Aunque hay muchas historias sobre los migrantes, poco se ha contado sobre los que deciden volver a sus raíces y recuerdos. A sus 93 años, María Dionisia Navarro decidió regresar a su tierra, Mompox, después de haber vivido durante 33 años en el sur de Filadelfia, Estados Unidos. El único anhelo de María Dionisia, conocida como Mama Icha, era volver a su casa.
Durante más de tres décadas envió remesas desde Pensilvania para construir su casa en este distrito del departamento de Bolívar, a orillas del río Magdalena. Su historia, que representa la realidad de muchos migrantes que deben comenzar de nuevo lejos del lugar donde nacieron, fue recreada en una película documental dirigida por Óscar Molina.
La Casa de Mama Icha es el primer documental de la trilogía ‘Mi Casa My Home’, un proyecto que se enfoca en contar las historias de los migrantes que desde el país de acogida y con sus remesas, construyen las casas de sus sueños en su lugar de origen. “Siempre me llamó la atención que para cumplir con sus anhelos de construir o comprar una casa, los migrantes debían irse lejos. Es una historia que se repite en todo el mundo, no es solo en Colombia ni en Latinoamérica”, explica Molina, quien conoció la historia de Mama Icha en 2013 y quiso documentar su regreso a Colombia.
Mama Icha llegó a los Estados Unidos en 1981 para cuidar a sus nietos. Su hija había emigrado a los 17 años en busca de una mejor calidad de vida. Michelle Ángela Ortiz, su nieta, cuenta que su madre y su abuela eran mujeres trabajadoras y valientes. “La realidad del sueño americano es que se tiene que luchar bastante, dejar atrás la tierra, la familia y las raíces. Hay un estereotipo muy marcado y es que las personas que se van a Estados Unidos dejan su tierra únicamente por cuestiones económicas, pero no es así, hay más factores. El sueño americano también incluye conflictos familiares, tristezas...”, detalla.
Aunque Ortiz nació en Estados Unidos, viajó varias veces a visitar a su familia junto con su abuela. La primera vez que estuvo en Mompox fue a los siete años y pudo observarlos lugares que aparecían en las historias que Mama Icha le contaba: la Casa de la Marquesa, el río Magdalena, la Iglesia y los sonidos de las campanas. “Me acuerdo de ver a los niños jugando en las calles del pueblo, y solo pensaba en que así había sido la vida de mi abuela”, agrega. Ahora Michelle Ángela es una reconocida artista que crea obras inspiradas en historias de otros migrantes y sus orígenes caribeños.
Para Michelle Ángela su abuela es un ejemplo del amor y del apego que una persona puede tener por su hogar y sus raíces. Ella y su madre se vieron involucradas en un constante dilema entre tener a Mama Icha en Filadelfia con ellas, rodeada de familia, o dejar que volviera a Mompox, a un lugar que era su casa pero que no era el mismo de antes. “Nosotras no queríamos que mi abuela se devolviera, pero entendimos que su único deseo era regresar a su casa. Mama Icha anhelaba volver a sus recuerdos pero la realidad es que el retorno fue muy difícil porque se encontró con conflictos familiares y con un lugar que había cambiado. La dejamos ir con mucha angustia, fue un sacrificio de amor”, asegura.
En julio de 2014, Mama Icha voló con Molina desde la Florida a su tierra natal, y murió ocho meses después. “Ella no quería morir en Estados Unidos, quería pasar sus últimos días en Mompox, a orillas del Magdalena”, agrega Molina.
El documental, que está en salas de Cine Colombia, invita a pensar en lo valiente que fue Mama Icha por dejar a su hija, a su nieta y sus remesas, por volver a su lugar de origen, un Mompox con conflictos familiares, deudas y problemas. Según el director, esta es una película que desata emociones y logra que las personas hablen desde sus propias experiencias. Ahora uno de los deseos de Michelle Ángela Ortiz, es llevar a su hijo de siete años a Mompox para que conozca el lugar que simboliza la valentía y el arraigo de su bisabuela.