Desde la firma del acuerdo de paz más de 11 zonas veredales han tenido dificultades para su consolidación. No llega el agua, se encuentran muy lejos de la cabecera municipal o se instalaron en zonas de reserva forestal como le ocurrió a quienes se encontraban en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Charras, en el departamento del Guaviare, que tuvieron que buscar un nuevo lugar para vivir. Esta realidad motivó a varios de los habitantes de estos espacios a salir de ellos y conformar la Comunidad Noble y de Paz Marco Aurelio Buendía.
Su líder es Francisco Gamboa, quien explica que una vez culminaba el tiempo de permanencia en una zona veredal, las personas debían salir pero en un proceso que tendría que haber sido concertado y no de manera impositiva. Así que a partir del renombramiento de ese espacio buscaron acompañamiento en profesionales de la Universidad Javeriana con quienes desarrollaban actividades de nutrición, jornadas de reflexión y al final hicieron un documento que les permitió diseñar los lineamientos de un lugar que estuviera ajustado al presupuesto del Gobierno y a las necesidades de quienes iban a habitarlo.
Así nació Hábitat para la paz, un libro en el que participaron profesionales en ciencias sociales, ingenierías, estudiantes, practicantes y excombatientes, todos con un mismo propósito: construir 250 lineamientos urbanísticos, arquitectónicos y técnicos. “Los compañeros participaron activamente en la construcción de la propuesta, un trabajo de mucho tiempo y un esfuerzo muy grande de la universidad que ha sido muy decidida con el apoyo a la comunidad” ,explica Gamboa.
Martin Anzellini García, director del departamento de Arquitectura de la Universidad Javeriana, lideró parte de este proceso que comenzó en 2019 e incluyó varias reuniones en las que se llevó a cabo un ejercicio de aprendizaje mutuo. Las personas en proceso de reinserción pudieron manifestar sus necesidades, conocimientos e ideas de cómo debería ser el lugar dispuesto para ellos en el Guaviare. Por su parte, los académicos contribuyeron para alimentar los aspectos más técnicos.
“Finalmente Charras se relocalizó. Autoridades gubernamentales adquirieron un nuevo predio más cercano a San José del Guaviare y en el libro se condensaron los lineamientos para la planificación y construcción de un nuevo pueblo, especial, rural, con un alto componente cooperativo en el que los excombatientes diseñan un nuevo hábitat”, puntualiza García.
Hoy en Charras hay más de seis proyectos productivos. Uno de los más significativos es el taller de confección, en el que fabricaron tapabocas que donaron a la Secretaría de Salud y a los hospitales de San José del Guaviare. “A uno lo llena de mucho orgullo que los compañeros que antes arreglaban uniformes para la guerra ahora están haciendo tapabocas para salvar vidas, yo creo que es algo que a nosotros nos ayudó a sanar mucho”, confiesa Gamboa.
Después del lanzamiento de Hábitat para la Paz, la expectativa es que la Agencia Colombiana para la Reincorporación y la Urbanización, el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Vivienda implementen los detalles constructivos que cumplan con los lineamientos del libro para este nuevo espacio.
Finalmente, académicos y reinsertados coinciden en la necesidad de abrir un espacio para socializar el libro y para que la comunidad se apropie de su nuevo hogar.
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