A mediados del año pasado, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) lanzó una preocupante voz de advertencia acerca de los impactos negativos del cambio climático sobre el Parque Nacional Natural de los Nevados.
En este enclave hidrográfico de la Cordillera Central con más de 58.000 hectáreas, nacen los ríos y las quebradas que abastecen de agua alrededor de cuatro millones de habitantes de cuatro departamentos, entre ellos los pobladores de Pereira, Santa Rosa de Cabal y Dosquebradas, en Risaralda.
Hace apenas unas décadas, el parque albergaba cinco picos nevados. Decimos albergaba porque uno de ellos, El Cisne, ya desapareció. Y, de acuerdo con el IDEAM, por ese mismo camino va el páramo de Santa Isabel (Poleka Kasué, en su denominación original), localizado en territorio nuestro. Según esas inquietantes predicciones, a este nevado le quedan apenas cuatro o cinco años, puesto que debido al fraccionamiento y el debilitamiento del manto glacial, se estima que para 2028 el Santa Isabel, el nevado de menor altitud en Colombia, se quedará sin nieve.
En las estribaciones de este páramo está ubicada la Laguna del Otún, un embalse natural a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, con una extensión de 1.5 kilómetros cuadrados y 90 metros de profundidad. Allí nace el río Otún, la principal fuente del acueducto de Pereira y Dosquebradas.
La alarmante situación que se vive en este estratégico parque natural la pudimos comprobar en la visita que realizamos a principios de este año en compañía de la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder). Y, a decir verdad, nos encontramos un panorama desolador, lo que nos motivó a hacer un llamado a los alcaldes de Pereira, Santa Rosa de Cabal y Dosquebradas, y a los gobernadores de Caldas, Tolima y Quindío, para hacer un frente común para conservar y proteger este ecosistema antes de que sea demasiado tarde.
En el ordenamiento legal hay antecedentes muy importantes. En 1974 el Parque Los Nevados fue declarado área protegida con el fin de contribuir con la conservación de este ecosistema, uno de los tres de los glaciares que le quedan al país. Y en tiempos recientes, la Corte Suprema de Justicia de Colombia ratificó una orden del Tribunal Superior de Ibagué, al declarar a Los Nevados como sujeto de derechos, lo que implica que tiene el derecho a que se proteja su vida, su salud y su ambiente sano. La sentencia ordena que desde las distintas esferas del Gobierno se elabore un plan conjunto para recuperar, mantener y conservar el Parque, el cual debe incluir estrategias para sanear estas tierras de actividades ganaderas, agrícolas y otras prácticas que generan daño y que deben ser erradicadas en la zona.
Fruto de nuestra visita, consideramos urgente iniciar un proceso de reforestación en inmediaciones de la Laguna del Otún para preservar esta fuente de agua que alimenta alrededor de 600.000 habitantes de tres de nuestros catorce municipios.
En un diagnóstico elaborado en el 2013 por la división de Parques Nacionales Naturales se llamaba la atención sobre la necesidad de adquirir 45 predios, de los cuales 37 son propiedad privada en discusión y los restantes son propiedad privada con título, en los cuales alrededor de 3.400 hectáreas han sido transformadas en pastos para la ganadería.
La meta que nos propusimos es adquirir unas 4.000 hectáreas para reforestación en un esfuerzo conjunto de las entidades territoriales comprometidas. Pero a ello hay que sumarle otros componentes, como por ejemplo la regulación estricta de la actividad turística, toda vez que está asociada a problemas como el mal manejo de residuos sólidos, el riesgo de incendios forestales, la extracción de flora, el ingreso a zonas protegidas y otros factores causados por visitantes depredadores e inconscientes. En un solo año, por ejemplo, en el 2022, el Parque Natural reportó 52.000 visitantes, lo cual no es poca cosa.
Así que, como lo concluimos con nuestra autoridad ambiental, hay que seguir preservando las coberturas naturales de la Laguna del Otún y empezar a trabajar sobre la cuenca, restringiendo usos que la afecten y promoviendo -eso sí- usos sostenibles dada la importancia estratégica de este ecosistema.
*Gobernador de Risaralda.