El coco es reconocido en Colombia como una fruta tropical con un alto contenido calórico, pero apenas hace unos años comenzó a tener aplicaciones industriales. En las cocinas se ha ido ampliando su uso, a medida que la transformación de la fruta ha derivado en productos como harina, aceite o leche. Aunque son cada vez más populares entre los consumidores, aún no se producen a gran escala dentro del territorio.
De hecho, en Colombia se desperdician más de 35 mil litros de agua de coco semanales y las conchas del fruto suelen acumularse como desecho. Así lo precisa Sergio Andrés Escobar, administrador de empresas y representante legal de Ecolfibras SAS, una iniciativa que transforma la cáscara de coco en fibra para colchones, materas y costales.
Andrés es uno de los agricultores y productores de San Juan de Urabá que está convirtiendo lo que se considera desecho en un producto competitivo. Del fruto de coco se pueden generar unos 150 productos, pero el cultivo demanda paciencia y tiempo y por esta razón se dejó de apostarle a su siembra. Ahora el llamado es a que los cultivadores regresen, pues hace falta coco para satisfacer la demanda del mercado.
“Me dediqué a aprender sobre las bondades del coco, por ejemplo, las variedades que se dan en Colombia, alto Caribe y alto Pacífico, se demoran en producir entre tres y cinco años pero mantienen frutos durante 60”, explica Escobar.
Con el incremento de la exportación de la variedad alto Caribe, los productores de coco del municipio antioqueño llaman a Ecolfibras SAS para que recojan las cáscaras que no usan. La empresa paga a los agricultores 50 pesos por cada concha de coco que recibe. “Ahora el productor percibe plata por un producto que tenía que botar o quemar”, destaca Escobar.
Luego, Ecolfibras SAS transforma las cáscaras con unas máquinas especializadas: les extrae el sustrato, la fibra, las separa y deja secar para prensar. Por último, las ofrece a productores, que como ellos, las modifican de acuerdo a las necesidades de su modelo de negocio. Por ejemplo, la fibra que queda como resultado de este proceso es la materia prima que utilizan empresas de colchones en el país o industrias en Holanda, Chile o Italia.
“También hemos enviado esta fibra a España y otros países, donde los compradores aseguran que nuestro coco es mejor que el de la India, país que reporta el mayor crecimiento de esta industria. El producto colombiano tiene mayor carnosidad y otras características que lo hacen más atractivo”, cuenta Escobar, quien cree que podrían incrementar la producción a 30 contenedores mensuales. Para lograrlo, explica, necesitan que mejoren las condiciones de seguridad para que puedan ampliar su campo de acción a otras zonas del Pacífico.
Emevis Cardozo, directora de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata) de San Juan de Urabá, asegura que el municipio es potencia en producción de coco, así que considera clave para la región aprovechar todas las oportunidades que ofrece el mercado y contribuir con la generación de empleo.
“Ecolfibras SAS contribuye con la disminución de residuos acumulados en las fincas y a que las personas entiendan cómo pueden generar ingresos a partir de la basura; adicionalmente, procesar la concha de coco impide que estos desechos se conviertan en hábitat para serpientes o animales peligrosos”, afirma Cardozo.
Juan Carlos Lucas, doctor en ciencias agrarias de la Universidad Nacional, advierte sobre otras oportunidades que hay detrás del procesamiento de esta fruta como materia prima, entre ellas, la producción de leche en polvo y otros subproductos que salen de la pulpa. “El 80 por ciento del coco que se produce en Colombia va para usos de la industria, un 10 por ciento para autoconsumo y, aunque es un número significativo, solo se desperdicia el 10 por ciento restante, lo que demuestra que las alternativas de consumo están tomando más fuerza en las regiones”.
Hoy en día viven del coco más de 200 millones de familias en el mundo. Su industrialización se ha extendido al sector textil que lo transforma en fibra o hilo. Por su parte, el sustrato se aprovecha en los alimentos o en las zonas costeras, y ahora la fibra se ha hecho popular para las materas gracias a sus nutrientes.
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