Los arrecifes coralinos son indispensables para los ecosistemas marinos. Se han denominado arquitectos de la vida en el agua porque de ellos dependen el 25 por ciento de las especies que habitan en las zonas costeras. En Colombia, el 77 por ciento de las formaciones coralinas se encuentran en las playas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, desde donde las organizaciones sociales trabajan para socializar prácticas responsables de buceo y pesca artesanal que respeten la preservación de la vida en el agua.
Mateo Córdoba, coordinador ambiental de la Fundación Vivamos Humanos, explica que los corales son animales que tardan miles de años en formarse y dependen de otras especies para alimentarse. “Colombia tiene corales en la costa Pacífica y en la costa Caribe pero la sobrepesca y explotación masiva de especies del mar ha puesto en peligro a los arrecifes coralinos. Por ejemplo, el pez Loro es denominado el guardián de los corales y, al mismo tiempo, es víctima de la pesca excesiva entonces la amenaza a su vida deja en riesgo a otras especies”.
Además de las prácticas de pesca inadecuadas, Córdoba advierte que la contaminación que desemboca en el mar está cambiando la composición química del agua y permite la proliferación de grandes algas. Esas condiciones se han denominado “blanqueamiento de los corales”, una amenaza que se ha convertido en un problema mundial porque las algas impiden que entre la luz solar a los animales y ocasionan la muerte de los arrecifes. Para atender estos inconvenientes afirma que es necesario un acuerdo entre países que permita que los corales sean conservados de manera regional, porque los modelos nacionales “son una pésima idea para conservar la vida en los mares”.
Por otro lado, Phanor Montoya Maya, doctor en biología y director de Corales de Paz, una organización que fortalece el buceo responsable, cuenta que en la región insular se llevan a cabo capacitaciones para los usuarios de arrecifes de coral y se identifican las condiciones de vida de estas especies para enseñarles a pescadores y turistas a reconocer si el animal está saludable o necesita labores de intervención.
“Capacitamos a los usuarios acerca de las estrategias que pueden implementar para proteger las especies y les enseñamos técnicas de jardinería de coral enmarcadas en los principios y estándares de la restauración ecológica. Todo esto se orienta por la necesidad que tenemos de conservar nuestros arrecifes coralinos, porque es un ecosistema estratégico que provee alimento, empleo y protección costera en las playas colombianas”, puntualiza Montoya.
Actualmente, asegura Montoya, más de cinco millones de colombianos dependen de los arrecifes de coral por los servicios de pesca, turismo o protección costera. Así también lo detalla el biólogo marino Julián Prato Valderrama, quien reconoce que este es un ecosistema estratégico para la economía y la estabilidad social del país. “Por ejemplo, los raizales en San Andrés proponen trabajar más allá de los límites fronterizos y es porque han entendido que los animales no conocen esas barreras, debemos trabajar de la mano con las comunidades, tal como lo ha establecido la Unesco, para que no solo se busque mayor inversión sino trabajos de conservación más efectivos”.
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