Tres investigadoras de las universidades Javeriana y Andes trabajaron de la mano del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en un estudio que logró demostrar recientemente que la población colombiana está envejeciendo a mayor velocidad y en condiciones que impiden la satisfacción de sus necesidades básicas.
Yeni Jarlin es conocida como el “Ángel ecológico” de La Candelaria. Es una mujer de 73 años que se desempeña como recicladora y desde los 12 prestaba servicios de aseo y cuidado a niños en casas de familia de Bogotá. Asegura que crecer sola no le dejó muchas oportunidades, así que no tuvo opción de estudiar ni de pensar en pensionarse: “Llega el momento en el que a uno no le dan trabajo en ninguna parte, a mí las enfermedades de la vejez no me dejan hacer nada, pero me encanta hacer reír a las personas y ahora solo vivo para agradar a Dios, servirles a los demás, sembrar plantas y enseñar a los niños la compasión por los perros y los ancianos”.
Como ella, más de 170 adultos mayores acuden diariamente al comedor comunitario María mi Madre en el centro de Bogotá, un espacio de la Fundación Proyecto Unión que se dedica a satisfacer las necesidades básicas de las personas mayores que se encuentran en situación de calle. María Cecilia Silva, directora de relaciones institucionales de la entidad, asegura que por medio del comedor y el hogar de paso nocturno la organización brinda cama, hogar y baño a los adultos que no tienen donde quedarse. “En Colombia hay muchas personas de la tercera edad que quedan abandonadas y terminan en la calle. Precisamente, el objetivo de la fundación es llegar a esa gente que en algún momento estuvo bien y ahora está sola. Aquí ellos van conformando una familia y pueden ser una comunidad porque son muy activos”, detalla Silva.
Sobre estas y otras situaciones se refieren con preocupación las investigadoras Tatiana Gélvez Rubio, Helena Hernández Bonilla y Paula Herrera en el estudio Los cuidados en la vejez: revisión y retos para Colombia. El documento detalla que hay una creciente demanda de servicios de cuidado en el país y que una mayor cantidad de estos se presentan en la edad adulta, pero el verdadero desafío es que la mayoría de estas necesidades las suplen las mujeres por medio de labores no remuneradas.
Por lo tanto, el documento hace varias invitaciones. Una de las más importantes consiste en establecer instalaciones especializadas para los cuidados de larga duración en la vejez. Por ejemplo, solo en 2018 había 64.000 adultos mayores de 60 años que no podían comer, vestirse o bañarse por sí mismos. Por eso, las investigadoras sugieren mejorar el acceso a la salud y a programas de promoción de la funcionalidad en este grupo poblacional. “En el caso de personas mayores que enfrentan situaciones de pobreza, el cuidado es aún más limitado y sus condiciones de vida son más adversas, esas son las situaciones que deben atenderse con mayor urgencia”, afirma Tatiana Gélvez, PhD en Gobierno de la Universidad de Essex y coautora de la investigación.
Así lo respalda Carlos Alberto Cano, médico y director de geriatría del Hospital Universitario San Ignacio, quien explica que se hace necesario construir una sociedad que les permita a los adultos mayores tener mejores condiciones de salud física y mental. Asegura que la familia, el Estado colombiano y la sociedad deben unir esfuerzos y responder por las necesidades intersectoriales que demandan los adultos mayores. “Es necesario romper con el círculo de cuidado en el que las mujeres tienen todas las funciones a su cargo, estas situaciones despiertan otros riesgos en las cuidadoras a largo plazo, así que hay que establecer estrategias para capacitar al entorno y brindar herramientas que vayan en beneficio de todos”, concluye.
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