Era temporada de cangrejos y la playa estaba teñida de rojo. Por primera vez, Milton Reyes pisaba Nuquí (Chocó). Había viajado 184 kilómetros desde Quibdó para mudarse a la casa de su abuelo y comenzar una nueva vida. Estaba solo: la violencia le arrebató a su familia.

Al llegar, descubrió una imagen que se estampó para siempre en su memoria: el agua cristalina y decenas de crustáceos inundando la arena. Sintió algo parecido a la felicidad. Tenía 12 años.

“Yo llegué de Quibdó por la violencia. Me había quedado solo y me mandaron para Nuquí. Entré al club de surf y éramos como 25 personas en total. Iba a la playa los jueves, los viernes, los sábados. Era una distracción. Hacía lo que tenía que hacer y luego me iba para la playa y entrenaba. Ahora, siete años después, soy uno de los profesores. Hacer esto es como arrebatarle un niño a la delincuencia”, aseguró.

En 2018, Reyes se vinculó al Club de Surf Tiburones de Nuquí, uno de los cinco clubes adscritos a la Liga de Surf del Chocó y el único ubicado en la cabecera municipal de Nuquí. Los Pelícanos de Termales, el Club de Arusí, los Jaguares de Jurubirá y el Club de Bahía Solano son los otros clubes deportivos que operan en los demás corregimientos del municipio.

“En la cabecera municipal no había ningún club de surf. Yo accedí porque quería ir a la playa a molestar. Nunca se me pasó por la cabeza la idea de ir a surfear. Luego, el deporte me empezó a gustar. Y hasta el día de hoy, seguimos dándola toda”, agregó Reyes.

En Nuquí, los niños se roban las tablas de madera de las camas y se zambullen en el mar. | Foto: Esteban Vega La-Rotta

La historia del surf en Nuquí es sencilla. Un turista australiano se sorprendió por las olas del mar Pacífico y llamó a Néstor Tello, oriundo de Nuquí, para que hicieran algo al respecto: una competición, una liga. El tiempo pasó y la liga fue una realidad. Incluso los niños se robaban las tablas de madera de las camas y se zambullían en el mar.

“Para nuestro territorio, el surf es muy importante. Es una vía para que los niños aprovechen su tiempo libre. Ellos salen del ámbito escolar y se dedican a practicar el deporte. No piensan en hacer otro tipo de cosas. Es un deporte muy nuevo, que se ha expandido por todos los corregimientos del municipio”, puntualizó Freddy Lerma, coordinador de Deporte y Cultura de la Alcaldía de Nuquí.

“Desde que empiezan a ir al mar, los niños de Nuquí se roban las tablas de las camas y surfean con ellas. Todavía se puede ver eso. Hay niños que toman las tapas de las neveras de icopor y van a divertirse al mar. Al final, la tabla es una herramienta más. Ellos nacen con eso, nosotros lo que hacemos es guiarlos, formarlos en valores, darles aprendizajes ambientales”, mencionó Catalina Díaz, cofundadora del Club de Surf Tiburones de Nuquí.

Esta iniciativa deportiva nació como un espacio recreativo para que niños y jóvenes del municipio pudieran aprovechar su tiempo libre. “Los niños en Nuquí solían crecer a espaldas del mar. Había un temor a que se acercaran inclusive al río. Los niños se aislaban un poco”, agregó Díaz.

Hace seis años, el Club de Surf Tiburones de Nuquí trabajaba con 30 niños. Después, se volvieron adolescentes y siguieron con su vida: algunos salieron a buscar oportunidades de estudio. Otros se convirtieron en profesores de surf, así como lo hizo Milton Reyes.

En Nuquí el surf es un deporte crucial, una vía para que los niños aprovechen el tiempo libre. | Foto: ESTEBAN VEGA LA-ROTTA

“Yo le tengo mucho corazón a esto. Les he puesto mucho empeño a mis niños. Mis hijos se fueron, pero ahora tengo otros 76. Fuera del surf, hacemos un trabajo ambiental los sábados en la mañana. Nos reunimos y hacemos trabajo de limpieza de la playa. En Arusí, por cuestiones de la naturaleza, las corrientes y los vientos, el mar nos tira basura. Hay un monstruo de plástico”, relató Alfredo Rivera, director del club de Arusí.

