Cuando José Barros Palomino imaginó la letra de La piragua, el municipio de El Banco (Magdalena) era otra cosa: las piraguas dormitaban sobre el río infinito y por las calles no había luz. Debajo de las matas de plátano, los banqueños bailaban con velas encendidas en las manos y despedían a las embarcaciones que transportaban sus encomiendas hasta el puerto de Chimichagua. Era otra vida. Una vida que ahora solo la cumbia puede contar.
“Será mi cumbia favorita por toda la eternidad, la cantaré por el resto de mi vida. Es una canción que nos identifica como banqueños y como colombianos, que cuenta la historia del comercio y la música del municipio. El maestro José Barros contó cosas que ahora ya no se ven: las piraguas con bogas que remaban hasta el Cesar, por ejemplo. Fue algo muy representativo”, aseguró Viviana Esparragoza, cantadora.
Hasta el 18 de agosto se llevará a cabo la cuadragésima edición del Festival Nacional de la Cumbia José Barros Palomino en El Banco (Magdalena), un espacio cultural que preserva y resalta uno de los sonidos más tradicionales de Colombia: la cumbia. Al compás de tambores y flautas de millo, más de 1.600 artistas celebrarán este emblemático ritmo del mestizaje colombiano.
“40 años no se cumplen todos los días. Queremos que quienes nos visiten se vayan con ganas de volver. Hemos trabajado arduamente para brindar una experiencia completa en torno a esta manifestación. Aquí podrán aprender, conocer y deleitarse con la magia de la cumbia”, comentó Veruschka Barros, presidenta ejecutiva de la Fundación José Barros.
“Es un espacio no solamente geográfico, sino cultural y artístico, que nos permite reconocer que somos colombianos y tenemos a la cumbia como un factor que nos une. Que nos lleva a vibrar, a pensar y valorar la riqueza de este país”, dijo La Carmen, artista participante.
La programación del festival incluirá la presentación de 193 parejas bailadoras de cumbia, 39 cumbiambas, 15 canciones inéditas, 35 artesanos, 14 agrupaciones musicales y más de 10 cocineros tradicionales del municipio.
Este evento, organizado por la Fundación José Barros Palomino, forma parte de la Lista Bienal de Proyectos de Interés Nacional del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Previo al inicio del festival, la fundación desarrolló tres laboratorios (artesanal, dancístico y gastronómico) para perfeccionar la oferta cultural que se presentará durante esta edición.
“Son ellas y ellos quienes nos ayudan a salvaguardar nuestras manifestaciones. Así logramos que trascienda en el tiempo la tradición oral de la cocina y que, además, nuestros artesanos aprendan nuevas técnicas y fortalezcan sus conocimientos. Sabemos que harán un trabajo increíble y que cada año será mucho mejor”, mencionó Ángela Rinaldi, directora de proyectos de la fundación.
Bailar hasta el amanecer
En el Festival José Barros Palomino la cumbia nunca deja de sonar. Una vez la programación oficial culmina, las agrupaciones se reúnen en las calles y es entonces cuando comienza la verdadera fiesta. La cumbia ahuyenta el silencio de la noche y las cumbiambas bailan alrededor del río Magdalena.
“Se llaman cumbiones. Nuestros antepasados armaban una rueda de cumbión para los tiempos de Candelaria, que era otra fiesta representativa del municipio. Todo el que quería podía ingresar y bailar. Las personas amanecían ahí, bailando”, explicó Neiro Díaz, director de la fundación Herencia de mi Tierra.
Algunos dicen que es la magia de la cumbia y otros que es la magia del río. De cualquier forma, los tambores y las flautas, los bailarines y los cantadores, se mezclan para rendirle homenaje a este ritmo que alguna vez fue el rito funerario más importante de los indígenas.
“Cuando termina la programación del escenario fluvial, se reúnen los grupos invitados, los flauteros que vienen de afuera y los músicos de todos lados. Propios y foráneos forman unas parrandas con música folclórica hasta el amanecer, hasta que ya el cuerpo no aguanta”, añadió Esparragoza.
“Se han mantenido todas las ruedas de cumbión que no solamente congregan a los banqueños, sino también a los visitantes. Todos se unen y participan de la rueda. Gozan y amanecen”, completó Díaz.
No es difícil imaginarlo: las personas bailando, alegres, festivas. Y al fondo sonando ese verso inconfundible “Era la piragua de Guillermo Cubillos. Era la piragua, era la piragua”.