Ha resultado un gran desafío posicionar el concepto de economía circular. ¿Cómo avanza la fundación en este propósito?
LUISA SANTIAGO: Hay muchos ruidos, y no solo en América Latina, sobre qué es la economía circular. Es importante puntualizar que es un marco de transformación del sistema de la economía que hace frente a los grandes retos de la humanidad, y que no se limita a los flujos de materiales: la crisis climática, pérdida de biodiversidad y la polución o contaminación por residuos.
¿Qué se debe hacer para transitar hacia ese camino?
L.S.: Es fundamental entender los tres principios de la economía circular: eliminar la polución y los residuos, recircular los materiales y productos en la economía en su más alto valor y regenerar la naturaleza. Se trata de volcar la mirada a una economía que es resiliente, próspera y que funciona de forma inclusiva. Es necesaria la colaboración concertada, una visión común para que los distintos actores económicos (gobiernos, empresas, el sector financiero, y los ciudadanos, etcétera) estén alineados sobre el futuro que van a construir. Se están formando las bases, pero es necesario acelerar la transición, sobre todo para darle cumplimiento al Acuerdo de París.
¿Y cómo diferenciarla de la economía lineal?
L.S.: La economía lineal se basa en extraer los productos, los materiales de la naturaleza, transformar y desperdiciar; y, en este sentido, es importante aclarar que el tránsito hacia la economía circular, basada en los tres principios que menciono, no se trata de seguir con la misma mentalidad de la economía lineal, reciclando, haciendo gestión de residuos o aprovechando un poco de lo que se desperdició. La economía circular hay que pensarla desde los modelos de negocio, la selección de materiales, las relaciones de las cadenas de valor y de suministro, de los modelos de servicio.
Una de las tareas que ha emprendido la Fundación Ellen MacArthur es contribuir con la comprensión de que la economía circular debe ser parte de una norma y no de la excepción…
L.S.: Hay que pensar por igual en el diseño de la economía circular como en las reglas de juego, las políticas, la innovación, la financiación, con el fin de que no sea vista como parte de una solución piloto, sino que, efectivamente, se convierta en la norma y no en la excepción.
¿Qué tan receptivos han sido los sectores público y privado?
L.S.: Tenemos muchos ejemplos de iniciativas de empresas multinacionales, de gobiernos, que evidencian que es imperativo el cambio; por ejemplo, multinacionales que están aplicando el concepto en algunos de sus sistemas, como el de empaques plásticos; o regiones, como la Comisión Europea, que tiene su paquete de políticas del Pacto Verde. En América Latina hay países que ya cuentan con sus estrategias y hojas de ruta nacionales, como Chile, Costa Rica, Ecuador, Uruguay y también Colombia, que ha ido dando importantes señales de cambio en algunos sectores clave para la economía del país.
Lea también: “Reducir el uso de plástico: así de fácil es cuidar el medio ambiente, recuerda el niño ambientalista
Le puede interesar: “La mejor manera de gestionar los residuos plásticos es no generarlos”