En medio de las montañas del norte caldense, la ‘Ciudad luz’ de Colombia, Salamina, declarada Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural de la Nación, resalta su legado cultural e histórico a través de sus casas coloniales, balcones, calles empinadas y su amplia tradición religiosa. Este municipio, fundado en 1825 y en el que hoy habitan más de 18.000 personas, fue el lugar de nacimiento de la Madre María Berenice Duque, la religiosa que está en proceso de beatificación por el papa Francisco hace dos años.

Juan Pablo Ospina Rosas, alcalde de Salamina, destaca que los templos le han dado paso a la construcción de la identidad cultural de este hermoso municipio. “En este proceso de reactivación económica responsable invitamos a los colombianos y al mundo entero a que nos conozcan, a que nos visiten y disfruten del turismo religioso que tenemos para ofrecer”, agrega.

Leonardo Gutiérrez, miembro de la Sociedad de Mejoras Públicas del municipio y apasionado por la historia de su pueblo, explica que mientras otros municipios caldenses exponen y son reconocidos por su cultura panelera, cafetera o minera, los salamineños conservan con orgullo el legado religioso de su historia. “La fundación de Salamina se dio por el origen de las parroquias, es por esto que la historia eclesiástica ha sido importantísima para su identidad”, agrega Gutiérrez.

Uno de los escenarios más imponentes de Salamina es la Basílica Menor de la Inmaculada Concepción, el templo principal que está ubicado en la plaza central, construido entre 1865 y 1890. Las campanas son un motivo de orgullo para el pueblo salamineño, pues fueron creadas artesanalmente con monedas de oro, joyas, llaves y metales fundidos donados por los habitantes. Al entrar al templo se observa un detalle único: la ausencia de columnas. Su amplio espacio está decorado con imágenes y cuadros originales pintados al óleo, vitrales y tallas en madera de más de 150 años de antigüedad.

En una de las naves de la Basílica se encuentra también la reliquia de primer grado de San Juan Pablo II, que contiene una gota de su sangre, y que fue enviada desde Polonia en el 2019. El párroco Daniel Alberto Arango Jaramillo explica que “Salamina es un municipio en el que se frecuenta la vida sacramental. La Basílica ocupa un lugar muy importante en la vida de los salamineños, de los que se han ido a vivir a otras tierras y de los que vienen de otros lugares a celebrar con nosotros”.

En Salamina también se encuentra el Museo Madre María Berenice, el cual evoca la memoria de la religiosa, quien en 1943 fundó la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación, que está presente en 15 países. “La Madre María Berenice es motivo de orgullo para el pueblo de Salamina. Su vocación hacia su comunidad se caracterizó por el servicio a los más vulnerables, por la educación de los niños y por la dignificación de los derechos de las mujeres. Muchos peregrinos llegan a Salamina para conocer la región de la Madre, por lo que cada vez se incrementa más el turismo religioso en el municipio”, explica la hermana Efigenia Trujillo, quien hace parte de la Congregación. El Museo se creó para preservar y mostrar elementos religiosos que pertenecieron y fueron utilizados por la Madre María Berenice, convirtiéndolo en un lugar que conserva su legado social y el testimonio vivo de su apostolado.

En la plaza central, frente al templo parroquial, está ubicada la estatua de José Joaquín Barco Ángel, el sacerdote más representativo de la historia de Salamina. Barco llegó al municipio en 1881 y aportó a la construcción del Hospital de Caridad, el cementerio, la Casa de Beneficencia, las escuelas y colegios del pueblo.

Uno de los eventos más tradicionales e importantes para los salamineños es la celebración de la Semana Santa, que goza de gran renombre a nivel departamental y nacional, al igual que la ‘Noche del fuego’, la celebración del día de la Inmaculada Concepción, patrona de este municipio. La noche de cada 7 y 8 de diciembre, las calles y balcones del pueblo se adornan con miles de faroles y alumbrados para rendir homenaje a la virgen María.

Gutiérrez también explica que uno de los desafíos que tiene Salamina es que los jóvenes y las nuevas generaciones puedan mantener la historia y las tradiciones que se han conservado por más de 150 años, y que impulsan la cultura y el turismo de la región.