Los efectos de la pandemia en las aulas apenas se pueden medir con el paso de los meses y con el retorno a la presencialidad de alumnos y profesores. Algunos avances y muchos vacíos es el saldo de dos años de aprendizaje virtual que dejaron al desnudo el atraso del sector en materia de transformación digital.
Precisamente, para hablar sobre estos cambios, enseñanzas y retos, SEMANA conversó con Andrea Escobar, directora ejecutiva de la Fundación Empresarios por la Educación, quien presentó un balance agridulce sobre los efectos de la pandemia en niños y niñas, y también el impacto del regreso a la presencialidad y los vacíos en el sistema, que se hicieron aún más evidentes.
Según Escobar, hay dos frentes claves por atender en este retorno a las aulas: dimensionar las pérdidas en los aprendizajes y el acompañamiento socioemocional. “Es un tiempo en el que los niños están regresando con muchos episodios emocionales fuertes. Debemos orientar también a maestros y directivas con herramientas para que puedan ejercer su apoyo en temas como violencia, maltrato y falta de relacionamiento”, afirma.
SEMANA: ¿Cuál es el balance después de pasar de un escenario de virtualidad a la presencialidad?
Andrea Escobar (A.E.): Hay que tener en cuenta que nunca hubo un escenario de virtualidad al ciento por ciento. Lo que sucedió durante estos dos años de pandemia y las 72 semanas que duraron cerradas las escuelas en Colombia fueron modelos híbridos en los que algunos niños, los más vulnerables, no tuvieron acceso a materiales; y si les iba bien, recibieron guías o documentos a través de WhatsApp y de distintos canales no tradicionales para el sector educativo. Ciertas instituciones tuvieron conectividad. Se entregaron alrededor de 80.000 equipos. Hubo esfuerzos importantes, pero no para una virtualidad total.
SEMANA: ¿Cuáles son las lecciones aprendidas?
A.E.: Son varias. Colombia debe llevar energía a la totalidad de las escuelas, pues hay más de 6.000 que aún no cuentan con este servicio. Se debe garantizar la conectividad extramuros: si algo aprendimos es que la escuela trasciende sus propias fronteras físicas. La formación de maestros y directivos docentes es esencial: si logramos trabajar con ellos en programas académicos institucionales, en currículos innovadores que integren las tecnologías y les garantizamos acceso conectividad, la historia será distinta.
SEMANA: Si se analiza cómo asumieron la transformación digital las instituciones educativas por cuenta de la covid-19, ¿en qué perdieron el año?
A.E.: Cada institución es un universo diferente y depende mucho del liderazgo de los directivos docentes y de su capacidad de resiliencia y transformación. No se puede desconocer que en Colombia la educación es muy descentralizada: bajo la Ley General de Educación, se encuentra la autonomía escolar. Si bien existen los estándares, que dan un marco general de las competencias de niños y jóvenes, hubo instituciones que avanzaron de acuerdo con las prácticas de liderazgo y de maestros que resolvían vicisitudes en diferentes territorios.
Hubo Secretarías de Educación que pudieron convocar para generar mayores capacitaciones y esto permitió que avanzaran. Queda una reflexión sobre la autonomía escolar y sobre el hecho de que le estamos exigiendo al sistema educativo que enseñe competencias socioemocionales y ejercicios de tecnologías de la información.
SEMANA: ¿Cómo deberían implementarse esas competencias y ejercicios?
A.E.: Las competencias socioemocionales deben ser un eje transversal al currículo de la escuela, no una materia; lo que significa que cada área del conocimiento las debe incorporar, y para ello se requiere fortalecer a los maestros en cómo hacerlas realidad dentro de un plan de aula. Con la tecnología pasa algo similar: va más allá de la clase de sistemas de hace unos años, es cómo se entrama dentro del currículo, es hacer uso de las tecnologías de la información. Se trata de un ejercicio de liderazgo y acompañamiento de los directivos docentes.
SEMANA: ¿Cómo combatir el exceso de carga académica? ¿Se cedió en este frente durante los encierros?
A.E.: La autonomía escolar es muy importante. El permitir que cada escuela pueda ser autónoma dentro de la población en la que está. Ese contexto es clave y crítico. Aquí la conversación debe enfocarse en cómo fortalecer la autonomía y cómo les damos más herramientas a las entidades territoriales, a los directivos docentes para que gestionen mucho mejor la escuela y que esa gestión esté atada a los resultados de mejora de la calidad educativa... si fortalecemos la autonomía educativa estamos propiciando que se desarrollen en contexto los programas educativos y que realmente haya avances. Debe haber unos mínimos estándares y a partir de ahí superar las expectativas y que se redunde en calidad educativa. Es repensar el sistema y entender lo que se puede enseñar sin necesidad de recargar. Parte de lo que deja la pandemia es que los maestros estuvieron llamados a flexibilizar el currículo, a priorizar los aprendizajes que debían poner sobre la mesa.
SEMANA: ¿Qué podría decirse del proceso de enseñanza en zonas apartadas y con limitado o nulo acceso a internet?
A.E.: Tuvieron muchísimos más problemas para tener acceso a contenidos de calidad. Eso se vio en las Pruebas Saber: la brecha entre oficial y no oficial se continúa ampliando. En 2021, tuvimos un resultado promedio en el sector oficial de 239 puntos y en el privado de 274; a lo que se suma que 55 por ciento de los estudiantes que no tienen acceso a internet pertenecen a la zona rural.
SEMANA: ¿Cuál es el mayor reto en este retorno a la presencialidad?
A.E.: Lograr que esta sea una generación que se gradúe con los conocimientos para poder avanzar y construir un proyecto de vida.
SEMANA: ¿Por qué es tan importante ese contacto directo en el aula de clases?
A.E.: En la etapa escolar es cuando estableces la manera de relacionarte. En el colegio no solo estudias, sino que aprendes a respetar, a poner límites, a amar; son cosas que no solamente te las da el hogar. Si vienes de unos ambientes difíciles y no pudiste socializar o tienes diferencias con un compañero de clase, no sabes cómo resolver.
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