos se esfuerzan para encontrar la forma de reutilizar estos desechos. Las tapas son un primer paso.
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