SEMANA: Este año el Día Internacional de la Alfabetización se centrará en la brecha digital. ¿Qué avances se han dado en Colombia en este sentido en el último año y medio?
FRANCISCO CAJIAO: Ha habido un progreso grandísimo por efectos de la pandemia. La pandemia obligó al Gobierno, a las instituciones, a las empresas, a las familias y a las personas a multiplicar sus interacciones digitales. Aunque la infraestructura y la disponibilidad de equipos sigue siendo deficiente, definitivamente sí hubo un progreso enorme, y la gente hoy en día tiene muchas más habilidades para manejar herramientas digitales.
SEMANA: ¿Y qué ha pasado con la brecha digital en las zonas rurales?
F.C.: El panorama es complicado, pero también ha habido avances. Se ha hecho un esfuerzo por aumentar la conectividad. Desde luego hay regiones apartadas que siempre han estado muy marginadas en general de todo avance tecnológico y no solo digital, pero es diferente hablar de la ruralidad en el Amazonas que en el Eje Cafetero.
SEMANA: Uno de los temores con el regreso a las aulas es que los docentes olviden el terreno ganado en el mundo digital. ¿Cómo evitar que esto suceda?
F.C.: Hay cosas que no se olvidan. En los colegios en los que había más equipamiento y disponibilidad, el terreno lo habían ganado desde antes de la pandemia, sobre todo los estudiantes. Los maestros han aprendido bastante pero se debe evaluar si lo que aprendieron es tan valioso como para que continúe, o si lo que aprendieron fue simplemente como una medida de emergencia. Estoy seguro de que si utilizaron bien los simuladores, juegos, herramientas de aprendizaje interactivo, no se las olvidará. Si se limitaron únicamente a dictar clase a través de un computador, seguramente se les olvidará. Los buenos aprendizajes no se olvidan ni se dejan abandonados.
SEMANA: Con el regreso a las aulas también llega el gran desafío de recuperar los aprendizajes perdidos durante este año y medio. ¿Qué expectativas hay alrededor de este proceso?
F.C.: Esto sí es un tema más complicado y los colegios deben hacer una evaluación para ver en qué estado vuelven los niños. No sabemos a ciencia cierta qué ganaron, qué perdieron y qué descubrieron. El encierro y los medios digitales hicieron que los niños descubrieran qué les gustaba, por ejemplo, la cocina, pero no sabemos si se les olvidó la matemática o la disciplina de lectura. No todos los niños contaron con el apoyo y el acompañamiento de sus padres, por eso hay unos colegios que ya están en ese proceso. Hay otro tema clave y son las afectaciones de carácter emocional. Hay niños que regresan al colegio con temores o con dificultades para concentrarse. Mientras no tengamos una claridad de qué pasó en todo este tiempo de encierro, va a ser muy difícil saber las expectativas.
SEMANA: ¿Cuáles cree que son las grandes lecciones que la pandemia le ha dejado a la educación en el país?
F.C.: La primera es que a esta sociedad los niños le preocupan muy poco. Desde finales del año pasado, la comunidad científica, la Sociedad de Pediatría y la Sociedad de Psiquiatría estaban advirtiendo que los daños en la primera infancia eran graves, como los problemas de salud mental, las alteraciones del sueño, el incremento de la ansiedad y los problemas de desarrollo. Esa es una primera lección muy preocupante para este país. La segunda es sobre los focos de resistencia que no quieren volver a la presencialidad, esto genera una apertura muy grave de brechas sociales, porque los que se han visto más afectados son las comunidades más pobres, los que no tenían conectividad ni computadores, y que en el mejor de los casos contaban con un celular. En esta situación, los derechos de todos los demás estuvieron por encima de los derechos de los niños.
SEMANA: Retomando lo que dice sobre la salud mental, ¿qué otros aspectos se deben tener en cuenta en los entornos educativos?
F.C.: Cuando hablamos de educación estamos hablando de salud. La gente menos educada es más vulnerable a las enfermedades porque tiene menos acceso a la información sobre nutrición o prevención de enfermedades. La falta de educación es tremenda y se relaciona directamente con las posibilidades de progreso económico o laboral. La educación no es solo ir a una clase, también es aprender la convivencia, la solución de conflictos, y yo creo que esta suspensión de la escolaridad ha hecho mucho daño.
SEMANA: ¿Qué posibles soluciones encuentra para estos desafíos?
F.C.: La solución es una sola: los gobiernos deben darle prioridad a la educación. Un ejemplo interesante es lo que sucedió en Francia, que al principio de la pandemia cerraron los colegios pero en mayo, tres meses después de que empezara la cuarentena, todos los colegios volvieron a la presencialidad. Ese es un gobierno que entiende que la educación es fundamental para el desarrollo. En Colombia se demoraron mucho, solo hasta junio de este año tomaron la decisión.
SEMANA: Aunque es algo prematuro muchos ya hablan de la educación en la pospandemia, ¿cómo ve este escenario?
F.C.: No creo que vaya a cambiar mayor cosa. La educación es un tema de transmisión de cultura. Aunque los medios digitales ayudan a facilitar los procesos, las transformaciones grandes de los modelos pedagógicos no se han hecho sobre los aparatos. Tiene que ver más con el cambio de la cultura y la formación de los maestros. Seguramente las herramientas tecnológicas se van a usar más, pero yo no soy de los que creen que la pandemia cambiará sustancialmente la educación. Las herramientas no solucionan los problemas educativos.