Otro de los proyectos que Rivera lidera en el corregimiento es la concientización medioambiental a partir del reciclaje. “Los niños traen 10 tapitas de gaseosas y así se pueden llevar la tabla para surfear. También pueden traer botellas llenas de papel. Es un estímulo para fomentar el sentido de pertenencia. El surf es una parte de la columna vertebral de nuestros jóvenes”, añadió.

Según cifras de la Alcaldía de Nuquí, más de 100 niños y jóvenes practican oficialmente el surf. La población municipal de Nuquí asciende a 8.000 personas. Aunque es un deporte naciente, se ha consolidado como una alternativa decisiva para el futuro de los jóvenes.

“Lo mejor es ver a los niños divertirse. En todas las poblaciones, hay situaciones complejas con la población de jóvenes, pero este es un espacio para que suelten los problemas que tienen en sus hogares. Un espacio para entrar en confianza. Uno se vuelve como la mamá de ellos. Es un espacio para liberar tensiones. Un lugar para la libertad”, expresó Díaz.

El club de Surf Tiburones de Nuquí, los Pelícanos de Termales, el Club de Arusí, los Jaguares de Jurubirá y el Club de Bahía Solano son los principales clubes de Nuquí. | Foto: Esteban Vega La-Rotta

Desde que se conformó la Liga de Surf del Chocó, algunos niños han podido viajar a Australia, Costa Rica y Perú. En 2018, Santiago Mosquera viajó hasta Los Ángeles (Estados Unidos) para participar en el Mundial de Surf. Con una sudadera, una bandera de Colombia y una tabla prestada, Mosquera se enfrentó a competidores de alto rendimiento. No logró clasificar, pero se convirtió en una estrella de Nuquí. El mayor de los referentes.

“Los niños quisieran ir todos los días. Se han inventado alcancías para recoger fondos y comprar tablas. Se han apropiado del proceso. Además, me encanta ver a los chicos más grandes compartiendo lo que ya vivieron con otros niños más pequeños. Con el proyecto Escuela Móvil, los chicos más profesionales se mueven en lancha para darles clases a los niños con mayor nivel técnico. Santiago, por ejemplo”, agregó Díaz.

“Estos niños me han enseñado a luchar. Tenemos un país maravilloso y en el conocimiento está el futuro. Los niños no son el futuro, sino el presente. El trabajo que hacemos es darles herramientas para que puedan construir el futuro. Estamos un poco olvidados en esta esquina del Pacífico, pero no es para llorar, sino para trabajar”, completó Rivera.

En Nuquí el mar es marrón. Las lluvias y las crecientes del río Jovi que desembocan en las aguas marítimas le otorgan una cualidad descolorida, poco vibrante. Casi el 90 % de sus playas son así. Eso, sin embargo, no le quita su majestuosidad.

En Nuquí el mar es marrón. Las lluvias y las crecientes del río Jovi que desembocan en las aguas marítimas le otorgan una cualidad descolorida, poco vibrante. | Foto: Esteban Vega La-Rotta

“Surfear en ese mar es una adrenalina bacanísima. Al principio, me daba miedo y solo cogía la tabla en la parte seca. No cogía las olas grandes, solo las que se hacían en lo que nosotros llamamos la espumita. Ya cuando me monté en la primera ola todo cambió. Es una adrenalina increíble. Uno montado en la ola, rodeado de esa pared inmensa”, concluyó Reyes.

Aunque Reyes añora la vida que dejó atrás en Quibdó, elige no volver. Pronto saldrá de Nuquí para estudiar Ingeniería, pero inevitablemente regresará. La selva. La temporada de cangrejos. La libertad. No imagina una vida sin eso. Su alma le pertenece al mar.