Replantear el modelo de desarrollo urbano para que sea más sostenible, competitivo y con una infraestructura al servicio de las personas, es una de las grandes metas a nivel global. De acuerdo con las estimaciones de la ONU, vivimos en ciudades donde, en promedio, se consume el 70 por ciento de energía y se generan enormes cantidades de emisiones de carbono (75 por ciento). Sin embargo, poco a poco se avanza en la concientización de la población, indispensable para garantizar la viabilidad de las ciudades del futuro.
Luis Fernando Mejía, presidente de Fedesarrollo, hace énfasis en que el valor de la sostenibilidad en las ciudades no solo debe asociarse al medioambiente sino a temas relacionados con la equidad de género, la inclusión y el cierre de brechas sociales. De hecho, estos factores son claves para la economía, pues en la medida en que los modelos de desarrollo generen oportunidades para todos, con una visión productiva más incluyente, las personas mejorarán sus ingresos y tendrán una mayor calidad de vida.
En esta nueva dinámica, advierte, las empresas públicas y privadas además de sus metas para generar utilidades tienen una enorme responsabilidad social. “Pasamos de una visión de economía lineal a una circular, en donde los procesos de producción, incluyendo el consumo, se deben pensar como un sistema de economía circular, de tal forma que todos aporten a la cadena productiva”, precisa. Con esta hoja de ruta se debe planear el crecimiento de las ciudades. Una meta que para Mejía no será imposible de cumplir, pues hay una agenda global que apunta en esa dirección y que se fortalece con el paso de los años y la evidencia del impacto que tiene en el medioambiente un desarrollo no sostenible. “Esa visión global y de fortalecimiento del multilateralismo no se puede hacer de manera individual, por eso existen estas agendas. Todos estamos en la misma casa, lo que pasa en África en términos de contaminación nos afecta”, asegura Mejía.
Además de los esfuerzos por fomentar una movilidad baja en emisiones, edificaciones eficientes, la adecuación de parques y áreas verdes, el reciclaje y optimización de servicios como el de agua y alcantarillado, este modelo de ciudad sostenible contribuirá a mejorar indicadores relacionados con la desigualdad social. “Un modelo de sostenibilidad también implica la transición a una sociedad más empática, equitativa e incluyente”, concluye Mejía.
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