Cuando Giselle Figueroa cursaba la Maestría en Antropología y Desarrollo en London School of Economics se percató de que el conocimiento que surgía en la academia se quedaba en los textos. “Nadie los lee o si se atreven, no es fácil entenderlos”, comenta con un tono sincero, y reconoce que este problema la motivó a buscar alternativas de divulgación para la antropología.
Así nació en el 2018 el Laboratorio de Antropología Abierta, un espacio audiovisual para la divulgación del conocimiento antropológico, que explora nuevos lenguajes, formatos y públicos. A Giselle se han sumado siete profesionales de diferentes áreas académicas como la historia, el derecho, el diseño y la producción audiovisual.
El objetivo de este colectivo académico es que la antropología deje de ser un misterio para gran parte de la sociedad. Figueroa explica que es importante que la gente conozca cómo esta ciencia contribuye al entendimiento de otras formas y alternativas de vivir, “además de los conflictos, inquietudes y maneras en las que normalmente nos comportamos”, agrega.
Esta iniciativa no se limita a que el conocimiento llegue a nuevos públicos, también busca que los académicos entiendan la aplicabilidad del contenido intelectual que generan. Para Laura Agudelo, antropóloga de la Universidad Nacional, esta disciplina siempre se ha hecho preguntas acerca del otro, por eso considera importante “que los procesos de divulgación puedan darse en doble dirección”.
Para lograr una antropología más abierta, el laboratorio tiene dos frentes de trabajo. El primero es con las universidades, donde se difunden las ideas de profesores en formatos audiovisuales. El segundo es con instituciones del sector público y privado para motivarlos a abrirse a la antropología. “Les mostramos cómo una perspectiva antropológica les puede ser útil en sus proyectos y actividades diarias”.
La traducción de publicaciones académicas es uno de los grandes retos del Laboratorio de Antropología Abierta. “Es un proceso difícil, a veces parecen estar en lenguajes encriptados, con términos y conceptos que requieren de un conocimiento previo”, cuenta Figueroa. La cualidad interdisciplinaria del equipo que lo conforma ha sido clave para lograr divulgación de este contenido en formatos como podcast, cartillas, talleres y videos.
El laboratorio ha trabajado de la mano con la Asociación Colombiana de Antropología, el Centro de Etnografía Interdisciplinaria, Kaleidos y el Grupo Mutis; con la Universidad del Rosario y la Universidad de Colorado, en Estados Unidos. “Junto a ellos hicimos un documental sobre el trabajo que realizó la Escuela de Ingeniería Humanitaria en Medellín con mineros artesanales, para tratar de entender la cultura minera”, cuenta Figueroa.
El colectivo también participa de iniciativas para la primera infancia como Aquí estamos para ti y La educación que nos une, liderada por la fundación Empresarios por la Educación, que creó una plataforma de recursos para docentes con el fin de combatir la xenofobia y la inequidad de género.
Agudelo destaca que el laboratorio permite contribuir al entendimiento de por qué el mundo necesita antropólogos. “Con ellos podemos ver desde diferentes perspectivas la realidad humana, marcada por la diversidad de prácticas sociales, políticas, económicas y culturales, que nos hacen vivir en mundos particulares, pero igualmente valiosos”, concluye.
Todos los proyectos del laboratorio se pueden consultar en https://www.antropologiaabierta.org/
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