De qué tan nublado esté el Alto de la Vieja, en el municipio de Gámbita, Santander, depende la fuerza con la que llueva. Dice la leyenda que aquí vivía una viuda que escondió su fortuna bajo las piedras alrededor de su casa. Si alguien intentaba acercarse, esta mujer era capaz de desatar temibles tormentas con truenos y granizo. La historia, que se ha mantenido viva de generación en generación, también ha permitido mantener vigente el interés por uno de los parajes icónicos de esta población ubicada en la frontera con el departamento de Boyacá.
Gámbita se explaya sobre un ecosistema montañoso de cascadas, valles y praderas. Goza de una gran tradición agropecuaria gracias a la generosidad de sus fértiles tierras. Con los recursos del Programa Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura, que recibió en el año 2020, logró inmortalizar por escrito este relato de la mano de niños y niñas de escuelas rurales. Hoy la iniciativa representa un hito en la historia de Gámbita, pues reúne las distintas versiones en un documento que ahora hace parte del patrimonio bibliográfico de la Biblioteca Municipal Crisanto Valenzuela y Conde.
“El proyecto inicial era rescatar un mito o una leyenda autóctona de Gámbita, pero gracias al entusiasmo de los niños y la disposición de las docentes y talleristas logramos rescatar dos: El Alto de la Vieja y La Pata del Diablo”, explica la bibliotecaria Ligia García, quien ahora trabaja en rescatar una leyenda en cada vereda del municipio a través de recorridos itinerantes.
“Si vienen de paseo al campo y traen comida no dejen la basura, recojan todo en una bolsa antes de irse porque un animal inocente se lo puede comer y morir. Por eso el Alto de la Vieja se enoja, porque cuando la gente no cuida la naturaleza, le lanza una gran tormenta con rayos y relámpagos”, advierte Héctor López, de 8 años de edad, quien cursa tercer grado en la Institución Educativa La Palma.
La actividad les permitió a los niños descubrir otras historias tradicionales de Santander, como la de la Madre Monte, una de las leyendas más conocidas del departamento. García cuenta que para todos fue muy satisfactorio verlos dibujar a los protagonistas de estás historias “como se los imaginaban, con cuerpo de montaña o extremidades de árboles”.
Leyendo y Floreciendo se denomina este programa de formación en lectura, escritura, oralidad y expresión corporal que se lleva a cabo cada semana en el casco urbano de Gámbita y al menos una vez al mes en las 18 escuelas rurales, incluyendo las instituciones educativas del corregimiento La Palma y la institución educativa San Miguel.
Gámbita es un municipio rural. Los niños y niñas asisten con regularidad a clases en los primeros años de escolaridad, pero entrada la adolescencia pocos continúan con la educación formal porque se dedican a las labores del campo, bien sea por influencia familiar o por decisión propia. Por eso la administración municipal trabaja para garantizar programas de música, lectura, deporte, recreación y danza en las zonas más remotas.
“En la vida del campo, el centro de la integración social son las escuelas, hasta donde llega la población y se reúnen las familias; son espacios que se convierten en una mano amiga para poder implementar programas culturales, deportivos y recreativos para complementar la formación académica de niños, niñas y jóvenes con actividades de fortalecimiento de habilidades para la vida, desarrollo social y empoderamiento”, destaca Érika Gómez, secretaria de Gobierno de Gámbita.
Tras los pasos de Luis A. Calvo
Uno de los hijos más queridos de Gámbita es el maestro Luis Antonio Calvo, célebre pianista y compositor de música colombiana en la primera mitad del siglo XX. Justamente, para honrar el legado de “El Maestro de los Intermezzos” se lleva a cabo cada año el Festival Nacional Luis A. Calvo, vitrina cultural y turística del municipio.
“La vida del maestro Calvo da para todo, por ejemplo, él empezó en una banda de pueblo como las que tenemos en esta zona, entonces es la excusa perfecta para, con su vida de origen campesino, poder exaltar la esencia del gambitero, además de la gastronomía, tradiciones y música a través de los programas formativos y demostrar que cualquier niño o niña puede ser un ‘Luisito’ o ‘Luisita’ Calvo”, reflexiona Berzetti David, enlace Cultural de Gámbita, al resaltar que como parte de los proyectos de la administración municipal se tiene previsto constituir la Casa de la Cultura homónima al maestro, adquirir un piano de cola para promover su legado musical entre sus coterráneos y de ser posible celebrar la XV versión del Festival con un Concurso Nacional de Piano.
“El canto es una gran herramienta musical, especialmente en las escuelas rurales, donde no hay instrumentos, todos pueden cantar, y eso permite desarrollar la motricidad fina con el movimiento rítmico o la coordinación que no se trabaja en labores cotidianas del campo. Además, está comprobado que la música desarrolla los dos hemisferios del cerebro, el analítico y el creativo, eso permite que los niños que la practican sean personas estrictas pero sensibles, soñadoras pero ordenadas, y así muchas otras cualidades psicológicas y sociales”, explica el profesor de música Alejandro Escobar, conocido como Diomkeo en la comunidad Taoísta a la que pertenece y que justamente se encuentra en jurisdicción de Gámbita.
Por su parte, en la Institución Educativa La Palma se cuenta con instrumentos de percusión como tambora, alegre, llamador y maracas, mientras que en la Institución Educativa San Miguel se van a comenzar clases de trompeta y saxofón. En otras escuelas rurales hay instrumentos de cuerdas como guitarra y tiple, y en el Colegio Luis A. Calvo del casco urbano se dictan lecciones de piano, saxofón, clarinete y trompeta; y se está formando una banda con clases de batería, redoblante y bombo.
“Es muy gratificante ver el interés y la participación de los niños y niñas en las escuelas rurales. Con el apoyo de su familia asistieron muy juiciosos a los programas de formación y en menos de dos meses los grupos de danza y música se presentaron en el Festival Luis A. Calvo en agosto pasado, y una semana después fueron invitados a una presentación en Chitaraque y después en Togüí, ambos municipios de Boyacá”, recuerda Gómez.
Para la alcaldesa de Gámbita, Aidubby Mateus, rescatar la memoria del maestro Luis Antonio Calvo es una prioridad de su gestión. “Estamos trabajando con la Secretaría de Cultura de Santander una propuesta de ley para declarar patrimonio cultural de los colombianos al maestro Luis A. Calvo, de esta manera la nación se pueda vincular con recursos para investigar, preservar y divulgar su vida y obra. Como gambiteros debemos apersonarnos de nuestra propia historia, nuestra identidad cultural porque ese es un eje diferenciador para seguir fortaleciendo la cultura, el turismo y representa una oportunidad de desarrollo social para el municipio”. De hecho, los programas formativos y recreativos para la población en edad escolar de las áreas rurales incluyen actividades lúdicas como clases de canto y ejecución de instrumentos en algunas instituciones educativas, donde se enseñan aspectos básicos de afinación, notas musicales, métricas y ritmo, todo siempre en un entorno de juego, didáctico y alegre para estimular la participación.
*Contenido en colaboración con la Alcaldía de Gámbita
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