Cuando Orlando Benítez Mora llegó a la gobernación de Córdoba tuvo que enfrentar, por un lado, una pandemia mundial sin precedentes que cobró la vida de 4.000 cordobeses y dejó heridas profundas en miles de familias del departamento, por otro, una desconfianza generalizada hacia las instituciones debido a la corrupción y los malos manejos de las administraciones anteriores.
Por eso su gestión se ha concentrado, además de atender la emergencia sanitaria, en saldar deudas históricas con las subregiones, cerrar brechas y fortalecer sectores clave como la agroindustria y el turismo.
En la recta final de su gobierno, Benítez conversó con SEMANA sobre la transformación del departamento y las perspectivas de la región de cara a la presidencia de Gustavo Petro.
Una vez superada la emergencia sanitaria por la pandemia, ¿cuáles han sido los principales frentes de acción de su gobierno para mejorar la calidad de vida de los cordobeses?
ORLANDO BENÍTEZ MORA: A los dos meses de haberme posesionado tuve como reto la pandemia. Después de tener cerca de 4.0000 muertos por covid–19 en el departamento, con enormes heridas en las familias y un nuevo pico en junio de 2020, en el que murieron cerca de 900 personas, hoy seguimos reactivando, recuperando y reverdeciendo de esperanza nuestro territorio. Nos encontramos en una fase de ejecución y recuperación. Le apostamos a fortalecer el crecimiento económico con miras al desarrollo social para poder darle ejecución a ese plan de desarrollo que construimos para cimentar una paz territorial con tres pilares: consolidar oportunidades a través del emprendimiento, trabajar por la construcción de la equidad y la seguridad con legalidad.
¿Cómo era el departamento con el que se encontró cuando llegó a la gobernación y cómo espera dejarlo al final de su gestión?
O.B.M.: Encontré un departamento con un desencanto por la clase política, con antecedentes negativos producto de los carteles en la salud y una crisis profunda del sector, con fuertes debilidades institucionales y una falta de credibilidad en la región. La gente reclamaba reformas en el departamento, inclusión, representación subregional y ahí es en donde se ha concentrado gran parte de nuestra agenda de gobierno, que en su primera fase tuvo que convivir con la pandemia. Hoy tenemos un departamento con paz social, reconocido por aspectos positivos como el fortalecimiento en los subsectores minero energético, agrícola y pecuario, del turismo. Tenemos credibilidad en la región y una articulación con la institucionalidad, el sector privado y la academia. Además, en la gente se ha despertado nuevamente ese sentimiento y orgullo por ser cordobés, que se perdió en un momento de crisis. Hay un regionalismo positivo en el mejor de los sentidos. La sociedad civil confía en nuestro gobierno y sabe que estamos actuando con proceder político transparente y justo, para seguir generando bienestar social.
Hoy en día hay una oportunidad de oro en el turismo y Córdoba cuenta con atractivos culturales y de naturaleza únicos. ¿De qué manera se está impulsando el sector en el departamento?
O.B.M.: Desde nuestro gobierno vemos el turismo como una gran oportunidad para fortalecer la economía y generar desarrollo social. Tenemos, además, una ventaja comparativa y es la posición estratégica, pues somos la puerta de entrada al Caribe desde el centro del país. Pero no podemos hablar de turismo si no hay servicios públicos, seguridad y buenas vías. Y en este gobierno hemos logrado avanzar en estos aspectos en los municipios con vocación turística, un paraíso que el país y el mundo van a descubrir.
Podría darnos ejemplos concretos de esos avances…
O.B.M.: El buen referente del parque lineal de la Ronda del Sinú, en Montería, se está replicando y hoy hay en ejecución tres rondas más. Una en el municipio de Valencia, como un tributo a la paz para que no se pierda la memoria histórica; otra en Tierra Alta, con la que se busca exaltar la cultura embera katio y la de San Bernardo del Viento como un homenaje a nuestros pescadores y a uno de sus hijos ilustres: Juan Gossaín. También se está construyendo un muelle en Ayapel, el parque lineal de Lorica, un mirador y un malecón en San Antero. Al final del gobierno la expectativa es poder descubrir ese paisaje del departamento gracias a una transformación urbanística.
La riqueza natural y cultural de Córdoba también son un poderoso atractivo para los viajeros…
O.B.M.: Así es. El departamento cuenta con 124 kilómetros de playa y una fortaleza en sus ríos: más de 400 kilómetros del río Sinú y más de 365 del río San Jorge, entre otros. Aquí está la segunda ciénaga más grande del país y varios cuerpos de agua importantes que nos permiten perfilar el ecoturismo. También tenemos una gastronomía diversificada producto de lo que somos: esa fusión entre la cultura afro, indígena, zenú y embera katío, la influencia sirio libanesa y las características criollas. Otro aspecto importante es poder expresar el patrimonio que tenemos a través del porro como ritmo musical del departamento, del bullerengue y de las décimas que venimos rescatando.
¿Qué se está haciendo para garantizar la protección de todos estos recursos naturales?
O.B.M.: Ha sido clave educar alrededor de ese compromiso ciudadano de preservar el paisaje y el respeto por la naturaleza. Así mismo, venimos trabajando con los municipios para fortalecer proyectos educativos ambientales y estamos adelantando una campaña para sembrar 2 millones de árboles. Ya llevamos más de 1 millón.
¿Cómo se ha sentido en el departamento el alza en el precio de los alimentos debido a la inflación?
O.B.M.: Córdoba es un departamento con vocacion productiva por las características del suelo, que le permiten ejercer un liderazgo a nivel de la ganadería y de productos como el maíz amarillo, el maís blanco y la yuca. La meta es convertirnos en la agrópolis que abastezca al país, pero para ello hay que apostarle a toda la cadena de producción. Como gobernación tenemos convenios con acceso a capital y compensación de la tasa de interés para garantizar accesibilidad de los insumos y que así haya un precio estable de los alimentos que se producen. El campo debe acondicionarse porque se está envejeciendo, la juventud no quiere quedarse y para cambiar esta realidad es necesario fortalecer las condiciones sociales, que haya bienestar con equidad, una real transformación de la ruralidad con conectividad, vías y servicios públicos.
Entendiendo esta realidad que describe, ¿cuáles son las expectativas de la región con la reforma agraria que impulsará el nuevo gobierno?
O.B.M.: Creo que será una de las principales reformas y todo el país está a la expectativa. Si se perfila en el sentido de fortalecer la productividad y el acceso, sin que haya expropiación, será bastante positiva. Será una reforma estructural si se plantea con respeto y real participación.
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