Arnoldo García tiene 22 años y desde hace tres se dedica a trabajar como guía de turismo de Macuira Tours, el emprendimiento familiar del clan Wayúu Pausayú al que pertenece. Todos los que trabajan en la operadora turística son nativos de la Serranía de Macuira, de ahí viene el nombre de la agencia. Primos y tíos comparten labores como gerentes, asesores de ventas y conductores hace nueve años. En el caso de Arnoldo, ofrecer experiencias a los visitantes de La Guajira es lo que le apasiona, pero durante una buena parte del último año, la crisis sanitaria lo obligó a hacer una larga pausa.
“Con la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, lo primero que cerró fue el parque y luego la Secretaría de Salud sumó otros destinos; así que dejamos de operar durante unos nueves meses. La reactivación ha sido progresiva, pero en algunos periodos hemos recibido más visitantes, que en años anteriores”, asegura Arnoldo.
Sin embargo, antes de la pandemia, la mayoría de sus clientes eran extranjeros, “cerca del 50 por ciento, provenientes de Europa, principalmente de Francia y Alemania’'. La reapertura del Parque Nacional Natural Macuira, el pasado 30 de julio, promete incrementar aún más la llegada de turistas.
Este 2021 ha estado marcado por la visita de turistas nacionales, que llegan desde Bogotá, Medellín y Cali, casi en un ciento por ciento, pues en el último año solo han recibido tres extranjeros. Una vez llegan a La Guajira los visitantes tienen garantizado el transporte, el hospedaje y la alimentación. Lo único que no incluyen las ofertas turísticas de la mayoría de los operadores del territorio, como Macuira Tours, son los boletos aéreos. Un plan promedio de cuatro días y tres noches puede costar cerca de 1.500.000 pesos por persona.
El Parque Nacional Macuira es el número 17 del Sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia que reabre al ecoturismo. “Cuenta con aproximadamente 25 mil hectáreas, y aunque se tiene acceso a todas las áreas, una de las más llamativas para visitar son las dunas de Aleewolu, que son formaciones de arena en medio de la serranía”, comenta Arnoldo. Muchos de los sitios por los que transitan los turistas son lugares sagrados de la mitología wayúu, entre ellos las dos piedras que también hacen parte de los atractivos de la única ruta que, por ahora, está disponible para los turistas.
Arnoldo explica que una de las razones por la cual los viajeros no tienen acceso a los bosques de niebla ni pueden acercarse al chorro Uluipanairuku es debido a que muchos de estos lugares se encuentran bajo la figura de reservas por parte de Parques Nacionales y la comunidad Wayúu. “Solamente los nativos tienen acceso a esos espacios sagrados. Ahí, por ejemplo, se encuentran nuestras plantas medicinales”.
Para conocer la historia detrás de cada uno de estos espacios hay que contratar a un intérprete wayúu del patrimonio natural y cultural, autorizado por el parque. Ellos están a cargo de las charlas medioambientales y culturales. Aunque para entrar al parque no exigen la vacuna contra la fiebre amarilla, se recomienda estar inmunizado. Lo que sí está reglamentado es la prohibición de ingreso de plásticos de un solo uso, como bolsas, botellas, pitillos, envases, platos y cubiertos. “En general, los visitantes son muy responsables con el ambiente, porque reciben toda la información de lo que pueden hacer, y lo que no, cuando contratan el plan”.
La altura máxima de la serranía es de unos 864 metros sobre el nivel del mar y en en la cima de la montaña están los característicos bosques de niebla. “En las noches, cuando se condensan las nubes, esas formaciones de agua se convierten en arroyos al caer. Es un ecosistema muy variado, pasas de un desierto árido a un área llena de árboles muy verdes. A medida que se escala la sierra los árboles son más grandes”. El lugar es rico en diversidad de aves, en especial especies migratorias que entran a Colombia desde el norte. De hecho, por ser refugio de estas aves y de ejemplares endémicos fue declarada Área Especial para la Conservación de las Aves (AICA) de Colombia y del mundo en el año 2003.
El megaplan de La Guajira
El Parque Nacional Natural Macuira es una de las paradas obligadas cuando se viaja a La Guajira, pero no la única. “Los tours empiezan en la ciudad de Riohacha e incluyen recorridos por la Península. El primer día se visitan las Salina de Manaure, en el municipio de Manaure. Luego pasamos por Uribia, que es la capital indígena de Colombia, con rumbo al Cabo de la Vela, donde los turistas pasan toda la tarde en actividades de playa”, precisa Arnoldo.
El segundo día se dirigen a la Alta Guajira, con destino al corregimiento de Nazareth, el pueblo más cercano a la Serranía de Macuira. Durante el recorrido bordean las bahías Portete, Honda y Hondita. “Durante este día está previsto el paseo por el Parque Nacional, que dura un tiempo aproximado de cuatro horas, dos horas de ida y dos de vuelta, por caminos, arroyos, y piedras hasta llegar a las dunas”. Culminado este recorrido parten a Punta Gallinas y allí visitan las dunas de Taroa.
Precisamente en Punta Gallinas está prevista la inmersión cultural con las comunidades wayúu, en donde sus miembros comparten saberes sobre su vestimenta, bailes y comida típica. Como parte de la experiencia, a los turistas les aseguran probar el famoso friche, que tiene como ingrediente principal la carne de chivo, complemento de un amplio menú marino, rico en mariscos y pescados como el pargo, mero y róbalo. “De aquí se parte en lancha para hacer avistamiento de flamencos rosados en bahía Hondita”.
Para García una de las temporadas menos favorables para hacer este recorrido es entre los meses de octubre y noviembre. “El 90 por ciento de las carreteras están destapadas y cuando llueve es muy difícil, entre el barro, llegar a lugares como el Cabo de la Vela y Punta Gallinas”.
La familia Pausayú, como muchos otros miembros de la comunidad Wayúu en el territorio, reciben capacitación a través de programas del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) en el territorio y del programa Ecopetrol Emprende. De hecho, Arnoldo es guía de turismo profesional y ve en esta industria una ruta para crecer y desarrollarse. “Nos dedicamos al turismo porque conocemos muy bien cada rincón de nuestro territorio y porque es una de las alternativas de empleo que tenemos”, concluye.
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