Jaime Andrés Beltrán, alcalde de Bucaramanga, tiene la mirada puesta en todo lo que permita minimizar la dependencia con el Gobierno nacional para tomar decisiones y actuar, “porque esto limita las posibilidades de tener éxito“. Por eso, el discurso de la descentralización sigue ocupando una buena parte de su agenda. Según Beltrán, el desarrollo de los territorios no puede estar atado a filiaciones políticas. “No podemos hablar de descentralización cuando lo único descentralizado hoy son los problemas, pero las soluciones no”.
A esto responde que esté pensando en fortalecer el catastro, entre otras acciones que permitan aumentar los ingresos de Bucaramanga, con el propósito de “tener un poco más de autonomía para avanzar en las grandes inversiones que tenemos proyectadas en temas de movilidad, desarrollo urbanístico y de seguridad”, precisó Beltrán.
En 2023, los habitantes de Bucaramanga y su área metropolitana tenían una de las percepciones de inseguridad más altas del país, ¿cuál es la realidad hoy?
JAIME ANDRÉS BELTRÁN: Creo que el núcleo del problema en Bucaramanga no radica en la inseguridad, sino en el desgobierno. Si usted compara las cifras de Bucaramanga con otras ciudades como Cali, Bogotá o Barranquilla, no tenemos las peores cifras de seguridad. El desgobierno trajo un desarraigo. La gente sintió que la ciudad quedó abandonada, que no había líder ni autoridad, y eso empezó a desarrollar todo un marco de incertidumbre alrededor de los escenarios.
Si el problema central no es la seguridad, sino el desgobierno, ¿cuál es su propuesta?
J.A.B.: La principal apuesta es la autoridad, porque detrás de la autoridad viene todo el marco de gobernabilidad. De hecho, el plan candado no es una acción solamente de seguridad, sino un componente de autoridad. Por ejemplo, hace un año, una revuelta de motociclistas encendió la ciudad. Recientemente, una actividad similar no pasó de una manifestación de 80 personas que se disipó a las dos horas. Nos preparamos con 240 soldados, 350 policías, 40 agentes de tránsito, 20 bomberos y toda una estructura metropolitana para que, a las tres de la mañana, estuvieran en las calles, de tal manera que apenas saliera de su casa el primer ciudadano, se encontrara con una ciudad totalmente controlada. Eso no tiene que ver con la fuerza, sino con la autoridad.
¿Qué decisiones y acciones, basadas en el principio de autoridad del que habla, han tenido impacto hoy?
J.A.B.: Por ejemplo, no tuvimos que usar la fuerza para sacar a los marihuaneros de los parques, sino un decreto de prohibición del consumo, y con eso logramos cambiarle la cara a los parques en Bucaramanga. El decreto de pico y placa metropolitano creó unos choques con los motociclistas, pero automáticamente, hay mensajes que van inmersos. Hay alguien poniendo orden en la ciudad.
Casi el 62 % del territorio de Bucaramanga es rural, con unas características complejas por la geografía, ¿cuál es la situación actual?
J.A.B.: Hay una desconexión por dos factores. El primero tiene que ver con el tema de vías. La vereda más distante está a casi una hora y 40 minutos. Tenemos 642 kilómetros de vías rurales, de las cuales solo hay pavimentadas 120. Esto quiere decir que casi el 78 % de las vías rurales no tienen ni placa huella ni nada. Lo segundo es que en el campo la mayor fuente productiva de la canasta familiar se está envejeciendo. Los jóvenes no quieren quedarse allí y los viejos (casi el 72 % de los habitantes rurales son adultos) ya no tienen la misma fuerza para trabajar.
¿Qué pasará en el mediano plazo?
J.A.B.: Teniendo tierras fértiles, vamos a tener que estar trayendo productos de otras regiones para abastecer esta zona. Como el campo no se ha tecnificado, las nuevas generaciones no han visto allí una oportunidad de desarrollo económico y laboral. Movidos por la tecnología y el consumo, siguen migrando a la ciudad.
Entendiendo esta realidad, ¿qué acciones planea adelantar?
