Los grandes proyectos que soportan el PIB minero de carbón, oro, níquel y materiales para la construcción han demostrado que, lejos de la creencia popular, la minería impulsa el desarrollo en los territorios: genera cerca de un millón de empleos directos e indirectos; impulsa encadenamientos productivos, atrae inversión socioambiental, que solo en 2022 superó un billón de pesos y que en inversiones ambientales – 697 mil millones de pesos - duplicó el presupuesto de inversión del Ministerio de Ambiente durante ese año; aporta en impuestos y regalías (durante el 2022 superaron los 20 billones de pesos) y fomenta la innovación y desarrollo de nuevas tecnologías.
La reducción de necesidades básicas insatisfechas del 61 al 33 por ciento en 25 años de actividad minera, la retención de población joven y el impulso de la actividad empresarial en los municipios mineros son evidencias claras de que la minería impulsa el desarrollo territorial.
La extracción minera solo tiene sentido cuando la actividad aporta al bienestar de la población y el país. La riqueza mineral en Colombia no se cuantifica en el valor de sus exportaciones sino en la gente que de manera directa o indirecta se beneficia de las operaciones. En las inversiones territoriales que hacen posible la minería y que benefician a su población. El aporte en regalías mineras soporta más del 60 por ciento del presupuesto de inversión de los municipios mineros. El aporte en renta del sector es el más alto, en proporción a su tamaño, frente a otros sectores productivos del país.
Ahora, en la conversación de la necesidad de identificar y producir los minerales que demandan la construcción de un mundo sostenible, nuestro país tiene grandes oportunidades, o eso creemos porque somos un país inexplorado que se niega a avanzar decididamente en la realización de proyectos que demanda el mundo.
La conversación del cambio climático y, por supuesto, la de la infraestructura necesaria para la vivienda, los hospitales, la tecnología, el saneamiento básico y, en general, todos los aspectos que contemplan el desarrollo han posicionado al sector minero en la agenda global, lo que sin duda es positivo, pero es necesario pasar, urgentemente, a la acción.
En minería los tiempos son distintos. En promedio, en el mundo, desde el primer hallazgo de reservas mineras hasta su fase de explotación pasan 15,7 años, ¿Cómo vamos entonces a construir un mundo más verde sin los insumos necesarios para hacerlo? Si el cambio climático es motivo de debate en todos los foros internacionales debería serlo también los incentivos para la exploración y explotación minera. De otra forma, no vamos a lograrlo. No vamos a cumplir las metas que como país y como planeta hemos establecido.
Colombia más que un país minero es un país con gran potencial minero. Es un territorio inexplorado que además se niega a avanzar en el desarrollo de nuevos proyectos. El país tiene la responsabilidad de explorar su territorio y avanzar con los proyectos que van a construir un futuro y un presente sostenible.
Más minería es más desarrollo. Lo han demostrado los proyectos que por más de 30 años han contribuido al crecimiento económico y social del país. Los amplios espacios de participación y los rigurosos procesos de licenciamiento ambiental son garantía de que la minería en el país es un aliado de las comunidades y del medio ambiente. La riqueza mineral de nuestro país se encuentra en las oportunidades asociadas a la exploración y producción minera.
Podemos transformar la riqueza que demanda el mundo en desarrollo para las regiones, pero debemos avanzar muy rápidamente lejos de ideologías que destruyan la conversación. Nuestro país avanza en la realización de una minería con los más altos estándares internacionales que aseguran un compromiso con la protección ambiental, social y económica del país. Es momento de seguir impulsando nuestra riqueza para avanzar decididamente en el equilibrio social y ambiental que exigen los compromisos globales.
*Presidente de la Asociación Colombiana de Minería