En los últimos años, cada vez más ciudades del mundo y de Colombia se suben a la ola de las ciudades inteligentes, un concepto que ha cobrado popularidad en todos los espacios académicos y políticos relacionados con la gestión y el gobierno urbano.

En el país, a diario se escuchan noticias de centros urbanos que van en camino de convertirse en una ciudad inteligente. Muchos piensan que esta transformación significa diseñar un lugar sacado de las películas de ciencia ficción en donde, por ejemplo, los conductores del transporte sean robots o los funcionarios públicos sean hologramas que resuelven de manera eficiente las peticiones de la ciudadanía.

Sin embargo, este es un concepto mucho más complejo que el de las urbes futuristas, en donde todo está mediado por la tecnología. Hay muchas definiciones al respecto, pero se podría decir que una ciudad inteligente es un modelo que enfrenta retos de sostenibilidad, gobernanza, inclusión social, eficiencia y bienestar mediante el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación.

En otras palabras, lo que hace una ciudad inteligente es poner los avances de la Cuarta Revolución Industrial (robótica, IA, internet de las cosas) al servicio del bienestar ciudadano.

Al respecto, el profesor de la Universidad de la Sabana y doctor en Ingeniería con énfasis en internet de las cosas, Juan Manuel Aranda López, explicó: “El concepto de ciudad inteligente es una sombrilla que reúne muchos aspectos del manejo eficiente y sostenible de un centro urbano enfocados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Una ciudad no puede llamarse inteligente si aplica la tecnología en un solo aspecto, como ampliar la cobertura de internet; también tiene que gestionar por medio de herramientas tecnológicas aspectos como el tratamiento de residuos, la seguridad ciudadana, el transporte, la conectividad, la calidad del aire, la infraestructura para servicios públicos e incluso el gobierno”.

“Una ciudad no puede llamarse inteligente si aplica la tecnología a un solo aspecto”: Juan Manuel Aranda López, profesor de la Universidad de La Sabana. | Foto: Archivo particular

Esa complejidad es la que analizan los diferentes centros de pensamiento y organismos multilaterales a la hora de hacer sus rankings sobre ciudades sostenibles. Si se compara el Índice IESE Cities in Motion de la Escuela de Negocios de la Universidad de Navarra con el IMD Smart City Index, ambos coinciden en evaluar no solo la tecnología, sino aspectos que en principio no tendrían nada que ver con el concepto como capital humano, cohesión social, oportunidades y gobernanza.

Esta concepción la resume Bruno Lanvin, presidente del Observatorio de Ciudades Inteligentes, del Centro Mundial de Competitividad IMD: “La confianza y la buena gobernanza son cada vez más determinantes, y la importancia de la IA en el diseño y gestión de las ciudades aumentará. Por contradictorio que parezca, la IA puede ayudar a las ciudades a centrarse más en las personas”.

La “revolución” de las ciudades inteligentes podría parecer una moda, pero en el fondo es un mandato de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que en su numeral 11 busca “que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles”.

Según la ONU, autora de esta hoja de ruta, la mayoría de las urbes no está preparada para los rápidos cambios que tendrán frente al aumento de sus poblaciones, obtención de recursos, sostenibilidad y cuidado del medioambiente. Estas insuficiencias pueden traer mayor desigualdad, exclusión y pobreza, y un aumento de catástrofes naturales y de conflictos sociales y políticos.

¿Cómo va Colombia?

Desde que Colombia se embarcó en la ola de las ciudades inteligentes, Medellín siempre ha sido el primer referente del país, y a ella se le unieron Bogotá y Cali. En los últimos años, el Estado y las administraciones locales de otras ciudades han empezado a desarrollar sus planes para entrar en esta tendencia.

Según Luz María Zapata, directora ejecutiva de Asocapitales, Medellín y Bogotá han sido las abanderadas de este proceso, “pero también lo son ciudades como Cúcuta, merecedora del Smart City Latam por su estrategia ‘Smart City 2050′, que prevé proyectos para dotar de fibra óptica zonas rurales y urbanas de la ciudad, e Ibagué, que está participando en el Premio Cintel en la Categoría de Ciudad Visionaria, con el proyecto Mobiliario Urbano Sostenible”.

“El modelo de alianzas es clave para que las ciudades fortalezcan sus capacidades”: Luz María Zapata, directora ejecutiva de Asocapitales. | Foto: Archivo particular

El Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones reporta que 20 entidades territoriales, entre las que se encuentran pequeñas y medianas urbes como Sopó, Marinilla, Armenia, Bucaramanga y Fusagasugá, están aplicando el Modelo de Madurez de Ciudades y Territorios Inteligentes.

El desarrollo de ciudades inteligentes ha sido posible gracias a la articulación del Estado, las administraciones locales, el sector privado y la academia, así como a las alianzas internacionales. “El modelo de alianzas es clave para que las ciudades fortalezcan sus capacidades a partir del intercambio y la transferencia de conocimientos, buenas prácticas y lecciones aprendidas. Esto permite avanzar en la visión del desarrollo urbano inteligente y sostenible”, afirmó Zapata.

Todos estos esfuerzos han puesto al país en el mapa regional y mundial de ciudades inteligentes. El Índice IMD Smart City 2024, que “evalúa las percepciones de los residentes sobre cuestiones relacionadas con las estructuras y las aplicaciones tecnológicas disponibles para ellos en su ciudad”, muestra que, de 142 ciudades, Medellín se encuentra en el puesto 119, por encima de Buenos Aires y Bogotá, en el puesto 127, superando importantes urbes como Roma y Río de Janeiro.

De una evaluación hecha a 183 centros urbanos, el Índice IESE Cities in Motion ubicó a Bogotá, Medellín y Cali en los escalafones 131, 137 y 151, respectivamente.

Encauzar el rumbo hacia las ciudades inteligentes supone afrontar grandes retos. Aranda destacó tres: cerrar la brecha digital y de conectividad, asegurar un financiamiento sostenible a largo plazo, y fortalecer la capacitación de capital humano.

Al respecto, Zapata aseguró que para que las estrategias de ciudades inteligentes no queden en anuncios, “es fundamental desarrollar programas y proyectos que estén sustentados en los Planes de Desarrollo Territorial” y seguir construyendo alianzas basadas en buenas prácticas con el sector privado y la academia.