Desde 2017, el Gobierno colombiano ratificó su compromiso con la enmienda de Kigali del Protocolo de Montreal, que insta a limitar el uso de gases refrigerantes con un potente efecto sobre la capa de ozono, que en su mayoría son usados por la industria de retail para sus sistemas de aire acondicionado y de refrigeración.

“El gran efecto contaminador de estos gases refrigerantes se debe a que la gran mayoría funcionan con sistemas viejos, de más de 20 años de uso. Por sus niveles de presión, y como circulan por tubería de cobre, suele haber fugas que contaminen el ambiente de forma drástica”, explica Romain Viscaye, director de operaciones de Eficiencia Energética en GreenYellow Colombia.

Con la Resolución 2749 de 2017, la reglamentación del país fue contundente. Por ejemplo, una de las sustancias más usadas como la R22 (HCFC22), solo podrá usarse en un 2.5 del volumen que se utilizaba en 2013. “Si bien para ese año las empresas podrían seguir usando en pocas cantidades estos gases, por temas de reparación, mantenimientos o recargas, será muy costoso mantener esos sistemas. Quizás estas sustancias solo se encuentren en el mercado negro”, agrega Viscaye.

El año pasado hubo otra resolución que ratifica el compromiso del país con esta enmienda. Con la Resolución 0634 de 2022 se limita la fabricación e importación de equipos que contengan o requieran para operar ese tipo de gases refrigerantes. “En la región es algo destacable. El país se lo ha tomado en serio, pues hay incentivos para incursionar en gases refrigerantes que no contaminen”, indicó el directivo.

Apoyo a la transición

Precisamente, uno de los objetivos de la multinacional francesa GreenYellow, que opera en el país hace más de una década, es convertirse en una aliada de las compañías colombianas que quieren sumarse a ese proceso de transición energética.

Lo hace con una oferta de soluciones con refrigerantes naturales que no contaminan y son energéticamente más eficientes y un acompañamiento que arranca desde entender el flujo de gastos en mantenimiento y funcionamiento por los sistemas viejos de refrigeración de las empresas con la idea de no sobrepasar ese presupuesto actual.

“Allí entramos nosotros con la figura de leasing operacional, que incluye instalación, suministro, operación, mantenimiento y garantía de eficiencia energética. Esos costos los proyectamos a varios años hasta encontrar un punto de equilibrio de optimización e incluso de ahorro de gastos. A esto se suman los ahorros por beneficios tributarios por usar sustancias no contaminantes”, indica Viscaye.

Para el directivo, la excusa de que no hay presupuesto para ese tipo de transformaciones no es válida porque en el mercado hay flexibilidades que lo permiten. “Quienes quieran hablar de sostenibilidad tienen que estar trabajando por cumplir esas dos resoluciones”, concluyó.