J.A.B.: Llegamos con tres líneas estratégicas claras de lo que queríamos hacer para la ciudad. El componente de seguridad, de movilidad y desarrollo económico. Ya hemos logrado romper fronteras y avanzar hacia la visión metropolitana. La buena conexión con el gobernador ha sido fundamental para atraer a los alcaldes de Floridablanca, Girón y Piedecuesta, y tomar decisiones como el pico y placa metropolitano. Hoy estamos hablando de un plan de desarrollo unificado, que si bien parte de las líneas estratégicas de la Gobernación, permea los municipios. Eso para mí ha sido un valor agregado, no lo tenía en el radar. Particularmente creo que no podemos seguir hablando del área metropolitana, sino del distrito metropolitano.
¿Qué implicaciones tiene esto en la práctica?
J.A.B.: El distrito metropolitano es un concepto que le duele a los políticos; y yo creo que por eso es que no me quieren mucho. Implica pasar de cuatro direcciones de tránsito a una; de cuatro secretarios de Desarrollo a uno, de cuatro alcaldes a uno. Estaríamos hablando de reducir un costo burocrático enorme y quitar esas parcelas territoriales. Usted va en el carro y nunca se entera de cuándo pasó de Bucaramanga a Floridablanca y llegó a Piedecuesta; atraviesa tres municipios sin percibirlo.
¿Los alcaldes de los municipios cercanos están en sintonía?
J.A.B.: En primera instancia, sí, los veo conectados. Me parece algo ‘ganadorsísimo’.
La Gobernación de Santander quiere avanzar en la creación de una empresa de turismo como pilar del desarrollo para todo el departamento…
J.A.B.: Definitivamente, lo que hará que las regiones avancen económicamente es el tema del componente turístico, pero no se puede dar desde el marco individual. El gobernador habla de una empresa de turismo y yo le apuesto a la venta de región. No se puede hablar de un turismo municipal, sino de un turismo regional. Mi posición es que Bucaramanga no puede ir hasta el puente de Provenza. Bucaramanga va a estar en Barichara, en Berlín, en Topocoro, porque una persona que viene a Bucaramanga a un congreso de medicina o a un evento deportivo, no viene a conocer centros comerciales. Los vuelos llegan a Lebrija, la gente se hospeda en Bucaramanga y hace turismo en Girón; o se opera o estudia en Floridablanca. Tenemos que vender la región de manera conjunta y en eso creo que hay una conciencia de todos los alcaldes del departamento.
¿Cómo planea atraer más visitantes a Bucaramanga?
J.A.B.: Me gustaría hacer de la Plaza de Toros un gran escenario de eventos. Bogotá tiene el Movistar Arena, y aquí solo tenemos el salón de Neomundo, donde no caben más de 2.500 personas. La Plaza de Toros es la más grande del país, con un aforo de casi 35.000 personas. Si le ponemos un techo y la desarrollamos tecnológicamente, podemos tener el mejor escenario para hacer eventos de todo el oriente colombiano. Esto requeriría de una inversión de aproximadamente 25 mil millones de pesos, que se recuperarían con lo que va a representar económicamente para la región la realización de grandes conciertos. Si bien la plaza está en Girón, es algo en lo que quiero insistir porque yo tengo los hoteles. Hay que volver a la región más atractiva y Bucaramanga tiene que ser un lugar destino donde la gente quiera ir. No tener esta visión nos llevó a perder conexiones aéreas importantes en los últimos cuatro años.
¿Cómo cuáles?
J.A.B.: Perdimos Fort Lauderdale, ya no tenemos vuelos directos ni a la costa ni a Pasto o Cali. Para venir a Bucaramanga hay que ir hasta Bogotá, en el 80 % de los vuelos. Una persona que quiere venir a la ciudad se gasta entre tres y cuatro horas en trasbordo. Esto hay que recuperarlo porque Bucaramanga es una ciudad de eventos, de congresos, pues tenemos la capacidad hotelera, los centros de convenciones; además, es una ciudad donde es fácil moverse. Por eso es tan importante tener una oferta integrada, que quienes nos visiten recorran el departamento.